LA FUNCIÓN POÉTICA Y LA COMUNICACIÓN LITERARIA (II)
(Ésta es la segunda parte del estudio que publicamos en el número 2 de Utopía. Remitimos al lector a aquél para situar la temática y los conceptos que tratamos).
Como decíamos al principio de nuestro estudio en el número 2, la propuesta de Luján Atienza nos ha parecido interesante por plantear la cuestión del lenguaje y la comunicación literaria desde unos principios pragmáticos generales desde los que se entiende cualquier tipo de comunicación.
En el segundo capítulo de su Pragmática, propone un modelo de comunicación literaria basado en la teoría de la relevancia de Sperber y Wilson. Critica a los formalistas como Mukarovsky por plantear la cuestión de un uso desviado del lenguaje en la comunicación literaria sin señalar cuál es el uso estándar o normalizado del que se desvía, además de señalar también de manera crítica que estas ideas de complicación y retorcimiento de la comunicación literaria y lírica no han ayudado a que la comunicación lírica sea atendida y entendida por los lectores, produciendo un paulatino alejamiento entre éstos y el género de la lírica.
Luján Atienza, a partir de los esquemas de la comunicación de Umberto Eco y Roman Jakobson, propone su modelo comunicativo basado en la teoría de la relevancia analizando sus principales elementos: polo de la emisión, polo de la recepción, lo comunicado (mensaje), el código y el contexto, para terminar ejemplificando la relevancia de la comunicación literaria con el análisis de la rima XXXIX de Bécquer.
El principal valor de su modelo, desde nuestro punto de vista, es el de abandonar anteriores propuestas demasiado epistemológicas o científicas para acercar mediante ejemplos de comunicaciones estándares y ordinarias la comunicación literaria a un lector no especializado.
No pretendemos repetir aquí la propuesta de Luján Atienza ni su modelo de comunicación literaria, pero sí remarcar el acierto que nos parece entender la comunicación literaria y lírica dentro de una pragmática general de la comunicación y, cómo detalla Luján Atienza, los elementos de ésta emparentándolos con las comunicaciones de la vida diaria, lo cual supone una normalización más que una normativización de la obra lírica y de la literatura en general.
Y en relación con la diferencia de Lázaro Carreter sobre lenguaje literal y lenguaje literario, lo que entendemos en Luján Atienza es cómo un lenguaje literario con un uso lingüístico específico está dentro del lenguaje literal, cómo se puede establecer una comunicación con la literatura y la lírica concretamente sin que ese uso literario y extrañado del lenguaje rompa el esquema pragmático de la comunicación estándar.
Tanto la propuesta de Lázaro Carreter como la de Luján Atienza han normalizado, como apuntábamos, la comunicación literaria, el primero señalando el posible uso de la función poética como protagonista de la comunicación literaria o como acompañante en otras comunicaciones que tienen otra función dominante, el segundo estableciendo una pragmática de la comunicación literaria que se amolda a los parámetros de cualquier esquema de comunicación habitual.
Pero ya hemos empleado el término normalizar y ahora nos gustaría aclarar el de normativización, con el que nos referimos concretamente a la especificidad del uso lingüístico del lenguaje del que se ocuparía la Retórica, aunque no sólo, y a las posibilidades que desarrollan Luján Atienza y Francisco Javier Ávila en los distintos elementos del esquema comunicativo. No se trata tanto de normativización en el sentido de reglamentación cuanto del estudio detallado de las opciones que se dan en la emisión, la recepción y los diferentes integrantes de la llamada situación comunicativa, es decir, de la comunicación literaria.
Luján Atienza se ocupa de todos ellos de manera extensa en su Pragmática, y Francisco Javier Ávila, en el artículo al que nos referimos al principio titulado «Literatura y actos de habla: contar historias con doble enunciación», se centra en el plano de la emisión para proponer que la comunicación literaria es por un lado el hablar real del autor-emisor, y por otro, el de unas creaciones-personajes que aquél crea como modo de expresión.
En esta doble enunciación del yo histórico y el yo textual o discursivo, propone el profesor Ávila que el segundo es un tipo de necesidad de la expresión artística o del arte en general que se encauza a través de ciertos humanos que exponen con la obra artística una dialéctica entre el arte precedente y la forma artística misma.
Esta propuesta también aparece en la Pragmática de Luján Atienza mediante el análisis de los diferentes tipos de yo enunciativo en el texto lírico, pero bajo el paraguas que propone Francisco Javier Ávila de la doble enunciación, que, sin ser una vuelta a posturas exclusivamente biograficistas, quiere recuperar el yo del emisor real como pieza clave de la enunciación literaria.
Desde este planteamiento, entendemos que la doble enunciación es obligada de la comunicación literaria aunque no específica de ella, de lo cual podemos deducir que un uso del lenguaje en el que la función poética sea dominante producirá un tipo de comunicación pragmática con la presencia de los integrantes de cualquier comunicación estándar y, entre los cuales, el polo de la emisión gozará por añadidura de una doble enunciación. Esto afectaría igualmente a los otros componentes de la comunicación, diversificando las posibilidades en el polo de la recepción, por ejemplo; todo ello tratando el lenguaje o los lenguajes de manera artística.
Quizás sea ésta una posibilidad global de comunicación literaria.
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