EL INTERÉS POLÍTICO POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA
En nuestro sistema educativo se ha impuesto un tratamiento igualitario al alumnado a costa de dinamitar los niveles (los resultados obtenidos en los estudios que nos comparan con el resto de Europa así lo confirman) y “meter en un mismo saco” a quienes tienen intereses muy distintos. Todo ello en pro de una supuesta, y reiteradamente aireada, igualdad de oportunidades.
Creo que es por todos/as conocida la escasísima reputación que nuestro sistema educativo alcanza en los sucesivos estudios o análisis que desde hace tiempo se van publicando a nivel europeo. Ante la absoluta pasividad manifestada por nuestros políticos (tanto gobernantes como oposición y resto de partidos con representación parlamentaria) se hace preciso manifestar gran sorpresa ante ello y también ofrecer alguna posible alternativa para corregir la actual situación.
En nuestro sistema educativo se ha impuesto un tratamiento igualitario al alumnado a costa de dinamitar los niveles (los resultados obtenidos en los estudios que nos comparan con el resto de Europa así lo confirman) y “meter en un mismo saco” a quienes tienen intereses muy distintos. Todo ello en pro de una supuesta, y reiteradamente aireada, igualdad de oportunidades.
La cruda realidad es que el alumnado de la escuela pública que esté interesado en utilizar el sistema educativo para una adecuada evolución y preparación, tiene cada vez menos oportunidades de madurar y competir con garantías de éxito. La igualdad de oportunidades así aplicada es una farsa total. Y es sólo este tipo de alumnado el que acaba pagando esta “pirueta” política que justifica y mantiene un sistema educativo público que sólo conviene al político de turno. Este político consigue “maquillar” las estadísticas ofreciendo unos resultados que cumplan con las exigencias europeas; pero cuando se aplican unas pruebas comparativas entre diversos países... ya conocemos los resultados: somos de lo peor de Europa.
Para reaccionar ante la actual realidad, habríamos de resaltar algunos aspectos como los siguientes:
1. El derecho a la educación de un ciudadano/a no puede constituirse en una obligación que lesione derechos fundamentales de otras muchas personas. Así, por ejemplo, no puedo exigir mi derecho a circular por la carretera si ello supone impedir que puedan disfrutar de ese mismo derecho otros muchos conductores.
Cuando el proceso educativo se desarrolla durante una cierta edad y en un determinado espacio (por ejemplo, adolescentes en un aula de un Instituto de Educación Secundaria Obligatoria) no puede constituirse en un derecho obligatoriamente impuesto sino en un derecho asumido como tal pero que conlleva una serie de obligaciones. Por tanto, y al menos tras la Educación Primaria, no todo el alumnado puede “meterse en un mismo saco”. Quienes no quieran aprovechar esta posibilidad y oportunidad se habrán de separar de quienes sí quieren aprovecharla; sí se les puede imponer obligatoriamente ese derecho pero por otro camino paralelo. Todos/as contemplados/as y abarcados/as por el sistema educativo pero no revueltos/as. Si no es así, estamos condenando el presente de gran parte del alumnado y el futuro de la sociedad.
El sistema educativo debe (y podría hacerlo perfectamente) ofrecer las mismas y mejores posibilidades de maduración y preparación a cualquier alumno/a (sea cual fuere su origen, condicionantes, circunstancias, etc.) que manifieste respeto hacia lo que se le ofrece e interés y compromiso en el esfuerzo a realizar. Para conseguir esto es fundamental aplicar una distribución por intereses: cada alumno/a estará en el nivel o vía educativa que su respeto, interés, compromiso, maduración y preparación le coloquen. Así todos/as son respetados/as y todos/as respetan el resto de vías educativas.
Esto, evidentemente, no ocurre en la actualidad; el político de turno se encarga de recurrir a teorías pedagógicas que anulan lo anteriormente expuesto, basándose en que implicaría marginación, desigualdad... ¿Se ha preguntado el político de turno si el actual sistema educativo no supone marginación, desigualdad... para una gran parte del alumnado que sí quiere hacer un uso adecuado de su derecho a la educación?. Este alumnado está absolutamente olvidado y hasta condenado por su sistema educativo.
Para reaccionar ante la actual realidad, habríamos de resaltar algunos aspectos como los siguientes:
1. El derecho a la educación de un ciudadano/a no puede constituirse en una obligación que lesione derechos fundamentales de otras muchas personas. Así, por ejemplo, no puedo exigir mi derecho a circular por la carretera si ello supone impedir que puedan disfrutar de ese mismo derecho otros muchos conductores.
