Un nuevo intento de invasión en Viena...
No, no nos referemimos al Gran Turco que está a las puertas de Viena otra vez. Hablamos del lamentable suceso que tuvo lugar el pasado jueves 3 de diciembre, durante la celebración del partido de Europa League entre el Austria Viena y el Athletic de Bilbao. Tras marcar el segundo gol (y así ponerse 0-2) una miriada de energúmenos -los cuales habían lanzado bengalas un poco antes, dificultando el desarrollo normal del partido- comenzaron a entrar en el terreno de juego. Los jugadores del Athletic corrieron hacia los vestuarios, temiendo que los ultras (me niego a llamarlos hinchas o "supporters") la tomaran con ellos.
El árbitro, como es lógico, suspendió el encuentro hasta que la situación se normalizase. La policía vienese tuvo que intervenir ya que la primera línea de seguridad, formada en casi todos los estadios europeos por personas contratadas (muchas de las cuales carecen de formación en materia de defensa, control de masas y de armas defensivas) había cedido rápidamente.
Finalmente el partido pudo reanudarse, ¡30 minutos más tarde! Aparte del hecho de que los ultras en el estadio llevaban pancartas alusivas al régimen de Franco y simbología de ultraderecha (en el límite suficiente para no ser denunciados por la legislación austriaca, donde están prohibidos símbolos nazis, por ejemplo), saltan a la palestra dos cuestiones:
1) ¿Por qué había tantos ultras y decidieron actuar en un partido intrascendente -era de la fase de liguilla de una competición menor como la Europa League (antigua UEFA)-?
La respuesta, en parte, quedó aclarada horas después del partido: resulta que en esos días coincidía una reunión de grupos ultra de toda Europa. Vamos, que se juntaron en Viena lo mejorcito de cada casa para decirse lo bien que ejercen la violencia en sus respectivos países y competir por ver quien es más radical.
2) Y más importante, ¿hasta cuándo van a permitir los clubes de fútbol que semejantes individuos sigan dominando en los terrenos de juego? No es de recibo que los aficionados de equipos contrarios tengan miedo de ir con la camiseta de otro equipo diferente al local por si al grupo ultra de turno le da por agredirle; no es de recibo que se sirvan de los terrenos de juego para enseñorearse y pitorrearse de la gente honrada; y por último, no es de recibo que los dirigentes de los clubes y la prensa afín (y si no, lean lo que dice la prensa austriaca sobre los incidentes), con muy contadas excepciones (véase Laporta en el Barcelona) den tratos de favor a estos grupos, con la manida y falsa argumentación de que son los que realmente apoyan y jalean al equipo.
Hay que comenzar derribando mitos, y el fútbol es un deporte que debido a su conservadurismo (y cierto reaccionarismo) está criando mitos a mansalva. ¿O es que acaso un seguidor que va con su familia al campo de fútbol es menos aficionado o siente menos los colores de su equipo que un ultra que se dedica a amenazar e insultra al contrario? Contra los ultras, contra el radicalismo, contra la intolerancia, la violencia y el racismo, ¡tolerancia cero!
Gableleig.
Gableleig.
Amigo Daniel, no sé si iras mucho al fútbol, yo soy socio del Málaga y estoy acostumbrado a escuchar ese tipo de gritos e insultos cada Domingo en la Rosaleda. Parte de culpa la tienen los mismos clubs como tú dices en el artículo, y los medios de comunicación que parecen legitimar este tipo de actos, aunque después pongan la voz en el cielo cuando se producen cualquier acto violento. El lunes pasado en el informativo de cuatro más de 5 minutos fueron dedicados a los insultos realizados por la afición del Sadar contra Cristiano Ronaldo. Aprovecho también para aplaudir la actitud del árbitro malagueño Hierrezuelo que paró el partido de baloncesto entre Cajasol y Manresa durante cinco minutos debido a los gritos que se proferían contra su persona.
ResponderEliminarEl fútbol necesita mucho de educación y lamentablemente el nivel socio-cultural general del que asiste a un campo de fútbol no es muy alto. Un saludo
Efectivamente, los medios de comunicación no contribuyen a erradicar este tipo de comportamientos en los campos. En respuesta a su pregunta, no soy socio de ningún club, aunque sí lo fui en su momento. Uno no debería "estar acostumbrado" a escuchar insultos cada domingo, pero hay tantas cosas a las que uno no debería estar acostumbrado... Coincido con usted en felicitar la actitud del señor Hierrezuelo, y le diré que la radio que escuchaba en ese momento no entendió dicha actitud: una prueba más de lo arraigado que está el insulto en la cultura deportiva.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Daniel Quijano.
Minuto 30 de partido, Málaga y Zaragoza se juegan salir de la zona caliente de la tabla. El partido está tenso y en una falta lateral Apoño y Ewerton se ensarzan en una discusión que no alcanza las manos por la intervención de otros jugadores. En un descuido del árbitro, Apoño lanza un escupitajo a la cara del rival. Terminada la trifulca, el público de la Rosaleda corea el nombre de ¿? Si, Apoño. Un ejemplo más del ejemplo que da el deporte rey en nuestro país.
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