EL
IMPUESTO SOBRE LA GASOLINA
Antes de escribir una sola línea bajo
este titular me veo en la obligación, por lo que entiendo de preservar mi
seguridad personal, de solicitar una complicidad con quienes lean este post. Se
trata de lo siguiente: este asunto, sobre el destino del dinero recaudado como
impuesto por las petroleras, ha sido, y de largo, un episodio sino trágico se
le puede tratar de turbulento y perturbador a tal extremo de ser amenazador.
Para más detalles en la barra de este blog hay una entrada Investiga que algo
queda y el último de los relatos se refiere al delicado tema de que Las
petroleras no cumplen con el sistema fiscal previsto por la ley. Bien, hecho
este preámbulo entro en lo concreto: contra más difusión tenga este asunto más
amparado me puedo sentir, entiendo que es algo directamente proporcional, de
ahí el ruego de complicidad con los habituales de este blog.
De lo contrario es
una quijotada que no vale la pena de reincidir en el riesgo. Doy por supuesto
este pacto de caballeros. Aunque solo fuera por higiene mental era del todo
necesaria esta introducción. Empecemos, no hay razón alguna para que la
industria petrolera no detalle en sus cuentas -que como sociedades de cotizan
el bolsa son públicas- todo aquello que se refiere al impuesto especial que
recaudan en las estaciones de servicio y que grava su producto. Se supone,
lógicamente, de que hay intención y deseo de oscurecer este dato que se eleva a
miles de millones de euros. La industria petrolera mezcla la recaudación del
impuesto con el que está gravada la gasolina con sus ingresos propios, y a la
vez, la repercusión que tiene para la industria petrolera la satisfacción del
impuesto especial de los carburantes en la Hacienda pública, por lo que el pago
esta nuevamente mezclado con sus propios gastos sin detalle alguno. A todo esto
se añade, que quien efectúa el ingreso de lo recaudado como impuesto es una
sociedad participada por el conjunto de las petroleras que actúan en el
mercado, como es la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH), y ésta, en sus
cuentas que presenta en el Registro Mercantil no queda reflejado este
movimiento dinerario. No se trata de deducir sino de poner de manifiesto la
opacidad con que son tratados los impuestos correspondientes. La razón de este
oscurecimiento fiscal incita a sospechar de que no toda la cuantía de lo
recaudado como impuesto se satisface a las arcas públicas ¿Y si no, que otra
razón puede haber?
De lo que se trata es de echar mano a la
caja, del Erario público, confabulados entre la clase política y el poder
económico. Se podrá decir de la forma que se quiera pero todos los indicios
llevan a esta conclusión. El petróleo, por tradición, ha sido una fuente de
reparto de esplendorosas sumas entre una aristocracia que la considera como
“legítimas comisiones” y deja hacer malabares con el precio de la gasolina al
igual que con la tarifa eléctrica. Los precios en las gasolineras no concuerdan
ni con las subidas y bajadas del barril de petróleo ni con el contravalor en
dólares. En este blog ya se han explicado lindezas de tal calibre que el mismo
que produce la electricidad es el mismo que vende y el mismo que fija el precio
a través de una amañada subasta de trileros llamada subasta CESUR (Compra de
Energía para el Suministro de Último Recurso). Conviene echar un vistazo al post
Una oligarquía sin entrañas encarece el recibo de la luz (1) para hacerse una
idea del barrizal que nos encontramos gobernados por una gente que por sus
patrañas y en beneficio propio han llevado al país a deslizarse por el abismo.
El coste de la gasolina y la electricidad campa a sus anchas arruinando el
país.
Para percatarse del expolio que se
somete a los españoles, es ahora cuando el Estado de bienestar se tambalea el
momento que pueden aflorar la mangancia a la que estamos sometidos. Empecemos
por el principio. Junto con la privatización del monopolio de la Compañía
Arrendataria del Monopolio de Petróleo (CAMPSA) también fue privatizado el
mecanismo de recaudación del impuesto especial que grava los carburantes. La
desmantelación de los activos de CAMPSA se disgregaron en dos bloques: el
refino y las estaciones de servicio pasaron a manos de Repsol, y la logística
-la red de oleoductos y depósitos- pasaron a manos de una empresa de nueva
constitución, CLH, siglas que significan Compañía Logística de Hidrocarburos,
en las que participan en su accionariado Repsol, Compañía Española de Petróleos
S.A. (Cepsa), Petróleos del Norte, BP Oil España y Shell España y una pequeña
parte que está en Bolsa. Cabría preguntarse la necesidad de privatizar también
el almacén fiscal sino fuera para facilitar el desorden en la recaudación del
impuesto con que se gravan los carburantes. Elemental querido Watson.
