EL PLACER DE MATAR. PUBLICADO EN DIARIO MÉDICO
El hallazgo de miles de confesiones de militares alemanes presos durante la II Guerra Mundial desmiente el mito de la superioridad moral de la Wehrmacht sobre los cuerpos nazis de élite.
A los niños, de unos tres años, los agarraban de los pelos y los levantaban a pulso para dispararles a quemarropa con la pistola. Después los arrojaban al mismo agujero”. Estas palabras fueron pronunciadas con total indiferencia por el teniente general Heinrich Kittel, el 28 de diciembre de 1944, durante un relato detallado de la eliminación de unos 14.000 judíos en Dünaburg, entre julio y noviembre de 1941.
Decenas de miles de declaraciones como ésta, realizadas por soldados alemanes prisioneros a los agentes británicos y estadounidenses, sustentan ahora una revisión del papel del ejército alemán durante la II Guerra Mundial y demuestran la frialdad e, incluso, regocijo con la que los soldados alemanes aplicaron la violencia extrema sobre la población civil y los judíos. Ésa es la tesis que defiende el libro Soldaten, recién publicado por Sönke Neitzel y Harald Welzer, y que echa por tierra la tradicional visión que consideraba a las SS como encargadas del trabajo más sucio, mientras la Wehrmacht se habría mantenido en el papel de un ejército honorable. Abundantes confesiones se revelan como una nueva fuente histórica inexplorada y descubierta al azar por Sönke Neitzel en otoño de 2001, cuando trabajaba como profesor invitado en la Universidad de Glasgow y encontró en un viejo libro de Michael Gannons referencias no muy precisas a unos protocolos de interrogatorios a soldados alemanes prisioneros de los que los historiadores de la II Guerra Mundial no tenían noticia hasta el momento.
Sönke Neitzel, autor de Soldaten, libro que ha sacudido la conciencia alemana.
Las razones y el porque del odio, de odiarnos a nosotros mismos, lo que somos, es algo que me tiene sumamente intrigado, sus causas profundas, su naturaleza primera. Lo que si es cierto que no podemos levantarnos de los pelos y darnos un tiro a quemarropa, pero así es en esta extraordinaria y brutal oportunidad que es la dualidad de nuestro universo físico.
ResponderEliminarDespues de seis años de guerra atroz, llegar a tu casa y no hallar nada más que escombros, con familiares y amigos muertos, no creo que ningun ser humano mantenga principios morales vigentes.
ResponderEliminarEs muy fácil hablar después de 70 años sin padecer una guerra.