URDANGARÍN: EL ALUMNO MÁS LISTO
PUBLICADO EN EXPANSIÓN
El caso Urdangarín se ha convertido en una piedra de toque para que las escuelas de negocios apliquen a rajatabla el dicho de que “la mujer del César no sólo ha de ser honesta, sino que debe parecerlo”, y ha llevado a que alguna de las principales instituciones españolas corten de raíz su vinculación con determinados profesores y colaboradores que han tenido una relación no muy edificante con el yerno real.
Esade ha borrado literalmente a Diego Torres. Fuentes de la escuela recuerdan que “no se trataba de un docente full time de la casa, sino que era profesor a tiempo parcial”.
La investigación sobre este caso, destapado por el diario El Mundo, revela que en los folletos del Instituto Nóos, del que Urdangarin y Torres eran socios, figuraban asimismo como miembros de la junta directiva la Infanta Cristina; el propio Torres; y Miguel Tejeiro, profesor del IESE.
Este último, según fuentes de la escuela de negocios, “era sólo un colaborador externo que había impartido unas veinte clases y no desarrollaba actividad alguna en el centro desde 2008”. Aun así, cualquier búsqueda en Internet para relacionar a este asesor fiscal resultará infructuosa: el IESE ha suprimido también toda referencia a quien fuera su colaborador ocasional.
Otros dos profesores de Esade –Carlo María Galluci, catedrático de márketing, y Francisco Delgado Ruiz, también colaborador externo de esta institución–, han sido relacionados con Iñaki Urdangarin.
La revista El Siglo situaba recientemente la sede fundacional de Nóos en la misma calle, número y piso que la sede social de cuatro empresas, tres de ellas dedicadas al cuidado dental –Dentipartners S.L, DentiForm XXI, Odont Mad S.L., y Sport e Formazione S.L.– en las que Urdangarin habría participado junto con los dos profesores de esta institución.
A nadie se le escapa que las manzanas podridas que pueden surgir en los claustros o en las aulas son un factor difícil de controlar, a pesar de los esfuerzos por cambiar no sólo la imagen, sino los programas, con códigos deontológicos para los estudiantes y con una práctica profesional que respete ciertos principios, explicando qué es la empresa y qué es dirigir, desde una reflexión mucho más profunda.
El IE Business School padeció también el caso de Khamis Muammar, uno de los hijos del dictador libio Muamar el Gadafi, que estudiaba allí un postgrado de gestión de empresas. Cuando se recibió información sobre la participación de Khamis Muammar en acciones militares contra la población civil libia, el IE decidió cortar por lo sano y se determinó su expulsión, sobre la base del código ético del centro.
IE Business School se preocupó asimismo de dejar muy claro que la institución nunca había recibido ninguna donación del Gobierno libio y que sólo había cobrado lo estipulado por la formación en la que se había matriculado Khamis Muammar.
Los nexos poco edificantes con el régimen libio le costaron, sin embargo, el puesto al director de la London School of Economics (LSE), Howard Davies, quien dimitió tras hacerse público el vínculo de esta institución con Said el Islam, otro de los hijos del sátrapa.
Relaciones peligrosas
Estas relaciones peligrosas agobian a las escuelas de negocios. Tras el periodo de recesión, a muchas de ellas se les achacó –por todo el mundo– el haber estado formando a buena parte de los líderes que nos han llevado a la crisis. Por eso, la mayor parte se ha preocupado de adaptar, rehacer o reinventar sus programas para satisfacer las nuevas demandas éticas, pero también para reparar una gran inquietud de sus alumnos, que desean conocer las claves que expliquen las causas de la crisis.
Narayan Pant, decano de Formación Ejecutiva de Insead, se preguntaba recientemente si los principios del management y la gestión aceptados desde hace largo tiempo siguen aún vigentes y pueden ser aplicados, mientras que las escuelas de negocios animan a sus alumnos a distanciarse de las visiones cortpolacistas y a enfocarse hacia el medio y largo plazo, imaginando cómo serían sus empresas después de la recesión y ayudándoles a proponer nuevas estrategias para el futuro.
Algunos ofrecen respuestas eficaces para que este escenario no vuelva a producirse:
1. En un entorno como el actual, con un renovado interés por alcanzar altos estándares éticos, las escuelas hacen una reflexión profunda sobre los contenidos, no sólo técnicos, sino también personales que deben impartir las escuelas de negocios".
2. Yash Gupta es un visionario que ha impulsado la creación de Johns Hopkins Carey Business School. Gupta cree que “este escenario de caos e incertidumbre es, paradójicamente, una bendición para replantear viejos conceptos”. Carey ha sido calificada por la revista Fortune como “la primera escuela de negocios para los antiMBA”, y su lema “donde los negocios se enseñan con humanismo”, no es sólo un eslogan publicitario.
3. Instituciones como las de Gupta se jactan de combatir hechos como “haber estado produciendo másteres de ingeniería financiera, con gente sin alma, que ha ido durante años en la dirección equivocada”. Carey ofrece cursos integrados con títulos como Gente y Mercados o Comportamientos de Gestión. Cuentan con un módulo de expresión humana y profesores de drama, y los alumnos pueden escoger asignaturas "verticales" sobre salud, ciencias de la vida, energía o medio ambiente.
4. Carey Business School representa en Estados Unidos ese nuevo enfoque, con nuevas ideas para las escuelas de negocios que surgen del escenario postcrisis, pero conviene recordar que las escuelas europeas ya han incorporado este tipo de formación, que incluyen clases de teatro para dinamizar el trabajo en equipo, o talleres de Arquitectura para incorporar nuevos puntos de vista. "El concepto del MBA es una parte importante, pero se trabajan otras competencias, incorporando el componente humanístico para conocer lo que hay alrededor".
5. Esta tendencia humanista y de "vuelta a los fundamentales" impulsada por iniciativas como la de Gupta "no es una novedad en las escuelas europeas, mucho más variadas y que hablan de teorías humanistas... De ganar dinero, pero con un contenido ético más profundo"
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