LA LEY ELECTORAL
PUBLICADO EN http://blogs.cincodias.com/
Lo bueno de que hayan pasado las elecciones es que, al menos, las lecturas de la situación económica y financiera de España se podrán diferenciar más fácilmente de los debates sobre si el sábado Higuáin dio al balón con la mano o con el pecho. La prima de riesgo sigue disparada, la Bolsa cayendo y si nos rescatan o no no depende tanto de Zapatero o Rajoy como de Angela Merkel o Mario Draghi.
Desde hace como 10 años, cada día después de unas elecciones suelo terminar, armado de una hoja Excel, discutiendo por la redacción sobre los efectos reales de la ley electoral, sobre la que hay tantos mitos. Hoy me aprovecho de que alguien en internet ya tiene la hoja Excel hecha para trasladar al blog estos efectos de la ley electoral. La calculadora está en esta dirección, http://icon.cat/util/elecciones, y he contado con la ayuda de mi compañero y amigo Jaume Viñas, @Jaume_Vinas, que está trabajando en el mismo tema.
El mito: Los partidos nacionalistas están sobrerrepresentados. La realidad: No están sobrerrepresentados. El mito: la ley D'Hondt impide la entrada de nuevos partidos. La realidad: No es la ley D'Hondt, es el sistema de circunscripciones. El mito: Todos los votos valen lo mismo. La realidad: Nada más lejos.
Empecemos por el principio. Porcentaje de votos y porcentaje de escaños. En los partidos nacionalistas periféricos: CiU 4,6% de escaños, 4,17% de votos. Amaiur, 2% de escaños, 1,37% de votos. PNV 1,4% de escaños, 1,37% de votos. Esquerra 0,9% de escaños, 1,05% de votos. BNG 0,6% de escaños, 0,75% de votos. Coalición Canaria, 0,6% de escaños y votos. Compromís 0,3% de escaños, 0,51% de votos. GeroaBai 0,3% de escaños, 0,17% de votos.
Salvo esta última candidatura, hay un exceso de representación muy leve. Quien más se beneficia son los dos grandes partidos y, sobre todo, el que gana. PP 53% de escaños, 44,6% de votos. PSOE 31,4% de escaños, 28,7% de votos. Siempre sale beneficiado el que gana las elecciones, aunque ayer la debacle del PSOE le ha recortado la habitual sobrerrepresentación del segundo.
Los partidos pequeños de implantación nacional. IU 3,1% de escaños, 6,92% de votos, UPyD 1,4% de escaños, 4,69% de votos, Equo-Compromís, 1,39% de votos, 0,3% de escaños. En otras palabras, quien gana son los dos grandes; quien pierde son los partidos minoritarios de implantación estatal.
Segundo mito. Es la le y D'Hondt. Mito a medias que se resuelve con más facilidad aún. Jaume ha creado una hoja en la que simula una circunscripción única, aplicando la misma ley D'Hondt. El resultado se aproxima bastante al que saldría de una representación proporcional. El resultado es que el PP tendría 20 escaños menos, aunque seguiría estando sobrerrepresentado en unos tres puntos porcentuales, y el PSOE perdería cuatro escaños y su sobrerrepresentación sería del 1,5%, aproximadamente. Bajando el listón a otros partidos, IU tendría 25 escaños (un 7% del total, el mismo porcentaje de voto) y UPyD, cuya representación sería de 17 escaños, también tendría una representación proporcional a sus votos. A partir de ahí la ley D'Hondt penaliza muy levemente a los partidos minoritarios.
Con números de escaños inferiores, la ley D'Hondt sí tiene un efecto más positivo sobre el partido mayoritario; por ejemplo en las provincias con cuatro escaños se salta de empate a dos al tres a uno cuando un partido duplica los votos del otro.
Tercer mito: todos los votos valen lo mismo. Aún más sencillo. El escaño de Melilla le ha costado al PP 18.000 votos, y los dos de Teruel, 40.000. Al PSOE, uno de Soria 16.000 votos. Equo ha logrado un escaño con 340.000 votos, y a UPyD cada uno le ha costado más de 200.000. En Madrid sacar un escaño ha costado unos 70.000 votos (a Equo le han faltado un puñado de votantes, unos 6.000, más de 20.000, pero aún me estoy peleando con la Excel que hice en 2008).
Las conclusiones son más valorativas. El sistema electoral actual no es fruto de un derecho natural, es fruto de los pactos de la transición; los actores de aquellos pactos definieron el sistema, y son los beneficiados: centroderecha, centroizquierda y partidos periféricos. Obviamente, un mecanismo proporcional puro es el más justo, pero un sistema político también debe tener en cuenta la gobernabilidad y la estabilidad, así como una cierta representación territorial. Pero, aun así, es difícil defender la idea de que varios centenares de miles de ciudadanos no tienen derecho a representación porque no viven todos en el mismo sitio. Sobre todo cuando, de las dos cámaras legislativas, una no sirve para nada.
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