MARINA FLOX BEN
¿Qué es para usted el 15 M?
Para mí es la expresión del descontento y las ganas de tomar las riendas para cambiar el rumbo de nuestras vidas.
¿Qué le hizo a usted unirse a dicho movimiento?
Creo que una gran parte de l@s asistentes a las manifestaciones que tuvieron lugar el 15 de mayo, sabíamos que con una manifestación no colmábamos nuestras ganas de protesta, que en todo caso, una manifestación se quedaría sólo en eso, en una protesta, no encontrábamos el canal de expresión adecuado para avanzar en nuestras reivindicaciones.
Cuando a la mañana siguiente me enteré que había habido un grupo que se quedó en Sol, sentía la necesidad de unirme a ell@s; cuando además ese grupo fue desalojado, veía necesario que esa llama no se apagara. Sin embargo, esperé al día siguiente, tras comprobar que ya con la sangre fría, la gente seguía dispuesta a no cesar en su empeño.
A partir de entonces, lo que me hizo acudir a Sol cada día era la esperanza de que esas ganas, esa unión sincera de esfuerzos, se convirtiera en algo palpable, en un avance hacia la construcción de un mundo mejor. En este sentido, volvía a Sol cada día con objetivos claros, que entendía como necesarios y que, sin embargo, estaban muy desatendidos.
Esa actitud de pasotismo generalizado, que Federico Mayor Zaragoza ha llamado delito de silencio, parece haberse instaurado en parte de la sociedad. ¿Por qué ha tardado tanto la ciudadanía española en despertar?
La ciudadanía española… para mí aún no ha despertado. El 15M sí tuvo una gran cantidad de despertares simultáneos, pero incluso dentro de éstos los hay en mayor o menor medida.
Si la ciudadanía española hubiera despertado conseguiríamos ver cambios en las leyes, en los activos de los bancos, en las audiencias, en las ventas de periódicos, etc. Esto aún no se ha dado. Por eso es necesario que l@s que atisbamos a ver algo de lo que se puede hacer, instemos a los demás a nadar contracorriente también.
De todas formas, es normal que se tarde en despertar, hay que comparar los medios que tenemos para conseguirlo, con los medios que desde hace unos 40 años han estado utilizando (y siguen haciéndolo) para instalar en nuestra mente una determinada forma de pensar, configurando poco a poco, a golpe de dirigir la educación, de manipular los medios, de limitar la expresión de voces disidentes, de embarcarnos en un mercado que todo lo domina y donde la lógica que se impone es la lógica de la competición. Así, han conseguido que la mayoría de la gente se mueva bajo los designios de esa lógica que nos hace competir por miedo y porque responde a nuestros instintos más bajos, tal y como si estuviéramos en la selva, puesto que no ha sido de una manera casual el que nos hayan recalcado que la persona es un animal, racional, sí, pero animal.
En tales circunstancias, hay gente que aunque cree que se puede funcionar de otra manera, primando la lógica de la competitividad, no se atreve a dar ese paso, supongo que en muchos casos es debido a lo que se llama “el dilema del prisionero”.
¿Dónde han quedado los sindicatos en su tradicional defensa de los intereses de los trabajadores?
Los sindicatos están formados por personas, y como tales, entran dentro del sistema, esto es, son corruptibles, tienen intereses que se llegan a transformar en necesidades y cuando se pierden de vista las prioridades o pierdes la convicción de que el servicio público requiere un valor añadido a las personas que lo desempeñen… simplemente haces lo que el resto y esto, en determinados puestos se traduce en mayor responsabilidad o complicidad con este sistema que avanza en sentido contrario al camino de la justicia social.
¿Por qué “lo llaman democracia y no lo es”?
Se ha repetido muchas veces el significado etimológico, “demos= pueblo” y “cracia =poder”, sirve para comparar su significado aparente con nuestro actual estado, pues vemos cómo la riqueza se concentra en pocas manos, cómo no cubrimos nuestras necesidades básicas, sin las cuales, no podemos hablar de verdadera libertad ni desarrollo, si no tenemos libertad; vemos cómo realmente el poder lo tienen los mercados, a quienes no hemos votado, pero son ellos los que hablan a través de nuestros políticos, quedando así en papel mojado nuestro voto.