Cuando el proceso educativo se desarrolla durante una cierta edad y en un determinado espacio (por ejemplo, adolescentes en un aula de un Instituto de Educación Secundaria Obligatoria) no puede constituirse en un derecho obligatoriamente impuesto sino en un derecho asumido como tal pero que conlleva una serie de obligaciones. Por tanto, y al menos tras la Educación Primaria, no todo el alumnado puede “meterse en un mismo saco”. Quienes no quieran aprovechar esta posibilidad y oportunidad se habrán de separar de quienes sí quieren aprovecharla; sí se les puede imponer obligatoriamente ese derecho pero por otro camino paralelo. Todos/as contemplados/as y abarcados/as por el sistema educativo pero no revueltos/as. Si no es así, estamos condenando el presente de gran parte del alumnado y el futuro de la sociedad.
El sistema educativo debe (y podría hacerlo perfectamente) ofrecer las mismas y mejores posibilidades de maduración y preparación a cualquier alumno/a (sea cual fuere su origen, condicionantes, circunstancias, etc.) que manifieste respeto hacia lo que se le ofrece e interés y compromiso en el esfuerzo a realizar. Para conseguir esto es fundamental aplicar una distribución por intereses: cada alumno/a estará en el nivel o vía educativa que su respeto, interés, compromiso, maduración y preparación le coloquen. Así todos/as son respetados/as y todos/as respetan el resto de vías educativas.
Esto, evidentemente, no ocurre en la actualidad; el político de turno se encarga de recurrir a teorías pedagógicas que anulan lo anteriormente expuesto, basándose en que implicaría marginación, desigualdad... ¿Se ha preguntado el político de turno si el actual sistema educativo no supone marginación, desigualdad... para una gran parte del alumnado que sí quiere hacer un uso adecuado de su derecho a la educación?. Este alumnado está absolutamente olvidado y hasta condenado por su sistema educativo.
¿Sólo importa el alumnado que no quiere aprovechar la ocasión que se le ofrece y que, además, perjudica seriamente al resto de compañeros/as?. Este alumnado puede y debe estar dentro del sistema educativo pero sin condenar al resto. En la actual realidad de las aulas de los centros educativos públicos se genera, manifiesta, soporta... gran marginación y desigualdad entre el alumnado que conforma esas aulas. Esto maleduca y genera tensión, ansiedad, angustia, temor... en gran parte de ese alumnado; por tanto, no encaja en un sistema educativo.
2. El sistema educativo debe contrarrestar los falsos valores que transmiten y premian gran parte de la sociedad, familias y medios de comunicación actuales. No puede promover la dejación de funciones de algunos padres/madres y la exaltación de valores negativos que hoy transmiten parte de la sociedad y de los medios de comunicación.
El actual sistema educativo está basado en facilitar acomodación y dejación de funciones en los padres/madres; o sea, está basado en supuestos intereses de padres/madres y no en las necesidades de los hijos/as. El político de turno actúa con medidas que le reporten el voto de los adultos aunque ello implique perjudicar seriamente a los hijos/as (¡éstos/as no votan!).
2. El sistema educativo debe contrarrestar los falsos valores que transmiten y premian gran parte de la sociedad, familias y medios de comunicación actuales. No puede promover la dejación de funciones de algunos padres/madres y la exaltación de valores negativos que hoy transmiten parte de la sociedad y de los medios de comunicación.
El actual sistema educativo está basado en facilitar acomodación y dejación de funciones en los padres/madres; o sea, está basado en supuestos intereses de padres/madres y no en las necesidades de los hijos/as. El político de turno actúa con medidas que le reporten el voto de los adultos aunque ello implique perjudicar seriamente a los hijos/as (¡éstos/as no votan!).
Pero siempre, por supuesto, justificando estas medidas con teorías pseudopedagógicas o pseudopsicológicas elaboradas por profesionales alejados de la realidad de las aulas y muy cercanos a los intereses del político de turno. Esto constituye una auténtica farsa que condena al fracaso. Así nos va. Y continuaremos “progresando” en esta línea si no surge una auténtica revolución en la educación (al menos en los Institutos de Educación Secundaria).
3. El actual sistema educativo no cumple sus funciones reales y básicas al haber quedado su cometido relegado, por intereses políticos, a un papel de “guardián” de niños/as y adolescentes (o sea, hemos “prolongado” las guarderías hasta la finalización de la Educación Secundaria Obligatoria).
Precisamos una profunda revolución educativa de la que emane una nueva prioridad: preparar a la persona para su vida presente y, especialmente, para su vida de adulto. Para ello, contemplará y premiará el respeto, el esfuerzo y la preparación; al tiempo que se alejará y olvidará de la actual prioridad que, como ya se ha expuesto anteriormente, consiste en “guardar” al colectivo infantil y adolescente en unos espacios denominados Centros Educativos en los que respeto, esfuerzo y preparación brillan intensamente pero por su ausencia.