La participación de CLH en el sistema
legislativo previsto para la recaudación del impuesto de los hidrocarburos es
clave. Legalmente, CLH es el almacén fiscal, donde las compañías petroleras
depositan los diferentes tipos de gasolinas una vez refinados. La compañía
logística actúa como si de un banco se tratase, los litros de gasolina que las
petroleras depositan en un punto geográfico lo pueden retirar de otro. CLH se
cuida, desde su sala de dispatching sita en Madrid, de que el oro negro recorra
a través de su red de oleoductos el camino hacia su destino en otras áreas
geográficas. La función legislativa que se le asigna a CLH es la de
ingresar Hacienda el importe que grava
el impuesto especial sobre los combustibles. Legalmente, el hecho imponible, es
decir, la obligación de pagar los impuestos, se produce en el momento de la
fabricación. Pero la ley establece un aplazamiento del devengo. Esta dilatación
en el pago se le llama régimen suspensivo, y esta armonizado en toda la Unión
Europea. Quien tiene la obligación de pago del impuesto es quien refina, pero
en virtud del régimen suspensivo, Hacienda cobra la totalidad del impuesto al
depósito fiscal, es decir, al almacenista que lo distribuye a los consumidores.
Según la dirección general de Gestión e Intervención de Impuestos Especiales de
Hacienda, CLH es su mayor contribuyente del que aseguran controlar hasta el
último litro de gasolina en los depósitos fiscales. El control, según se dice,
es exhaustivo y con inspecciones por sorpresa. La recaudación por esta vía
impositiva no cuadra entre las cuentas de las petroleras y lo manifestado por
el gobierno. Esta discrepancia no parece importarle a los medios de
comunicación que se entretienen en otros menesteres.
Los funcionarios de Hacienda aseguran
que es CLH quien satisface el pago del impuesto especial, tal como lo prevé la
legislación fiscal, a lo que añaden, que CLH como almacén fiscal se apresura a
facturar el impuesto a los refinadores. Esto debe ser así, pero de forma
virtual. En las cuentas presentadas en el Registro Mercantil por la Compañía
Logística de Hidrocarburos (CLH) –en todos los ejercicios contables anteriores-
no se observa ni repercusión del impuesto a las petroleras, ni tampoco ingreso
alguno a las arcas de la Hacienda pública. Lo que se desprende de las cuentas
presentadas por CLH, es la repercusión de su actividad logística de desplazar
el combustible de un lugar a otro, repercutiendo a las petroleras su coste por
litro. Desde el momento que investigue este asunto los funcionarios de
Hacienda, asignados a este menester, aseguraban desconocer este término que se
despende de las cuentas de CLH, y persistían en pronunciar, que es la compañía
logística que, como almacén fiscal, satisface el impuesto que deben recaudar, y
que este se produce a través de una autoliquidación. Lo que se desprende de la
ley es que una vez sale un litro de gasolina de los depósitos instalados en el
almacén fiscal -los depósitos de CLH- se interrumpe el régimen suspensivo, el
aplazamiento del devengo ha llegado a su fin. La compañía que refina, la
propietaria en todo momento del combustible, debería satisfacer el impuesto total
por cada litro retirado del almacén fiscal y es repercutido sobre el detallista
y este a su vez lo cobra del consumidor. Este es en síntesis el mecanismo
previsto legislativamente, pero por las cuentas de CLH no se ve transitar la
recaudación del impuesto repercutido a las petroleras ni su ingreso a Hacienda.
La razón de ser, y el concepto de depósito fiscal pierde todo su sentido cuando
la recaudación es virtual, más aun teniendo en cuenta, que CLH es una compañía
privada y controlada accionarialmente por las mismas petroleras obligadas a
pagar el impuesto. A partir de este hecho el oscurantismo sobre el volumen de
lo recaudado se hace todavía mayor.
