Publicado en El País Andalucía el 28 de
marzo de 2012. Por Fernando Moreno Bernal, María Jesús Reina Fernández, Carlos
Martínez García y Juan Torres López (miembros de la Junta Directiva de ATTAC
Andalucía)
Antes de las elecciones ATTAC-Andalucía
realizó un análisis de la situación y en este mismo diario reclamábamos el
cambio de progreso que creíamos que nuestra tierra necesita. Nos parece que los
resultados electorales del domingo pasado han mostrado que esa era la dirección
que deseaba la mayoría del pueblo andaluz y quién prefiere que lo lleve a cabo.
Al respecto quizá sea oportuno tener
ahora en cuenta algunas circunstancias principales.
La primera es que tanto el PSOE como
Izquierda Unida se enfrentan a una enorme responsabilidad ante la ciudadanía.
El PSOE no puede seguir repicando progresismo y al mismo tiempo estar en misa
oficiando políticas neoliberales. Si va a preferir esto último, más nos valdría
que formalizara un gobierno de concentración con el PP y se evitaran así
innecesarios dimes y diretes. E Izquierda Unida debe comprender que las
elecciones no se hacen para determinar quién tiene el programa más radical sino
para generar mayorías que gobiernen y transformen la sociedad metiéndose si
hace falta para ello en los charcos y llenándose de barro. No le vale, pues,
con limitarse a dejar que los demás se manchen las manos ni abstenerse, salvo
que desee convertirse de facto en una simple organización no gubernamental. Y a
ambos les corresponde desde ya la responsabilidad de regenerar la vida política
andaluza y de evitar para siempre que se produzcan más episodios de
sinvergonzonería y corrupción.
La segunda es que la situación económica
en la que estamos es extraordinariamente complicada y que los presupuestos de
la Junta de Andalucía van a estar bajo mínimos en los próximos años,
dificultando en grado extremo las políticas redistributivas que se han venido
realizando. Por mucho que se puedan resistir o incluso frenar los recortes que
se vienen imponiendo, como habrá que intentar, será inevitable actuar con
severas restricciones de recursos y asumir muchos sacrificios, aunque será
fundamental hacer que estos empiecen a recaer principalmente en quienes han
originado los males que padecemos. Hay que saberlo porque eso significa que
solo con una dosis excepcional de inteligencia colectiva, con total
transparencia y con la máxima y constante complicidad de la sociedad se podrá
evitar que esta legislatura termine mal y antes de tiempo.
De hecho, no podemos olvidar que la
situación tan difícil que estamos viviendo no es exclusiva de Andalucía. Todo
lo contrario. Con independencia de ciertas singularidades, lo que sufrimos
aquí, como en el resto del mundo, son las consecuencias de una crisis más del
capitalismo, un sistema que cada vez se muestra más incapaz de satisfacer las
necesidades humanas y los equilibrios básicos del planeta. Y no es fácil hacer
frente a esto. Tratar de salir de la crisis reforzando las relaciones de
propiedad que lo sostienen y dando más libertad a los grupos de poder económico
y financiero que lo dominan, como está ocurriendo, es una quimera y solo nos
lleva a empeorar la situación. Pero también lo es limitarse a decir que hay que
acabar con el capitalismo que causa la crisis y luego no ser capaz de dar pasos
concretos en la transformación del día a día y en las condiciones de vida de
las personas.
En tercer lugar, nos parece que la clave
para salir adelante con éxito de esta nueva fase política es que en Andalucía
aprovechemos las circunstancias tan críticas en las que nos encontramos, y
también el renovado impulso político que han supuesto los resultados
electorales, para modificar las inercias que nos vienen dominando. Cambiar el
modelo productivo es algo que lleva mucho más que una legislatura pero en
cuatro años sí se puede reorientar con otras bases que generen más recursos
endógenos y nos hagan a todos menos dependientes y acomodaticios, fomentando la
innovación y la creatividad, la creación de más y de nuevos tipos de empresas,
sobre todo de economía social, y acabando con los pactos no escritos que han
convertido a nuestra economía en esclava del urbanismo salvaje y de los
pelotazos financieros.
Finalmente, creemos que si bien es
cierto que la gobernación de esta nueva etapa debe recaer sobre el Partido
Socialista e Izquierda Unida, la realidad es que éstos no podrán conseguir
avances sustanciales si no favorecen lo más posible la participación y el
debate social y la generación de un amplio bloque social de progreso que actúe
de cortafuegos y como contrapoder frente a las tensiones a las que sin duda va
a estar sometida Andalucía en los próximos años. Si los partidos que gobiernen
se limitan a asumir la representación de la sociedad sin hacer que ésta sea la
verdadera protagonista de la vida política en nuevos espacios y con nuevas
formas de gestión y decisión, su liderazgo va a ser impotente, frustrante y muy
efímero.
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