4. Al actual sistema educativo no le importa el alumnado, no le importa su situación en las aulas, no le importa su nivel de preparación... Es más, prefiere ignorar las grandes dificultades y carencias que rodean al proceso educativo. Por ello, no resulta nada extraño que, desde hace años, nuestros representantes políticos ignoren sistemáticamente tanto la indisciplina reinante en las aulas como los resultados que obtenemos en las sucesivas comparativas europeas.
5. Las decisiones políticas interesadas no interesan a la educación ya que la desvirtúan, la merman, la condenan, la despojan de su ser... Si la educación interesa no proceden decisiones interesadas. Sólo cabe buscar y tomar decisiones interesantes, válidas, serias, congruentes, eficaces...
Si el presente y, especialmente, el futuro de nuestra sociedad nos interesa, hemos de hacer una apuesta fuerte y seria en dos pilares básicos: educación y salud. Todo lo demás es pura demagogia: un “bonito” presente que condena el futuro. No podemos ni debemos obviar o infravalorar el poder y el deber de la educación. No admitamos “magníficas” teorías absurdas y ridículas que tratan de justificar ante la sociedad ciertas decisiones educativas que van en contra de la auténtica educación.
6. ¿Queremos tener infraestructuras como Alemania?. ¡Sí!. Sería estupendo. ¿Queremos tener un sistema educativo como algunos países nórdicos?. ¡Sí!. Sería estupendo. Pero si no hay suficiente presupuesto para ambos apartados (caso de nuestro país), ¿qué sería preferible, tener magníficos AVE´s y aeropuertos o tener un eficaz sistema educativo?.Políticamente estas cuestiones van íntimamente unidas a otra: ¿qué reporta más votos?. La respuesta a estas cuestiones es muy “interesante” porque es una respuesta políticamente interesada por la inmediatez de los votos.
3. El actual sistema educativo no cumple sus funciones reales y básicas al haber quedado su cometido relegado, por intereses políticos, a un papel de “guardián” de niños/as y adolescentes (o sea, hemos “prolongado” las guarderías hasta la finalización de la Educación Secundaria Obligatoria).
Precisamos una profunda revolución educativa de la que emane una nueva prioridad: preparar a la persona para su vida presente y, especialmente, para su vida de adulto. Para ello, contemplará y premiará el respeto, el esfuerzo y la preparación; al tiempo que se alejará y olvidará de la actual prioridad que, como ya se ha expuesto anteriormente, consiste en “guardar” al colectivo infantil y adolescente en unos espacios denominados Centros Educativos en los que respeto, esfuerzo y preparación brillan intensamente pero por su ausencia.
4. Al actual sistema educativo no le importa el alumnado, no le importa su situación en las aulas, no le importa su nivel de preparación... Es más, prefiere ignorar las grandes dificultades y carencias que rodean al proceso educativo. Por ello, no resulta nada extraño que, desde hace años, nuestros representantes políticos ignoren sistemáticamente tanto la indisciplina reinante en las aulas como los resultados que obtenemos en las sucesivas comparativas europeas.
5. Las decisiones políticas interesadas no interesan a la educación ya que la desvirtúan, la merman, la condenan, la despojan de su ser... Si la educación interesa no proceden decisiones interesadas. Sólo cabe buscar y tomar decisiones interesantes, válidas, serias, congruentes, eficaces...
Si el presente y, especialmente, el futuro de nuestra sociedad nos interesa, hemos de hacer una apuesta fuerte y seria en dos pilares básicos: educación y salud. Todo lo demás es pura demagogia: un “bonito” presente que condena el futuro. No podemos ni debemos obviar o infravalorar el poder y el deber de la educación. No admitamos “magníficas” teorías absurdas y ridículas que tratan de justificar ante la sociedad ciertas decisiones educativas que van en contra de la auténtica educación.
6. ¿Queremos tener infraestructuras como Alemania?. ¡Sí!. Sería estupendo. ¿Queremos tener un sistema educativo como algunos países nórdicos?. ¡Sí!. Sería estupendo. Pero si no hay suficiente presupuesto para ambos apartados (caso de nuestro país), ¿qué sería preferible, tener magníficos AVE´s y aeropuertos o tener un eficaz sistema educativo?.Políticamente estas cuestiones van íntimamente unidas a otra: ¿qué reporta más votos?. La respuesta a estas cuestiones es muy “interesante” porque es una respuesta políticamente interesada por la inmediatez de los votos.
Al político con poder de decisión no parece interesarle la futura sociedad sino los actuales votos. Y sin un planteamiento a largo plazo, el sistema educativo acaba reducido a la inmediatez del efecto “guardería”. ¡Qué lamentable!. ¡Cuan diferente podría ser!. ¡Qué importante sería cambiar el actual rumbo!. ¡Qué necesario incorporar un mínimo de ética en la actual política educativa!.
