INTERCONTEXTUALIZANDO
Señalar el oriente, para dejar de rolar confusos, conviene.
Hay predisposición, sin saber que se sabe, en cada individuo social, para adecuar su comportamiento, en la verticalidad en que se desarrolla, al de los otros, y todos, a lo ordenado, lo convenido, establecido y aceptado, que viene de arriba y se impone hacia abajo y forman las masas -en continuo aumento por desmoronamiento de la estructura piramidal y como tendencia evolutiva- de individuos que se piensan libres porque pueden adscribirse a cualquier corriente de opinión, o la contraria; individuos protagonistas exigentes de todo medio para satisfacer sus deseos, sus apetitos, que confunden y desconciertan la voluntad liberadora como potencia que les da entereza, sometiéndola -tras la máscara- a quien o, a quienes aseguren continuidad del encubrimiento cómplice y sirvan de excusa que justifique sus irreflexivos actos, que tanto los debilitan; pusilánimes individuos sociales parapetados detrás de las máscaras incapaces de elaborar un criterio propio, desorientados, "targets" y producto de todo mercado, hasta la extenuación, por decisión personal y propia desde la mayoría de edad.
Líder, liderazgo, es la petición masiva. Masas de máscaras personales que requieren de chivo expiatorio que apuntale trampantojos, apariencias, disimulos e impunidades que, aunque se derrumban naturalmente al paso de renovadas conciencias, aún se transmiten -como un original contagio- a cuantos nos suceden en el río de la vida, que temidos/queridos por mágicos e ignorados, son sometidos, educados, obligándolos por fas o por nefas a tragar tamañas ruedas de molino, si sobrevivir quieren como individuos sociales, como personas. Hay peaje desde el inicio, que imprime carácter y deja labrada en la conciencia la relación vertical dominante/dominado del irracional orden instaurado de interdependencias, enzarzadas en una colosal maraña, interesadas en saciar todo deseo y generadoras de toda necesidad -cual resucitado Sísifo-, al forzar la voluntad -ahora sumisa y machihembrada a la rueda del poder dominante- a mantenerse en ese bajo nivel de amodorrante rescoldo, consumiéndose tras la máscara como cada quien, como está ordenado.
El enredo permanece. De momento. También aumenta la presencia en el ideario envolvente del inconsciente colectivo en este escenario global, de términos, adoptados por más precisos, para evaluar la realidad y motivar al tragicómico individuo social, irritado tras la máscara, al buen uso de la razón –razón que razona, fluye y aprende y asimila y adecua-, que lo capacita para aliviar el irracional sufrimiento, la provocación de tanto daño.
Más que una realidad humana presente, la racionalidad resulta de una profunda toma de conciencia en todo ser humano que libera la voluntad atada -desde el inicial uso de razón (acceso al sistema operativo general, único y cerrado)- al ramal de las creencias, las máscaras, el entramado cómplice de intereses, dependencias, estamentos y clases, costumbres y herencias, disimulos e impunidades ingeniadas solo para sobrevivir –convenientes en otros estadios evolutivos-, que limitan esa capacidad -por protección, por desconfianza, por “amor de madre”-, aunque asombran y dañan al ser que somos –que tiende a la superación y trascendencia- y, asume la auto responsabilidad, el autoconocimiento, orientándose (memoria limpia, sistema abierto -de brazos-, libre) hacia la sanación –la paz-, el equilibrio, la armonía. Auto sanando. En ese intento ocupado íntegramente.
Un ser solo, autónomo, que está siendo. Utilizando la razón como herramienta ética para desentrañar y comprender las pasiones, emociones y sentimientos imitados tan temprano, constantemente reproducidos –sin filtro racional- y origen de toda confusión y dualidad alienante. Confiado y alerta, con su compromiso interno de acrecentamiento de conciencia, salud y salvación. Dispuesto, en su propio proceso de sentir -estando ya la casa sosegada-, a vivir relaciones entre todos los seres vivos, fructificas, saludables, libres, nuevas, otras.
Mientras tanto se mantienen activos en el intento. Millones de seres humanos han experimentado este estado en todo el planeta, dicen. Millones de seres humanos, emboscados desde entonces y al acecho de sus debilidades, han orientado su conducta hacia la superación de pautas dañosas y derrochadoras de toda energía hasta la extenuación. Han dejado de hacer(se) daño. Reconciliados con su naturaleza animal y mortal. Abrazados al miedo hasta sentirlo propio, único y aliado consejero. Serenos y desapegados del enloquecedor tiovivo bullicioso del irracional orden instaurado en donde fueran nacidos, criados, moralizados, socializados. En silencio reflexivo, sintiendo, despojando a las palabras de toda otra intención para poder entenderse y así llegar a acuerdos, permanecen en el enredo (¡), con otra conciencia. Conciencia alerta, despierta, fluyendo, que trabaja en hacer consciente el inconsciente y mantiene el autocontrol potenciando la voluntad liberadora que se entretiene perdida en el enredo de la dualidad alienante y enferma y daña. Desde la cuna.
Un nuevo sistema debe fijar un nuevo horizonte moral.
Nuevo paradigma.
Solo es posible un nuevo sistema comprendiéndolo conveniente para el desarrollo de un nuevo paradigma. Este nuevo paradigma, hoy, debe ser globalizador, no solo porque incluya, sin oposición, a las morales dominantes actuales considerándolas casos especiales en transición hacia el nuevo modelo, también porque solo global, universal, es posible.
El nuevo oriente que la humanidad precisa ahora como referente moral para convivir racionalmente, organizarse con eficacia funcional y en armonía con el medio ambiente, debe ser: La actualización del concepto Salud. El kerigma perenne.
Salud, entendida como un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no solo la ausencia de padecimientos o enfermedades. Salud, como nivel de eficacia funcional o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como a nivel macro (social). Salud, como continuo proceso de cambio equilibrado, armónico, justo, consciente. Salud que está siendo, que se siente así a la luz de una conciencia liberada del lastre sensiblero de creencias, dogmas, leyes, ideas. Salud que es voluntad de vivir, como manifestación de la única libertad posible.
Explicitar el nuevo paradigma cooperando todas las visiones sobre el mismo, difundir, legitimar, propagar, etc., la tarea por delante. Ánimo. Y que de salud sirva.
Amén.
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