Como digo, no tenemos una libertad real, sí nominal, nos atan de pies y manos para que podamos seguir colaborando según lo planeado en su sistema, tod@s como sacrificio de un@s poc@s. Si tuviéramos libertad, podríamos elegir si vivir o no con nuestros padres, por ejemplo, pero en vez de esto, lo que podemos es elegir si vivir con nuestros padres o irnos a una pequeña habitación de alquiler rezando por no perder el trabajo, en el que aunque nos sintamos explotados, al menos nos permite no quedarnos en la calle. Y si no tenemos libertad para poder rebelarnos contra las injusticias de nuestro día a día… ¿cómo vamos a tener poder para hacer que se cumplan nuestras reivindicaciones cuando damos el paso de expresarlas?
Porque hemos descubierto, mejor dicho, nos hemos dado cuenta, que la democracia no se alcanza simplemente porque tengamos la oportunidad de votar cada cuatro años. Hay variables que indican el nivel de salud de esa aparente democracia, variables como la libertad de prensa, la corrupción existente, la separación de poderes, etc. Simplemente, estamos avanzando en esos niveles, o al menos, luchamos por recuperar lo perdido.
El 15M es una toma de conciencia sobre esa dejadez de la que hemos sido partícipes, hemos votado, l@s que hemos querido, y después nos hemos lavado las manos. Bueno, en verdad es muy injusto hablar así, puesto que ya había gente muy consciente de esto y cada movilización, manifestación, recogida de firmas, cada bitácora, cada asociación que denuncia abusos de poder, etc. Eran y siguen siendo gritos contra cada injusticia en materia de salud, educación, inmigración… lo que pasa es que ahora esos gritos se han visto considerablemente reforzados o al menos apoyados/escuchados.
No quiero dejar pasar la oportunidad de poner un ejemplo muy gráfico, con el que se puede comparar nuestra postura y nuestra responsabilidad frente a lo que estamos viviendo: si fuéramos madre/padre de un/a niñ@ pequeñ@, que tuviéramos que dejar cada día al cuidado de otra persona… cuando regresáramos a recoger a nuestr@ hij@, no nos conformaríamos con pagar a esa persona sin más. No. Cada día comprobaríamos que nuestr@ hij@ está en buenas manos, que nos podemos estamos satisfech@s con la confianza que depositamos en esa persona al contratarla. Es más, si algún día observamos algo que no se ajusta a la educación que le queremos dar, enseguida se lo haremos saber a esa persona y tendremos claro que su labor se mantendrá mientras nosotr@s así lo entendamos como oportuno o necesario. En fin, no elegimos a una persona y nos olvidamos de nuestra responsabilidad como padres o madres el resto del tiempo, simplemente, porque sentimos esa necesidad de saber, de cuidar, de educar… porque sabemos que todo es importante cuando se trata de nuestr@s hij@s.
Estaría bien ser igual de conscientes no ya sólo a un nivel familiar, sino más global, porque hay otr@s niñ@s que mueren cada día por nuestra dejadez.
Le pedimos una autocrítica del movimiento 15M
Una autocrítica respecto del mismo sería mi falta de implicación total, pero asumiendo como míos también los fallos o límites del mismo, ya sea por la falta de atención a los mismos, o por la ausencia de logros a pesar de los esfuerzos, puedo empezar por el levantamiento de la acampada sol sin acuerdos con las autoridades correspondientes para obtener una vía de acceso a los plenos municipales, conseguir abrir otras formas de participación o por ejemplo, lograr el derecho al uso y disfrute para este movimiento de instalaciones municipales infrautilizadas. Para mí, un ejemplo de esto sería lo conseguido por la acampada de Alcoy. En Madrid parece que somos menos práctic@s o nos dejamos llevar por los más radicales.
La crítica constante es la falta de coordinación, debida básicamente a miedos o a posturas extremistas. De ésta se deriva también la falta de una estrategia y tácticas que se puedan seguir aprovechando eso de que la unión hace la fuerza. Ligado también está el miedo latente a los liderazgos, que no tendrían por qué suponer la representación del movimiento, sino el reconocimiento de una “avanzadilla”. Asimismo tenemos entre estos miedos y posturas extremistas, que nublan el sentir general, la posibilidad de encarar las elecciones de un modo práctico, útil, lo más eficientemente posible.
¿Creéis que “Nada será como antes”?, ¿En qué sentido cree que cambiarán las cosas?
Esa afirmación no la comparto. Que cambien o no las cosas dependerá de nosotr@s, de tod@s, exactamente igual que antes del 15M, es decir, para mí, el 15M no ha supuesto un punto de inflexión irreversible.
