LAS ELECCIONES DEL 20 N. DAVID MARTÍN GIJÓN

LAS ELECCIONES DEL 20 N


El domingo tenemos unas elecciones dónde se va a determinar (con permiso de Alemania) el futuro de este país. Huyendo de aquellos que quieren un gobierno de concentración o de salvación nacional, lo cuál es la antítesis de la democracia, nos encontramos con el mismo sistema electoral de siempre y con unas elecciones dónde se verán cuál es la composición del poder político en los próximos cuatro años, porque por mucho que España sea uno de los estados más descentralizados del mundo, todo parece depender del gobierno central.

Así pues, las próximas elecciones darán el poder real a unos y otros y tenemos que decidir quién va a tener el poder. Ya sé que la tentación de decir que todos son iguales, más después de ver como se ha gestionado la crisis, en especial a nivel europeo, y como han salido parados los verdaderos causantes, con más poder y dinero que antes, y sin ninguna cortapisa.

Estas son unas elecciones marcadas por la crisis, que es una crisis del sistema capitalista y generada por el poder de la especulación, la internacional y la de los 5 millones de parados; la eclosión de los partidos minoritarios y que buscan otra forma de entender la política; el movimiento de los indignados y el 15-M, con su extensión ya mundial y una búsqueda de una mayor representatividad ciudadana en las instituciones y en las instancias de poder.

En esta etapa política marcada por la calle y dónde la gente se ha visto en disposición de luchar por sus derechos y libertades en la calle, por un modelo social más justo y solidario, todas las encuestas apuntan al triunfo del Partido Popular.

Esa es la cruel ironía del destino: en un momento en que se reivindica la importancia de la protección social, de la educación y la sanidad públicas, de la mayor representatividad de la sociedad, dónde hay que buscar el futuro, los españoles se aprestan a elegir por mayoría absoluta a Mariano Rajoy y hacerle el político que ha tenido más poder territorial (Gobierno, Autonomías y Ayuntamientos) desde la Transición.

Lo más triste de todo es que lo va a conseguir negando a los españoles la posibilidad de conocer que va a hacer a través del programa electoral que ha sustituido por una mera “declaración de intenciones”, que puede ser por dos motivos: o bien, no tiene ni idea de cómo salir de la crisis, o bien, va a ser una salida tan antisocial que no quiere que los españoles sepamos la verdad. Ha conseguido que se le vea con mejores ideas y propuestas pese a que nadie sepa cuáles son. Y lo más indignante es que ha quitado a los españoles la capacidad de decidir si está de acuerdo o no con las medidas que va a tomar.

Así pues, después de proclamar la lucha por el fin del bipartidismo, nos podemos encontrar con un régimen de partido único, el cuál no sabemos que va a hacer, los que querían una democracia que les represente se encuentran con un líder que no cree que los españoles tengan derecho a saber que ofrece a cambio de su voto (“sólo confíen en mí”).

En este momento en dónde los mercados instauran gobierno te(cn)ocráticos en nombre de los mercados y de Goldman Sachs, en España vamos a poner a un político dispuesto a hacer lo que le digan, sin rechistar.

Debemos intentar que haya un cambio en Europa, que no todo se base en la austeridad fiscal, sino que haya políticas que impulsen el crecimiento y aquí sobre todo aplicar la receta de que es más importante una mejora económica y social en base a ayudar al que más necesita y no al que más tiene. Con una combinación de lucha contra el fraude fiscal, redistribución de los impuestos hacia una mayor progresividad y unos impuestos a nivel europeo, no harían falta recortes y se podría acometer medidas de mejora de los servicios sociales. No apoyar a un partido que apoyo taimadamente medidas como el “copago” (en realidad, repago sanitario) que se carga el principio de “que cada cuál aporte según su capacidad y reciba según su necesidad”, principio de la Ilustración ¡¡hasta allí nos quieren hacer retroceder!!, por la ley de la selva y “que cada palo aguante su vela”.

Hay que evitar que lleguen al poder un presidente y un Gobierno así, con un control absoluto y para ello hay que ir a votar. Y hay varias alternativas que por raro que parezca en estas situaciones, merece la pena ir a votar.

Está Rubalcaba, un político integro, inteligente y que ha demostrado una gran eficacia en las tareas que ha tenido asignado (lucha contra el terrorismo, derrota de ETA, hacer de éste un país más seguro, lucha contra la siniestralidad en caretera y seguridad vial, etc.), que tiene un plan, un programa electoral coherente y al menos lo enseña.

Está IU que tiene el mejor programa para salir de la crisis, con principios sólidos, haciendo de este un país mejor, más solidario y más justo con Cayo Lara y Gaspar Llamazares posiblemente los políticos más honrados de este país.

Además, están Equo, IA y otros partidos que intentan mejorar la sociedad y la vida de las personas y nuestra salud individual y colectiva.

Pero sobre todo debemos luchar para mantener y mejorar los servicios públicos, cosa que no garantiza “la nueva mayoría” y con el convencimiento de que hay una salida más justa a la crisis que además es más rápida y que la voz de la calle este en el Parlamento.

Hay que evitar que políticos que no creen en la democracia, en las instituciones si no están a su servicio, que defienden que todo es privatizable controlen lo público. Y que aquellos que no quieren oír al pueblo ni que el pueblo pueda decidir si le parecen bien las medidas a tomar gobiernen este país.

Además estoy convencido de que la crisis se acabará, al menos, un año antes con Rubalcaba que con Rajoy, y que si se aplicase el 80% del programa de Izquierda Unida, España saldría de la crisis mucho antes. Hay que llenar las urnas de votos para no permitir que Rajoy y el Partido Popular gobiernen este país.

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