EI oscuro pago fiscal
Para poder continuar con rigor es
necesario descender a lo concreto y aterrizar en las cuentas de la mayor
petrolera del país: Repsol de la que se da la paradoja de camuflar entre sus
cuentas, en clara determinación de esconder el impuesto recaudado, con el
agravante de que no paga impuesto por beneficios a pesar de los estratosféricos
que hace gala año tras año. Este escaqueo fiscal, sobre los beneficios
obtenidos, lo dejaré para el próximo post. Pero dejo aquí como anticipo que se
hace especialmente creíble la reacción del presidente del gobierno y del
ministro del ramo al declarar, prácticamente, una guerra comercial contra
Argentina por la nacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) que
hasta ahora explotaba Repsol. El desmesurado enfurecimiento lo comparte el
gobierno y la oposición. PP y PSOE nunca están de acuerdo, en esta ocasión, la
amenaza de sanciones a Argentina, aúna el compromiso, sin saber todavía en que
consisten y si será duro y a la cabeza. ¿Es Repsol una empresa española? Se
supone que alguien es español si contribuye fiscalmente, en medida de sus
posibilidades, a sostener el país. ¿Paga Repsol impuestos en España? La
respuesta es categórica: NO. Ni tan siquiera son empresas españolas los
accionistas mayoritarios de la petrolera. Entonces, ¿A que viene esta
disparatada reacción de la clase política por una empresa privada? Hay una
explicación: alguien siente amenazado su bolsillo, pero continuemos para
despejar incógnitas.
Si ya de por si es oscuro todo lo
concerniente a la recaudación del impuesto especial que grava a los
hidrocarburos, en la fase del régimen suspensivo, donde el concepto legislativo
previsto de depósito fiscal esta soslayado por las petroleras, que a la vez son
propietarias de este almacén fiscal que se le asigna a la Compañía Logística de
Hidrocarburos (CLH), más oscuro es todavía -se supone y que haciendo gala de lo
ennegrecido del petróleo- las cuentas de las compañías petroleras cuando estas
tiene que aflorar en sus balances la cuantía que han satisfecho a las arcas
públicas en concepto de lo recaudado por el impuesto que aplican en el precio
final en las estaciones de servicio.
En los balances presentados en el
Registro Mercantil, por Repsol que copan el mercado español de carburantes, en
ninguna de estas cuentas de forma explícita se da cuenta de lo que ha recaudado
en concepto de impuestos y a la vez ha ingresado en las arcas de la Hacienda
pública. Contrasta que una partida contable de la envergadura que representa la
recaudación de los impuestos especiales, que se eleva en el caso de Repsol a
miles de millones de euros, no se haga ni mención, y en cambio otras partidas
de insignificancia económica se dan detalles hasta la extenuación. En los
balances contables no hay disgregación alguna en la partida de ingresos
provenientes de las ventas realizadas a los detallistas, así como tampoco hay
disgregación de la cuantía del impuesto en cuanto a gastos se refiere.
El único dato que se puede recabar, ya
que las petroleras se niegan a facilitar información al respecto, es un exiguo
párrafo en la página 63 de la Memoria del ejercicio de 1999 de la compañía
petrolera Repsol, dice lacónicamente así bajo el epígrafe de “Contabilización
de Ingresos y Gastos”: Como consecuencia del marco jurídico para la
comercialización de hidrocarburos en España, Repsol refleja como gasto y como
ingreso los impuestos especiales de los productos que comercializa. Este hecho
ha supuesto en las cuentas de resultados consolidadas de los ejercicios anuales
de 1999 y 1998 un mayor gasto por importe de 5.776 y 4.976 millones de euros
respectivamente, registrado en el epígrafe “Consumo y otros gastos externos”, y
un mayor ingreso de similar importe registrado en el epígrafe “Importe neto de
la cifra de negocios”. Conviene señalar después de conocer la terminología
aplicada por los auditores de Repsol, que si el impuesto está integrado en los
ingresos este debe de ser exacto al registrado en los gastos, y no similar como
se apunta, este es un claro síntoma de que las cuentas no cuadran. No hay más
información al respecto hasta llegar a la página 82 donde se informa de los
ingresos obtenidos por las distintas ramas de explotación del negocio. Cuando
cita los ingresos provenientes del refino y marketing -que así es como Repsol
llama a los puntos de venta— sitúa en el ejercicio de 1999 una cifra de 20.083
millones de euros y en 1998 de 14.708. Sitúa entonces un asterisco que incluye
una llamada en tinta butano – amarilla, prácticamente imperceptible, que dice
lo siguiente: “Inc1uye aproximadamente 5.776 y 4.976 millones de euros en las
cifras de 1999 y 1998, como el registro como ingreso de los impuestos
especiales (ver Nota 2q)” que es la que aquí se ha citado en primer lugar. Más
de los mismo al incluir el término “aproximadamente” al tratarse de millones de
euros. El asunto va entre similar y aproximadamente lo que indica que algo huele
mal.