Dicen que no pertenecen a ninguna ideología concreta, pero es evidente que algunas de sus reivindicaciones están más cercanas a la izquierda
Izquierdas y derechas son conceptos que como el de democracia no se ven correspondidos con las realidades a las que se achacan. Podríamos entrar en preguntas sobre lo que se entiende por izquierda, sobre las distintas izquierdas… Pero no es lo importante, básicamente, lo que importa es que dejemos los adjetivos a un lado y así veremos que la esencia de lo que pedimos, de lo que queremos, es compartida por tod@s nosotr@s, l@s que no pertenecemos a esa élite que gobierna y controla nuestras vidas.
Los adjetivos los ponen otros, con el deseo de dividirnos, sabiendo que marcando las pequeñas diferencias nos olvidaremos de lo que nos une, que es mucho más.
Excepto las posturas más extremistas ideológicamente, la mayoría de los votantes lo hacen confiando en la opción menos mala para su futuro, no por estar convencid@s de ninguna ideología concreta. Votamos según si lo que hemos oído al partido de turno nos convence más o menos y según nos haya ido en los últimos cuatro años.
El 15M se empeña en llamar la atención sobre este hecho, sobre la falta de opciones verdaderas y sobre la existencia de alternativas más allá de lo que se encargan de que oigamos o veamos. Alternativas que realmente sí corresponden a lo que todos buscamos, sí que son el camino hacia ese futuro que tod@s queremos. Alternativas en las que lo fundamental no es la ideología, sino nosotr@s, por eso son alternativas que existirán en la medida en que nosotr@s nos pongamos a ello. ¿Y serán de izquierdas? ¿de derechas? Serán las opciones que escojamos en el convencimiento de que son las mejores respuestas que hemos encontrado. Sin más.
Critica Carlos Taibo en su libro la identificación de crecimiento y consumo con felicidad y bienestar, ¿qué es para usted felicidad y bienestar?
Resulta fundamental acercarse a esos conceptos de crecimiento, desarrollo… pues nos venden fórmulas de países que supuestamente son un ejemplo a seguir y lo hacen basándose sobre datos de su crecimiento, cuando en verdad lo que se mide es su crecimiento económico y ni siquiera teniendo en cuenta el posible aumento de la desigualdad en ese país, ni el nivel de vida, ni el grado de satisfacción personal... nada; es un reflejo de que el mundo ha perdido el norte. Bueno, en verdad creo que esta afirmación también es injusta, pues creo que sólo el llamado “norte” es el que está perdido.
Las finanzas se han convertido en el centro de nuestras vidas, sólo hay que ver las noticias estos días y si nos dejamos llevar, seguiremos los ascensos y descensos de puntos con más interés que los pasos de nuestr@s hij@s (para quien los tenga). Hoy en día el centro del universo no es el Sol, no es Dios, no es el Rey… hoy el centro del universo son los mercados y tenemos que sacrificarnos día tras día para que no se enfaden, tenemos que agachar la cabeza y suplicar más recortes sociales para que vean nuestra disposición a ser buenos y obedientes, para que sepan que pueden seguir contando con nosotr@s como sus más fervientes esclavos.
La peor crisis que estamos pasando es la crisis de valores, es la que nos ha hecho perder de vista a la persona, ésa que debería estar en nuestro centro y sobre la que deberían gravitar las demás decisiones, a la que debería servir la economía y no al revés.
La felicidad para mí es aquello inalcanzable a lo que tiende toda persona, todo lo que hacemos es la respuesta a esos intentos de buscarla, de encontrarla, de sustituirla por placer, como consecuencia de negar su existencia, etc. La felicidad sería aquello que encarna la verdad, la bondad, etc., alguien con raíces cristianas como yo, podría decir que ese camino es el que se refleja en la vida de Jesucristo.
El bienestar sin embargo es un concepto más “artificioso”, consecuencia de los derechos civiles y políticos que supuestamente se van consagrando a medida que el Estado avanza en su vida de “adulto”. Para mí el concepto de bienestar no está unido inevitablemente a la búsqueda de la felicidad, de hecho, se me antoja un concepto egoísta, que niega la realidad existente más allá de la propia. Vaya, que la palabra bienestar no está en mi diccionario.
No veo que reclame la nacionalización de la banca, que son los principales ladrones de la historia. Hasta que eso suceda este representante del 15M merece mis sospechas. http://opicode.blogspot.com/
ResponderEliminarLas preguntas no dieron pie a concretar reclamaciones de ese tipo.
ResponderEliminarUn saludo.
Marina F.B.