REFLEXIÓN SOBRE EL PATRIMONIO: LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA O EL VOLUNTARIADO.
En el anterior número de esta revista hacíamos una reflexión sobre la preocupación que planteaba la actual relación entre el crecimiento de nuestros núcleos urbanos y el mantenimiento de aquellos elementos singulares, que nos confieren una identidad diferenciadora con respecto a otros lugares y culturas.
También concluíamos por ver la importancia y la necesidad de que el sistema educativo en sus diferentes niveles de enseñanza, fundamentalmente los obligatorios, haga su aportación para lograr que los futuros ciudadanos y ciudadanas sean conscientes del papel activo que deben tener a fin de lograr la pervivencia de aquellos indicadores, de esos elementos de la memoria necesarios para nuestra propia supervivencia como sociedad consciente de su origen y responsable de su futuro.
En esa línea, otro elemento fundamental para poder lograr este objetivo es la participación de la sociedad civil en las labores de fomento y protección de nuestro patrimonio. Es fundamental la creación de una conciencia que eleve la protección de los elementos de nuestro patrimonio a una cuestión fundamental para la libertad y el crecimiento y desarrollo de nuestra sociedad.
Y cuando estoy refiriéndome al patrimonio lo hago en el sentido que plantea la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía, recientemente aprobada que en su exposición de motivos establece que “El Patrimonio Histórico constituye la expresión relevante de la identidad del pueblo andaluz, testimonio de la trayectoria histórica de Andalucía y manifestación de la riqueza y diversidad cultural que nos caracteriza en el presente”.
En ese sentido cuando hablamos de patrimonio nos apoyamos en la definición que hace esa ley en su artículo 2: “La presente Ley es de aplicación al Patrimonio Histórico Andaluz, que se compone de todos los bienes de la cultura, materiales e inmateriales, en cuanto se encuentren en Andalucía y revelen un interés artístico, histórico, arqueológico, etnológico, documental, bibliográfico, científico o industrial para la Comunidad Autónoma, incluidas las particularidades lingüísticas”.
Esos planteamientos son muy hermosos, pero evidentemente no basta con la acción legislativa y con la supuesta acción efectiva de las administraciones, sino que hace falta una participación activa de los ciudadanos y ciudadanas, organizados o individualmente. La misma ley antes citada habla en su artículo 5 de la colaboración ciudadana. Actualmente la forma más idónea que puede existir para una efectiva participación es la del voluntariado.
Esta figura se define legislativamente en Andalucía desde el año 2001 por la Ley del Voluntariado y según ella la acción voluntaria debe ser realizada por personas físicas, pero cumpliendo una serie de requisitos, entre otros, que sus actuaciones sean de interés general, que estén organizadas libremente, y que sean responsables y gratuitas.
Siguiendo con este ligero análisis legislativo, y uniendo los dos ámbitos (¿o es sólo uno?) que más nos pueden interesar, es decir, cultura y educación, podemos observar que la también muy reciente Ley de Educación de Andalucía publicada el pasado mes de diciembre, dedica un apartado a definir y desarrollar el papel del voluntariado en el ámbito educativo, regulándolo en su artículo 177. Entre otras finalidades habría que destacar la b) y la e) que se refieren a la apertura de los centros en actuaciones hacia el entorno social y cultural.
Parto del principio de que todo este aparataje legal, junto con todas las normas que la desarrollan, está muy bien. Que nos permite tener un ámbito claro donde las entidades de voluntarios y voluntarias puedan desarrollar su labor. Es cierto que el ámbito del voluntariado es amplio pero como ha dicho Stefanía Vannini para el caso de Italia, es muy reciente el crecimiento del fenómeno social del voluntariado para los bienes culturales, permitiendo diversificar la oferta en los servicios en el campo de la tutela y puesta en valor del patrimonio museístico, arqueológico e histórico-artístico. Lo mismo está sucediendo en Andalucía.
Cada vez son mas abundantes los grupos de voluntariado que se están encargando de la defensa, protección y difusión de nuestro patrimonio cultural, entendido en sentido muy amplio, tal y como establece nuestra legislación. Así, deberíamos señalar fundamentalmente la necesidad de intensificar el movimiento asociativo, para que exista un lugar donde poder canalizar estas actuaciones buscando una mayor efectividad en pro de un bien social común.