La pestilencia continúa en el último
balance de 2011 cuya Memoria, página 48, sitúa el mismo rollo con la extensión,
para liarla todavía más, a los confines del mundo que la petrolera recauda el
impuesto sobre los carburantes. “Como consecuencia del marco jurídico para la
comercialización de hidrocarburos en aquellos países en los que el Grupo
desarrolla su actividad, Repsol YPF refleja como gasto y como ingreso los
impuestos especiales y aquellos de naturaleza análoga que recaen sobre los
consumos específicos en relación con la fabricación y/o venta de
hidrocarburos”. Y nos tenemos que trasladar a la página 116 de la citada
Memoria para a mogollón poder conocer que en el ejercicio de 2010 se recaudó
7.234 millones de euros y en 2011 ascendió a 5.390 millones de euros. He dejado
para este punto el poder resaltar la increíble milonga en que se ampara este
párrafo sobre el marco jurídico. En 1999 hablaba solamente de España, en cambio
en 2011 se refiere “en aquellos países en los que el Grupo desarrolla su
actividad”. ¿Qué quiere decir esto? Pues, que en 1999 Repsol afirmaba que la
recaudación, en España, del impuesto sobre los carburantes ascendía a 5.776
millones de euros y ahora en todos los países que actúa el Grupo Repsol en 2011
tan solo se recaudan 5.390 millones de euros. Mentira, simplemente mentira ya
que el impuesto sobre los carburantes es una tasa que no ha sufrido aumentos
significativos y además, tal como informa la propia compañía Repsol, incluye la
recaudación de varios países. Estos son los dominios en que opera el Grupo:
Libia, Argelia, Trinidad y Tobago, Estados Unidos, Brasil, Ecuador, Perú,
Bolivia, Venezuela, Países Bajos y Portugal. A esta caterva del sindicato del
crimen tan solo se les puede pillar con datos contables más allá de los dos
años que se presentan adosados para poder comparar. Más allá de este periodo
dan como poco probable que nadie se va a cuidar en establecer comparaciones.
El oscuro deseo de oscurecer
Me podría extender con más datos y
antecedentes de que Repsol es una mina de hacer dinero negro y que
intencionadamente se camufla la recaudación de un astronómico impuesto que
descapitaliza y arruina al país mientras el sindicato del crimen se forra. Las
luchas internas por el control de la compañía ponen de manifiesto de que hay
tomate. El dinero que mueven las
gasolinas ha sido tradicionalmente uno de los flujos que el poder ha utilizado
para ennegrecer voluntades, el dinero negro ha circulado de bolsillo en
bolsillo de aquellos con traje de cachemir. Para situar el nivel y la alcurnia
de los estamentos por donde se mueve, vale la pena traer a colación un párrafo
extraído del excelente libro El negocio de la libertad del no menos excelente periodista Jesús
Cacho, dice así: “Felipe (González) podría callar todo lo que sabe, que es
mucho, entorno a las finanzas del Monarca y los escandalosos negocios de Manuel
Prado y Colon de Carvajal, el “amigísimo”. En realidad lleva muchos años
haciéndolo. Así se puso de manifiesto un día en la antecámara regia, donde el
entonces presidente de Gobierno estaba esperando a ser recibido por el Monarca
para uno de sus habituales despachos. Era una de las cosas que peor llevaba,
aquella espera protocolaria que entendía como un lamentable despilfarro de
tiempo, esperar sin necesidad, para marcar rango y distancias, hasta el punto
de que a veces se ponía nervioso, pero si no está haciendo nada, coño, ¿por qué
me hará esperar? Hasta que un día en que la prórroga se hizo particularmente
enojosa se destapo, muy enfadado, con un comentario que dejó helada a la
persona con la que compartía antesala.
-¡Y dile a Manolo Prado que se conforme
con el 2 por 100, porque eso de cobrar el 20 es una barbaridad! …
-Oye, oye, presidente –los replicó el
interlocutor- ni le puedo decir nada a Manolo Prado, ni sé de qué me estás
hablando.
Estaba hablando, al parecer, de las
comisiones del petróleo importado por España de determinado país árabe. Aquello
era mucho dinero, pero solo eso, dinero…. ”
Uno de los grandes tabús de los medios
de comunicación españoles es sin lugar a dudas la figura del rey. No obstante,
tanto ha ido el cántaro a la fuente y tantas las astracanadas del monarca que
empiezan a oírse voces discrepantes. Aun así, en este santuario acotado por los
salvapatrias, interpretan que la institución monárquica está al margen de la
realidad social. A1 tabú de la institución monárquica se unen las instituciones
financieras que por derivación controlan el núcleo duro de las empresas más
importantes del país. A Juan Carlos I, el monarca español, los medios de
comunicación le tratan con la exquisitez de presentarle como una persona afable
y de gustos austeros. La realidad parece ser otra, la fortuna que hoy se le
atribuye al Rey de España pasa de puntillas por los medios de comunicación.
