NO SERÁ POR ESTRATEGIAS
PUBLICADO EN DIARIO DE ALMERÍA
EL estreno de un milenio, hito mayúsculo en el cumplir de los años, además de ocasión propicia para la novelería, es oportunidad que ni pintada para declarar pomposas intenciones. Bien medidas las cosas, de ese modo ocurre cada vez que el calendario más doméstico de los años apura las festivas postrimerías de diciembre y cada cual se aplica a proponerse esa "vida nueva" que se parece demasiado a la que no se deja atrás. La Unión Europea, no poco mayestática y solemne, así lo hizo en el año 2000 con una estrategia, la de Lisboa, por la que pretendía dotarse de un "marco sólido para la cooperación en el ámbito de la educación y la formación, basado en objetivos comunes y encaminado ante todo a apoyar la mejora de los sistemas nacionales de educación y formación". De tal forma que se establecieron indicadores básicos y niveles de referencia cuyo cumplimiento se debía alcanzar en 2010.
Pero, como el destino del gozo no pocas veces es un pozo, el Consejo de la Unión Europea, poco antes de cumplido el plazo de 2010, entendió necesaria una nueva estrategia, esta vez con la perspectiva de otra década, hasta el año 2020, para reforzar la cooperación y el apoyo al desarrollo de los sistemas de educación y formación en los estados miembros.
Esta añosa sucesión de estrategias sirve entonces para constatar que los niveles de referencia necesitados de mejora sólo registran, en algunos casos, un exiguo o templado crecimiento. Y es que la nueva estrategia prácticamente mantiene muchos de los niveles de referencia establecidos en el desarrollo de la anterior. Veamos: en 2020, una media del 15% como mínimo de los adultos (población en edad laboral, entre veinticinco y sesenta y cuatro años) debería participar en el aprendizaje permanente, cuando para 2010 se cifraba esa media en el 12,5%. Otro nivel de referencia: el porcentaje de jóvenes de quince años con bajo rendimiento en lectura, matemáticas y ciencia habrá ser inferior, en 2020, al 15%, mientras que para 2010 se establecía en el 20% (aunque sólo fue estimada la lectura).
De especial interés es este nivel: para 2020, la proporción de abandonos prematuros de la educación y la formación (esto es, la proporción de población con edades comprendidas entre dieciocho y veinticuatro años que sólo tiene enseñanza media inferior o menos y que ha dejado de seguir actividades de educación o formación) debería estar por debajo del 10%, porcentaje idéntico al fijado en la estrategia 2000-2010. A su vez, otro nivel indica que el porcentaje de personas de entre treinta y treinta y cuatro años de edad que hayan terminado la educación superior sea al menos el 40% en 2020.
Conviene reparar, por ello, de forma algo más concreta, en el abandono prematuro de la educación y formación: la media de la Unión Europea, en el periodo 2000-2010, bajó del 17,6% al 14,1% (3,5 puntos), cuando la referencia era del 10%; mientras que España lo hizo del 29,1% al 28,4% (0,7 puntos). Luego no sólo nos queda muy lejos el nivel de referencia, sino que la mejora del porcentaje es bastante más lenta que la de la media europea. El porcentaje de abandono prematuro en el sistema educativo español en 2010 (28,4%) sólo es superado por Portugal (28,7%) y Malta (36,9%), y el país inmediatamente precedente, Italia, se encuentra casi diez puntos abajo (18,8%). Eslovaquia (4,7%), la República Checa (4,9%), Eslovenia (5%) y Polonia (5,4%) tienen sistemas educativos más que destacados en las bajas tasas de abandono escolar prematuro; de la misma manera que cumplen el objetivo o quedan muy cerca de él Luxemburgo (7,1%), Lituania (8,1%), Austria (8,3%), Suecia (9,7%), Países Bajos (10,1%), Finlandia (10,3%), Hungría (10,5%), Irlanda (10,5%) y Dinamarca (10,7%).
Si el análisis se aplica a las comunidades autónomas, Andalucía registra en 2010 un porcentaje de abandono escolar prematuro del 34,7%, cuando en el año 2000 era del 35% (esto es, no ha cambiado en diez años, aunque en 2010 se constate un descenso con respecto al 37,5% de 2009 y al más que preocupante 39,2% de 2004). Sólo es País Vasco (12,6%) y Navarra (16,8%) se sitúan por debajo del 20%. Andalucía figura entre los registros más altos, junto a Murcia (35,5%), Baleares (36,7%) y Ceuta y Melilla (40,7%); mientras que un grupo de comunidades se aproxima al 20%: Asturias (22,3%), Madrid (22,3%), Galicia (23,1%), Castilla y León (23,3%), Aragón (23,7%), Cantabria (23,9%).
Luego no será por estrategias, prácticamente reiteradas en dos décadas, sino que es perentorio hacerlas realidad, con medidas y actuaciones decididas; que las buenas intenciones, ya se ve, no se materializan sólo con el paso de los años.
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