De todas formas, con el actual presupuesto destinado a educación (que habría de igualarse al de la mayoría de los países europeos que sí obtienen buenos resultados en los análisis comparativos) podría ofrecerse un sistema educativo mucho más adecuado a las necesidades reales del alumnado para alcanzar una buena preparación como persona y competir con más garantías en el futuro mercado laboral. Basta ya de atender tantísimo a quienes no muestran interés ni respeto y sí atropellan el derecho a la educación de tantos otros/as. Y vamos a ocuparnos de TODOS/AS. O sea, ocupémonos también de quienes sí muestran interés y respeto por un adecuado proceso educativo; para ello hemos de dedicarles mucho más y mejor tiempo en tal proceso. Esto sí nos igualaría con la enseñanza privada y con el resto de Europa; esto sí mejoraría la tan cacareada igualdad de oportunidades.
7. ¿Queremos tener una futura sociedad que manifieste mayor respeto y valore la preparación y el esfuerzo?. Si queremos este futuro hemos de trabajar para ello desde ahora; hemos de preparar tal futuro en el presente. En el Centro Educativo el alumnado ha de impregnarse del adecuado sentido de la autoridad, disciplina, respeto, compromiso, esfuerzo, superación, preparación... Valores éstos que, para parte del alumnado, no le serán transmitidos por ninguna otra vía.
Para perseguir todo esto se requiere reformar la legislación vigente incorporando al proceso educativo los valores que precisa y ofreciendo diversas vías educativas que abarquen a todo el alumnado sin perjudicar a nadie: que el derecho a la educación de unos cuantos/as no lesione el derecho a la educación de otros muchos/as. ¡Revolución educativa ya!.
En el ámbito educativo Ética y Política han de ir más unidas que nunca. Precisamos una gran congruencia en un tema tan trascendente. ¡Revolución educativa ya!.
¿Aspirar a todo ello sería pura UTOPÍA?. ¡No!. La utopías son cosas inalcanzables (o casi) y éste no es, en absoluto, el caso que nos ocupa. ¡Revolución educativa ya!.
De todas formas, con el actual presupuesto destinado a educación (que habría de igualarse al de la mayoría de los países europeos que sí obtienen buenos resultados en los análisis comparativos) podría ofrecerse un sistema educativo mucho más adecuado a las necesidades reales del alumnado para alcanzar una buena preparación como persona y competir con más garantías en el futuro mercado laboral. Basta ya de atender tantísimo a quienes no muestran interés ni respeto y sí atropellan el derecho a la educación de tantos otros/as. Y vamos a ocuparnos de TODOS/AS. O sea, ocupémonos también de quienes sí muestran interés y respeto por un adecuado proceso educativo; para ello hemos de dedicarles mucho más y mejor tiempo en tal proceso. Esto sí nos igualaría con la enseñanza privada y con el resto de Europa; esto sí mejoraría la tan cacareada igualdad de oportunidades.
7. ¿Queremos tener una futura sociedad que manifieste mayor respeto y valore la preparación y el esfuerzo?. Si queremos este futuro hemos de trabajar para ello desde ahora; hemos de preparar tal futuro en el presente. En el Centro Educativo el alumnado ha de impregnarse del adecuado sentido de la autoridad, disciplina, respeto, compromiso, esfuerzo, superación, preparación... Valores éstos que, para parte del alumnado, no le serán transmitidos por ninguna otra vía.
Para perseguir todo esto se requiere reformar la legislación vigente incorporando al proceso educativo los valores que precisa y ofreciendo diversas vías educativas que abarquen a todo el alumnado sin perjudicar a nadie: que el derecho a la educación de unos cuantos/as no lesione el derecho a la educación de otros muchos/as. ¡Revolución educativa ya!.
En el ámbito educativo Ética y Política han de ir más unidas que nunca. Precisamos una gran congruencia en un tema tan trascendente. ¡Revolución educativa ya!.
¿Aspirar a todo ello sería pura UTOPÍA?. ¡No!. La utopías son cosas inalcanzables (o casi) y éste no es, en absoluto, el caso que nos ocupa. ¡Revolución educativa ya!.
Estaría bien que los políticos escucharan de vez en cuando a los profesores que son los que realmente deben afrontar a diario el trato con los alumnos/as. Un saludo.
ResponderEliminarHacía tiempo que no leía un análisis tan contundente y certero. Es la realidad cruda y descarnada.
ResponderEliminarOliver
¿Y dónde situarías la religión dentro del sistema educativo?
ResponderEliminarLa religión no tiene cabida en el sistema educativo de una democracia teóricamente laica. Emilio. Gracias
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