Nadie se cuestiona el origen de la fortuna del monarca. La publicación
británica EuroBusiness citó al rey como el cuarto hombre más rico de España. La
publicación le atribuyó una fortuna de 1.700 millones de euros. Solo está por
encima de esta fortuna Emilio Botín, José María Entrecanales y Rafael del Pino.
La fortuna que se atribuye al borbón nadie sabe cómo se ha generado. Lo que si
se conoce, es que la familia real en el exilio portugués de Estoril, tuvo que
ser sostenida por una legión de monárquicos asumiendo el papel de mecenazgo
para cubrir las carencias básicas producidas por la ausencia de patrimonio de
una familia de alcurnia sin posibilidades. La llegada al trono de Juan Carlos
I, con una mano delante y la otra detrás, se dejó en manos del diplomático
Manuel Prado y Colon de Carbajal, para recomponer la situación de ausencia de
patrimonio del monarca. Para más detalle ver post Se aparta a Urdangarin por
“conducta poco ejemplar” ¿Y la del Rey? Averígualo por ti mismo donde los
asuntos y sablazos a otros monarcas con el petróleo de por medio llegaron al
esperpento y a las situaciones más paradójicas que se puedan dar.
Al parecer el flujo opaco del dinero
negro proveniente del petróleo está más extendido de lo que se cree. En
Francia, la petrolera Elf, lo equivalente a la CAMPSA española, hoy privatizada
e integrada en Total-Pina, el dinero negro que corría por las manos de los
patriarcas de la empresa estatal francesa era de tal magnitud que servía para
sobornar a los jefes de Estado, reyes, presidentes, ministros y cuantos se
pusieran por delante y contribuyeran al desarrollo de los planes de la
petrolera. Para obtener tan fabuloso flujo de dinero negro, los dirigentes de
Elf encarecían artificialmente el coste que habían tenido por la adquisición de
crudo de petróleo. Los mandamases de la petrolera encarecían por el morro un 2%
sus adquisiciones de crudo. Este porcentaje, aunque pequeño, pasaba
desapercibido dada las fluctuaciones del mercado. Los consumidores, los
ciudadanos estamos totalmente indefensos a las prácticas que nos somete el
sindicato del crimen abusando de su situación de poder.
La jueza francesa Eva Joly registró en
un libro con este título: ¿Queremos realmente vivir en un mundo así? Las
vicisitudes, con peligro de su vida, están descritas con todo lujo de detalle
desde el momento que se enfrentó a la caterva de delincuentes con amenazas de
todo tipo para intimidarla en el proceso de su investigación. Eva Joly desafió
al poder en este singular episodio: la jueza se presentó, junto a una comisión
judicial, en la residencia del presidente del Consejo Constitucional francés,
Roland Dumas. Este patricio, heredero espiritual de François Miterrand, chuleó
a los agentes judiciales con el argumento prepotente de que tenía prisa para
asistir a una reunión con las más altas instancias. Bajo este argumento, los
agentes judiciales le abrieron paso hasta que topó con la jueza Joly, que sin
perder la compostura y las buenas maneras conminó a Dumas a permanecer en la
estancia bajo el poderoso argumento de que si abandonaba la estancia lo hacía
detener. El presidente del Consejo Constitucional entendió el mensaje, fue el
principio del fin de tan poderoso caballero.
Para acabar con la podredumbre de este
asunto, una manifestación. En Cataluña, donde puedo dar fe presencial de ello,
los grandes hospitales han cerrado quirófanos y plantas enteras de habitaciones
por los recortes impuestos por la Generalitat de Catalunya. Los enfermos más
graves que acuden a urgencias no pueden ser desplazados a planta y permanecen
hacinados en los pasillos que se acumulan con aquellos que están pendientes de
una intervención urgente incluidas las de cáncer. Los médicos hacen todo lo que
pueden y más. A esta situación se añaden parte de los 10.000 millones de euros
anunciados por el presidente Rajoy de nuevos recortes para contentar a los
Mercados. 2.000.000 de parados han dejado de percibir un subsidio de
subsistencia. ¿No sería razonable revisar los ingresos del Estado y no tanto
recorte? Esto durará hasta que pete. Por la cuenta que me corre apelo a la
complicidad mencionada, lo agradezco de antemano.
Esta entrada tampoco es mía¡por favor corregidlo! Es la segunda vez que me atribuís la autoría de una entrada del blog "ataque al poder". No me importaría pero yo no manejo la información de este magnífico autor que para más señas es periodista.
ResponderEliminarVan a pensar los lectores que me dedico a plagiar de otros blogs.