TODO COMENZÓ EN EL ESPACIO
Todo comenzó en el espacio. Nuestra especie no habría desarrollado su cultura si no hubiera acotado sus espacios. En los lugares limitados (plazas, mercados, edificios…) nos entendemos libremente, pero también es el terreno donde nuestras libertades se coartan. Dentro del juego entre las categorías de espacio lleno o vacío, abierto o cerrado, estático o dinámico, se encuentra la raíz de nuestras ideas de libertad y represión.
Cuando el poder quiere eliminar la posibilidad de la crítica, de la disidencia, de la desobediencia o, lo que es lo mismo, de la instauración de nuevos espacios, erige la frontera real o simbólica y controla el tránsito. La frontera limita, coarta, corta el camino, la comunicación espontánea y las circunscribe a su jerarquía. El poder trata de demarcar el espacio porque sabe que así domina también el lenguaje y por ende, el pensamiento. Los nombres que se le asignan a un espacio cerrado vienen dados por las delimitaciones que ha llevado a cabo el poder. El Estado-Nación, la Autonomía, el Municipio…, son categorías artificiales e impuestas y a cada una le corresponden sus elementos autoritarios propios: sus límites legales y físicos y sus cuerpos represivos.
Además, las categorías que definen el espacio público delimitado también son asignadas por el poder. Así, un espacio público −la madrileña Puerta del Sol, por ejemplo− puede ser transformado en mero mercado y en él defenderse la propiedad corporativa y sus beneficios a costa de derechos como el de reunión, el derecho a la información o el libre tránsito. La respuesta del Estado a la libre circulación de información en la Puerta del Sol es, de esta manera, idéntica a la que tuvo en la Red. El único objeto de sus acciones violentas ha sido el de defender intereses privados y corporativos en contra de su propia población.
De hecho, estas dos reacciones del poder “democrático” en Sol y la Red sólo corroboran dos constantes en la política de los estados modernos: por un lado, la defensa fundamentalista del derecho a la propiedad privada y su explotación por encima de cualquier otro derecho; por otro, la desconfianza y miedo ante la autonomía y creatividad de la población.
El poder padece de horror vacuii, miedo al espacio vacío, libre e infinito. Y este miedo se azuza haciéndonos creer que el llamado “vacío de poder” es la antesala del abuso de poder. Se trata de justo lo contrario: la acumulación de poder en un número minoritario de la población es lo que crea la imposición violenta. En realidad, sólo hay vacío de poder cuando el pueblo pierde su “voluntad de poder” es decir, cualdo reniega de su voluntad inherente de crear espacios para disolver el poder coercitivo y se adocena. Cuando un poder autoritario como el de nuestra “democracia” desaparece por la acción constante de la resistencia civil, lo único que ocurre es que se manifiesta la voluntad creativa del pueblo.
El conservador tiene miedo, sobre todo, al futuro. Por eso hoy vive en el miedo. Hoy es el futuro. “¡Qué locura!” Nos dirá “¿Y por qué querer precisamente quedarse en la puerta del Sol? ¿Por qué no reunirse en cualquier otro sitio?” Porque Sol es la plaza del pueblo, y, como el sol mismo, el centro de irradiación, el centro de la galaxia de esta lucha, el corazón del sistema simbólico espacial. Y en esta primara etapa de cambio de paradigma económico y político, de lo que se trata es de la conquista del espacio.
No es casual que en la puerta del Sol confluyan una decena de calles. De esta forma, Sol parece la representación urbana de una estructura nodal. Tampoco es extraño que las asambleas se reúnan en otros nodos y que con su acción reproduzcan la organización de Internet. Recordemos, todo comenzó como una lucha por el ámbito virtual frente a la propiedad privada corporativa. La del 15M es una lucha por un espacio que rompa el monopolio y la privatización de la democracia, la cultura, el trabajo y la opinión. Ajeno a representantes de una fe caduca, el 15M es la reivindicación de la necesidad de recuperar el verdadero y único sacramento al que el pueblo debe responder, el espacio vacío, infinitamente libre.
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