Desde tiempos inmemorables han llegado a la Península Ibérica viajeros interesados en conocer las gentes y orografía de sus regiones. Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando se produjo un gran aumento de la presencia de foráneos en la península. Sobre todo, destacan dos momentos en la llegada de estas personas: en primer lugar la invasión de los ejércitos franceses por Napoleón a comienzos del siglo; y posteriormente una nueva incursión de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823.
Ambas invasiones permitieron a muchos europeos conocer de primera mano, en base a su experiencia los paisajes y costumbres de la sociedad española y reflexionar sobre cuestiones referentes a la cultura, geografía, sociedad… Además hay que destacar que estos autores vienen a España con la ilusión de vivir una gran aventura en un país salvaje, que difería mucho de los países que comenzaban a industrializarse en Europa.
En este siglo se puede dividir la llegada de estos personajes en cuatro fases, conocidas porque los plasman en unos interesantes libros de viajes:
1) Llegados antes de 1808. Los viajeros previos a la Guerra de la Independencia se manifiestan como una prolongación de los escritores ilustrados del siglo precedente. En estos personajes, el viaje es la culminación de un proyecto científico planeado y que se procura que los resultados sean expuestos objetivamente, lo que no impide que a veces emitan opiniones derivadas de aceptar planteamientos no suficientemente contrastados.
Los viajes han sido proyectados con una finalidad científica y cultural, como un medio para conocer mejor la realidad visitada mediante el inventario exhaustivo de sus aspectos económicos, sociológicos, culturales y artísticos, previamente seleccionados. Como ejemplo de obras de esta época se pueden citar las de Alexandre de Laborde: Voyage pittoresque et historique en Espagne e Itinéraire descriptif de l’Espagne, et tableau élémentaire des differents branches de l’administration et de l‘lindustrie de ce royaume.
Los libros de los autores de estos años serán básicos para el conocimiento físico de España, ya que son utilizados como referencias básicas para los autores de mitad del siglo XIX.
2) Autores venidos con motivo de la Guerra de la Independencia. Los autores, tanto civiles como militares con libertad de movimientos y de contactos personales, suelen tener un conocimiento de la realidad muy limitado, a excepción de algunos que conocen el idioma. Aunque no por esta cuestión están absolutamente desprovistos de interés, porque son una fuente válida para el conocimiento de los avatares transcurridos en determinadas zonas de la Península Ibérica durante la contienda bélica. Como ejemplo de esta época se puede citar a William Jacob con su obra: Viajes por el Sur: cartas escritas entre 1809 y 1810.
3) Viajeros Románticos. Estos son escritos, mayormente, en la segunda mitad del siglo, desarrollándose las mejores obras del género. Son los que tienen una mayor calidad literaria y los que representan los aspectos más interesantes en el resumen de los valores románticos como la libertad, la historicidad, representación de la etnografía y geografía… La mayoría de los autores de esta época, son universalmente famosos, tales como Washington Irving, George Borrow, Proper Mérimée… en los cuales la imaginación, descripción y estudio de los que ven en el país, manifiesta un verdadero prototipo de la imagen del español.
4) Posteriores a 1850. En esta época las diferencias entre el país del que procede el viajero y España son progresivamente menos significativas hasta hacerse imperceptibles. Con el progreso del ferrocarril y la creación de la Guardia Civil, al desaparecer la inseguridad, el viaje acaba perdiendo el componente de aventura que habían tenido los viajes precedentes. Es una época donde están consolidados muchos de los prejuicios sobre los que se va a cimentar la imagen de España, los cuales los viajeros se limitan a aceptar y recrear. Además se acentúa la influencia de nuestra literatura romántica en los relatos de estos viajes, y puede decirse que a medida que pasa el siglo la información que ofrecen los autores es menos original, primando nuevamente más la erudición que la observación.
Como se ha expuesto, las manifestaciones de estos autores estarán expuestas en los libros de viajes, desarrollando descripciones tanto físicas como costumbristas del país romántico por excelencia: España.
Además, estas obras han de explicarse por las ganas de ampliación del conocimiento en los países europeos de otras sociedades, en este caso la española, porque los libros representan un nuevo medio para hacer que los europeos tengan una puerta a un mundo exótico, intrigante y desconocido. Asimismo, España le interesa a estos autores porque representa un mundo atrasado frente a la industrialización europea, y muestra las heridas todavía no cicatrizadas que ha dejado la guerra con su secuela de expolios y destrucción, esto produce a los viajeros la impresión de un país atrasado, en estado natural, primitivo, salvaje… donde la llegada a estas costas supone verse como un autentico héroe viviendo aventuras en un país peligroso y salvaje, que permite que puedan realizarse completamente como personas. De estas impresiones extraerán los viajeros aventuradas consecuencias del modo de ser de los españoles.
Por otro lado, hay que mencionar cuales son los temas que más les interesan a estos autores. Un primer aspecto, muy recurrente en sus libros son las descripciones de lugares, tanto paisajes naturales como zonas urbanas, ya que ambos representan la belleza primitiva, exótica y oriental que no hay en el contexto Europeo. Respecto a la naturaleza ellos entienden que esta, junto con sus paisajes, son realidades dotadas de un sentido, cargadas de significados, los cuales son necesarios descubrir y valorar adecuadamente.
Las impresiones que tienen sobre los paisajes son muy originales y objetivas, porque se basan en la propia experiencia del autor, además no están mediatizados ni preconcebido, aunque la observación que hacen no es fidedigna y prevalece mucho la imaginación en sus descripciones, lo que algunos autores han denominado como arqueología fantástica, donde se sacrifica el rigor de las proporciones y la exactitud del contenido para resaltar la belleza y los valores que profesa. Respecto a la visión de la ciudad, estos se para en la descripción de los barrios marginales, de los monumentos derruidos, de la estructura de las calles… destacando en sus apreciaciones la historia de los lugares, y cuestionando la actitud del español que no valorar los monumentos que tiene ante sí.
También estos autores plantean numerosas consideraciones sobre los modos de vida, los tipos humanos, las costumbres, y las formas de organización social que pueden ser validas al historiador para configurar una reflexión estructurada sobre la sociedad española del siglo XIX. Sin embargo, hay que ser precavidos con las afirmaciones de estos porque en muchas ocasiones su pensamiento está muy condicionado por ideas o creencias previas que no poseen una realidad científica. Aunque en estos aspectos los autores se fijan en los personajes marginales de la sociedad, tales como mendigos, bandoleros… o algunos que son muy estereotipados como los toreros, majos, cigarreras…
Respeto a las zonas de viajes de los foráneos tiene especial relevancia Andalucía por ser uno de los lugares más pobres y enigmáticos de la península y como expone Gautier, “las ciudades andaluzas representan un aspecto más africano que europeo”. Sin embargo, también estuvieron en zonas como Galicia, la meseta, la costa mediterránea…en menor medida les atraía Madrid que llegaron a calificar algunos como una ciudad insoportable. Muchos de ellos, comenzaban sus itinerarios en el sur en ciudades como Málaga, Cádiz o el Puerto de Santa María, para desde aquí desarrollar un circuito por diferentes zonas de España. En estas vivencias, los autores recibieron unas impresiones tan fuertes que comentan que condicionó en cierto modo su forma de vida.
En conclusión, gracias a estos personajes tenemos un gran material bibliográfico que nos puede servir de base para los estudios de la sociedad, cultura, etnografía, en incluso de hechos históricos concretos de la España del siglo XIX.
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