ARTE MODERNO
Piet Mondrian hablaba de la abstracción por sí misma como el punto de partida: “Inconscientemente todo artista verdadero se ha conmovido siempre por la belleza de las líneas y los colores y sus relaciones mutuas, mucho más que por lo que representaban...
Conscientemente, por el contrario, ha seguido las formas de los objetos…Y, entretanto, inconscientemente, hizo manchas planas, aumentando la tensión de las líneas, purificando el color.
Así es como a lo largo de los siglos ha llevado progresivamente la cultura pictórica a la exclusión de la forma limitada y de la representación particular. En nuestro tiempo el arte se ha liberado de todo lo que le impide ser realmente plástico”, New York, 1942.
El arte abstracto también se puede llamar no figurativo o concreto, ya que su fin no es más que la expresión pictórica con exclusión de toda referencia de la realidad. En todo este proceso que se dio a principios del siglo XX, la figura de Wassily Kandinsky fue fundamental.
Kandinsky descubrió la abstracción por casualidad, una tarde en la que llegó a su estudio y sobre el caballete se encontraba un cuadro suyo de un atardecer pero en posición invertida por lo que le era imposible reconocer el tema. En ese momento, se dio cuenta de la belleza del color y de las formas plásticas al margen de la representación. Llegó a la conclusión de que los objetos resultaban un obstáculo para la pintura y decidió eliminarlos.
Considero que la abstracción ha existido siempre, al margen de que haya habido figuración, siempre es posible aislar un fragmento para poder disfrutar de la mancha de color dejando a un lado lo que representa. Por ejemplo, en Velázquez, podemos encontrar obras como el retrato del Papa Inocencio X, donde el color rojo es el verdadero protagonista junto con el potente retrato psicológico que realiza. Os invito a observar cualquier obra, a que os detengáis en los detalles, a que disfrutéis con los millones de matices de color y multitud de formas que podemos encontrar.
Así, aunque tradicionalmente el punto, la línea, la mancha y el color se han considerado medios de expresión asociados a lo figurativo; ahora ya no es necesario vincularlos a un tema externo porque ellos mismos se convierten en tema. La pintura pura es aquella que sólo hace referencia a sus propios medios de expresión, la que habla de sus elementos con total libertad, para intentar comprenderlos y disfrutarlos.
También hay que tener en cuenta la aparición de la fotografía a mediados del siglo XIX, y cómo con su posterior desarrollo ya no tiene sentido intentar seguir reproduciendo la realidad con medios pictóricos. Aunque de todas formas, ni una pintura totalmente realista, ni la propia fotografía llegarán a ser nunca la realidad, simplemente imágenes de la realidad, visiones subjetivas de esa realidad. Entonces, ¿tiene realmente sentido intentar crear una imagen irreal de esa realidad con los medios pictóricos?
La realidad constantemente va a ser un referente para el hombre, la naturaleza circundante siempre va a ser un punto de partida fundamental. Pero la pintura no se puede limitar a la mimesis, al mero ejercicio de copia de la realidad, sino que se tiene que desvincular de los condicionamientos figurativos y experimentar con sus propios elementos. No hay que romper con la realidad, simplemente hay que evitar subordinarse a la forma figurativa, para que, sobre todo, predomine la experiencia plástica.
En relación a la pintura, la música fue un elemento fundamental incluso antes de las vanguardias de principio del siglo XX. Ya en el siglo XIX muchos artistas se interesaron por las conexiones entre la música y la pintura. Gauguin afirmaba de su pintura que estaba compuesta por sinfonías y armonías que no significaban nada real en absoluto, no expresan ninguna idea, pero están hechas para provocar el pensamiento, como la música.
Desde la forma y el color, los pintores del siglo XX buscaron lo más puro del sentimiento, y esto significa un distanciamiento de lo figurativo y un acercamiento a realidades intangibles. Pintar inspirándose en la música es una manera de proteger la esencia de la realidad a través de la expresión de una experiencia intangible. Los músicos y los pintores que admiraban la expresión sonora veían que la música era la expresión más eficaz para experimentar la manifestación más pura del estado anímico. El lenguaje abstracto propio de la música, la filosofía o las matemáticas irrumpía ahora en la pintura.
La pintura, como la música, no es más que un instrumento que hace vibrar el alma humana. Por eso, no es necesario reconocer o comprender lo que se está contemplando, sino llegar a un estado de percepción de la obra que nos haga sentir que estamos vivos por dentro.
Silvia Jiménez
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