LA TANGENTE
No quiero seguir dando vueltas a la noria. Llevamos años de mirarnos al ombligo. Somos especialistas, como señaló Goya, en garrotazos y mandobles, sin razón y sin sentido. Hay que sacar el corazón fuera de las dos Españas que hielan a cualquiera. No tienen más justificación que la pura destrucción cainita. No puedo ni quiero seguir alimentando la destrucción, sino la esperanza. No es que quiera salir por la tangente, es que la tangente es una salida.
Quiero rozar los hechos para encender una luz. Siempre una luz. Una tangente de esperanza en esa esfera de negrura y pesimismo. Una apuesta valiente, no suicida, en busca del futuro. La crisis, la recesión, el frío, la deuda, el pesimismo, el paro se están adueñando de este planeta azul en que habitamos. Y sin embargo cada mañana nos sigue alumbrando un nuevo sol.
La destrucción de empresas, el estancamiento de la actividad bancaria, el clima sociolaboral exigen romper moldes. Mayoritariamente las conversaciones del bar señalan que “estamos mal o muy mal”. Parece un círculo vicioso y nadie intenta invertir la tendencia, aunque sea escaso el margen de esperanza. El reloj de la historia no es circular. La vida no es un mecanismo encerrado en minutos y segundos las 24 horas. La vida es sueño, es apuesta, es futuro, es eternidad.
Por mucho que los medios, e incluso los políticos se empeñen en inyectar realismo en vena, la gente necesita dosis de esperanza, de confianza, de imaginación. Los mecanismos de destrucción, deterioro y muerte son fuertes. El contagio es posible. La tristeza maligna, la depresión tiene efectos muy preocupantes, en el individuo y en la sociedad. Limitan o anulan la capacidad de alegría, de felicidad. Pueden dar lugar a las enfermedades mentales, que son ya actualmente culpables del 15% de las enfermedades en los países desarrollados. La depresión, y no la crisis, es la mayor causa de incapacidad del mundo.
El círculo vital no necesita recortes, ni líneas secantes sino tangentes, palancas que remuevan el mundo. Brazos fuertes de energía que apelen al sentido común, y alivien la angustia. Que nos arenguen y nos digan que “podemos”, que “no está el mañana en el ayer escrito”. Ni los banqueros interesados en sus intereses, ni los sindicatos sectarios, ni los políticos corruptos tienen la solución. Hay tres millones y medio de parados más que hace 7 años, en España. No han sabido estar a la altura de las exigencias de la historia. Dinero y subvenciones nos han llevado a la miseria. Han matado el alma, la moral, la ética, el espíritu. No han creído más que en la materia y en el enriquecimiento. ¡Miseria de miopes!
Vayamos a la luz, a la fuerza interior, al sacrificio, al esfuerzo, la excelencia, la innovación, la solidaridad, el altruismo, el sentido de estado, el humanismo. Descubramos lo mejor de nosotros, como personas y como sociedad, como nación, como parte de Europa, como ciudadanos del mundo. Volvamos al trabajo, con alegría y fuerza. Ni la curva geométrica plana, ni el círculo cerrado pueden definir y abarcar el presente de una nación ni de una sociedad. Tenemos que salir, caminar, dar la mano a la gente para inventar el mañana. Y siempre encontraremos, antes de dar el primer paso, que ha salido ya el sol. ¡No olvidarlo!
Nadie va a sacarnos de este círculo sino nosotros. Todo lo que tenemos es reflejo de nuestra forma de pensar. El cambio pasa por nosotros.
ResponderEliminarSi pensamos que estos lo hacen mal pero los otros también. Si no somos capaces de discernir entre tomadura de pelo y coherencia. Si un señor nos dice lo buena que es la socialdemocracia mientras la desmonta y nosotros lo creemos. Si soportamos un 60% de paro juvenil y no los hemos hechado ya. Si dejamos que nos roben y no los botamos. Si seguimos aceptando que hay que apretarse el cinturón mientras se les regala el dinero a los bancos o se indulta a banqueros. Si salimos a la calle por la reforma laboral y no somos capaces de hacerlo por el origen de esa reforma que es la Europa del euro y una comisión europea al servicio de las transnacionales interfiriendo abusivamente en las políticas nacionales... ¿Qué esperamos?