No obstante, ante todo esto existen una serie de peligros que me gustaría señalar en esta breve reflexión. Aunque considere positivo la regulación legal de todo este tipo de actuaciones, en ese mismo hecho está uno de los elementos de mayor peligro para el movimiento ciudadano que es la existencia de unos filtros, que en ciertos momentos pueden suponer un elemento de censura y de intervención por parte de los poderes públicos. Evidentemente, vivimos en un estado democrático y eso parece que es algo lejano y casi imposible de que suceda.
No obstante, hay que estar pendiente para evitar ese tipo de injerencias. En esa línea, más sutil es el posible control de los diferentes movimientos que, no lo olvidemos, muchas veces plantean cosas incómodas ante nuestras autoridades. Este otro control se puede realizar por vía económica, por las subvenciones. Si una asociación o movimiento, no tiene garantizadas sus fuentes de ingreso por medios propios y debe tender a la subvención pública o privada, termina dependiendo en gran medida de las decisiones que se están tomando fuera de su propio ámbito.
En ese sentido, también puede ser preocupante las diferentes injerencias que desde fuerzas políticas se realizan sobre los movimientos asociativos. Sin negar en ningún momento la importancia y la legitimidad de la acción política, hay que afirmar que son ámbitos diferentes aunque en ciertos momentos puedan actuar conjuntamente. Desde los partidos políticos se ha visto la creciente influencia que estos movimientos pueden llega a tener en la opinión pública y en muchos casos hemos asistido a intentos de controlarlos, tanto para facilitar la acción de gobierno como para utilizarlos como elemento de oposición.
Pero además de estos problemas que podríamos denominar externos, existirían otros de carácter interno del movimiento en sí, que puede llevar a que pierda su fuerza y capacidad de actuación. El primero de ellos es de carácter casi personal, los diferentes voluntarios pueden llegar a perder la ilusión en sus actuaciones ante la continua decepción que sufren, al ver que los logros son mínimos y escasos, o al menos, muy lentos.
El segundo problema, concretando en el patrimonio, sería el que se pierda en la vacuidad, en la defensa de aspectos que no tienen ningún interés ni importancia, tendiendo a un tipismo o folcklorismo en la peor acepción del término. No buscando la solución y protección del verdadero patrimonio sino de aquellas cuestiones que en la actual sociedad de consumo se nos presentan como patrimonio, y que en muchos de los casos no pasan de ser un elemento más de todo este entramado.
Por último, el que considero mayor peligro de estos movimientos es que se caiga en el localismo, olvidando el concepto global del patrimonio y la igualdad cultural de todos los lugares, momentos y manifestaciones, de dentro y de fuera de nuestras fronteras. Con actitudes de este tipo se puede perder el enfoque holístico que es el único que nos permitirá alcanzar la comprensión total de los fenómenos patrimoniales y su funcionamiento en la sociedad.
No olvidemos que el patrimonio cultural es un sistema completo capaz de explicar y dar respuestas diferentes como un todo uno como la simple suma de los elementos que lo componen. Evidentemente que debe existir una especialización que permita la profundización en el conocimiento, la difusión y la protección del patrimonio, pero sin perder de vista que forma parte de la CULTURA (así, en mayúsculas).
A pesar de los inconvenientes apuntados, tal vez estos movimientos sean nuestra única esperanza para lograr esa conciencia sobre todo aquello que debemos proteger. Tal vez, en la actuación de la sociedad civil y de la ciudadanía se encuentre nuestra última oportunidad para lograr una sociedad más responsable y consciente de saber diferenciar que cuestiones son imprescindibles y cuales son accesorias. Esto nos permitirá vivir en un mundo más amable y solidario.
este texto nos dice lo importante que es el patrimonio para nuestra sociedad porque es lo que nos representa de cara a otras ciudades. Debemos hacer algo para intentar conservar estos patrimonios. Este artículo se divide claramente en una entradilla, seguido de una acción y finaliza con una situación final. este texto me ha gustado porque habla de nuestro patrimonio y es lo que nos representa. Ruben
ResponderEliminarEl texto nos habla de la importancia del patrimonio y de que debemos cuidarlo puesto que es nuestro y es muy importante. Muchos voluntarios se prestan a hacerlo pero sin la ayuda de los ciudadanos es dificil, por ello debemos participar en la conservacion y las mejoras del patrimonio de nuestra comunidad.
ResponderEliminarEn este texto nos comenta , que el patrimonio forma parte de nuestra sociedad y de nuestra cultura y debemos respetarlo para conservarlo y cuidarlo .
ResponderEliminarQue cada vez son mas abundantes los grupos de voluntariado que se están encargando de la defensa, protección y difusión de nuestro patrimonio cultural, entendido en sentido muy amplio ..etc..