JUBILADOS DE ORO EN CAJAS SAQUEADAS. JOSÉ AHUMADA.

JUBILADOS DE ORO EN CAJAS SAQUEADAS
 “La veda se ha levantado. Los que parecían intocables hoy están imputados o les tiran huevos. A otros no les persiguen jueces y fiscales, pero se han esfumado de la vida pública.
 La investigación judicial abierta esta (la pasada) semana para determinar si los anteriores administradores de Bankia cometieron diversos delitos al frente del banco –entre ellos estafa y apropiación indebida- es una señal inequívoca de que va a cambiar el modo de entender las finanzas en España. Al igual que en las actuaciones de las fiscalías en Cataluña y Galicia respecto a otras entidades rescatadas con fondos públicos, se trata de aclarar cómo es posible que los beneficios declarados se conviertan en un momento en pérdidas incalculables y que quienes llevaron a cajas y bancos a la ruina reciban fortunas al retirarse sin dar cuenta de su desastrosa gestión.

En la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los bancos irrumpen en la lista de problemas del país, en el sexto lugar de la tabla. Es lógico: en un contexto de crisis, recortes y sacrificios, a muchos les resulta insultante que los culpables de gran parte del desaguisado salgan ganando.
Lo que sigue es la historia del auge y caída de cinco protagonistas de una crisis con muchos más responsables. A algunos, la Justicia les pisa ya los talones; otros, mientras, disfrutan plácidamente de sus riquezas.
El anuncio de que Rodrigo Rato figura como imputado –junto al resto de la directiva de Bankia- por supuesta gestión irregular al frente de la entidad ha servido para poner fin, al menos de momento, a las quinielas sobre su futuro. Justo antes de que se diese a conocer la admisión de la querella presentada por UPyD, había rumores insistentes sobre su inminente desembarco en alguna de las empresas que conforman el selecto club del IBEX 36, según los augures económicos el justo pago del Gobierno a su obediencia y su silencio cuando se le pidió que dejara el camino libre en Bankia. El plan, de ser cierto, deberá permanecer congelado una temporada.
Rato (Madrid 1949) ha quemado en unos meses todo su crédito. Ha pasado de ser aquel mago de las finanzas que apuntaló el éxito económico de los gobiernos de Aznar, a un aficionado a la banca que no da la talla. A pesar de ello nadie duda de su capacidad para regenerarse. Lo demostró cuando reapareció al frente del Fondo Monetario Internacional tras ser privado de su derecho de sucesión en beneficio de Rajoy y, después, y a pesar de su espantada del FMI, con su designación como presidente de Caja Madrid, cargo que aún ostenta.
Mientras aguardaba su siguiente destino explotando su faceta como conferenciante –mañana inaugura los cursos de verano de La Granda, en Avilés- el fiasco de Bankia se ha ido transformando en escándalo mayúsculo del que se exigen responsabilidades.
Seguro que él ha sido el primer sorprendido por encontrarse en la picota, convencido como estaba de que su mutis fue un gesto señorial al que sumó su renuncia a cobrar la indemnización de 1,2 millones –que, por otra parte, le impedía trabajar en otra entidad financiera durante los dos próximos años. Su padre, Ramón, soñó con ser uno de los grandes banqueros del país y terminó entre rejas por sus manejos en el Banco Siero, propiedad de la familia. Quizás Rodrigo Rato, después de renunciar a lo primero, tenga ahora bastante con no seguir sus pasos.
Cuando, en 2002, Eduardo Zaplana decidió marcharse a Madrid para ser ministro de Trabajo, dejó en manos de su consejero de Economía y Hacienda la presidencia de la Generalitat valenciana. Fue una encomienda breve, pero muy fructífera. Al año siguiente, mientras Camps se preparaba para coger le el relevo, José Luis Olivas (Motilla del Palancar, Cuenca, 1952) apuntalaba su futuro con Zaplana. Éste le pregunto que quería ser. Contestó al instante: presidente de una institución financiera valenciana. Al menos eso se cuenta.
Olivas alcanzó en 2004 la presidencia del Banco de Valencia y de Bancaja –aquella que cuatro años después se presentaba como la tercera caja de España y de cuyos tiempos de esplendor no queda rastro tras otros cuatro-. Los servicios prestados al PP –como concejal en el Ayuntamiento de Valencia, primero, y como consejero, vicepresidente y presidente de la comunidad, después- daban sus frutos y este especialista en Derecho Internacional Público iniciaba así una carrera financiera fulgurante que desembocaría en la vicepresidencia de BFA Bankia….para terminar en desastre.
José Luis Olivas dio el salto a la Bankia de Rato en octubre de 2010, y allí estuvo el tiempo que tardó en destaparse la realidad de su anterior gestión. Un año después su jefe le obligó a presentar la dimisión por no contarle toda la verdad sobre la situación de las entidades que presidía en el momento de su fusión con Caja Madrid. Acosado por las noticias sobre la mala administración de Bancaja, la intervención del Banco de Valencia –que ha necesitado 1.000 millones del FROB- y su imputación en la investigación judicial por falsedad contable a administración desleal en esa entidad, no tuvo más remedio que dejar el puesto. Para rematar la faena, acaba de ser acusado, junto al resto de la cúpula de Bankia, de delitos de estafa, apropiación indebida, falsificación de cuentas anuales, administración fraudulenta y maquinación para alterar el precio de las cosas.
Ni siquiera se salió con la suya cuando trató de sacar tajada de su salida de Bankia: no obtuvo indemnización, aunque tampoco renunció a sus derechos de pensión, 2,9 millones. Los 1,7 millones que cobró en 2011 como vicepresidente y los aproximadamente 300.000 euros que obtuvo como consejero de Iberdrola seguro que ayudaron a hacer más llevadero el disgusto.
Un empresario que acostumbraba a comer con él asegura que hace semanas que Olivas no se deja ver: todo lo que ha ocurrido ha dañado mucho su imagen en Valencia. En esta ciudad las apuestas se inclinan por un posible traslado a Madrid. Allí viven y trabajan sus dos hijas solteras, a las que siempre ha visitado con frecuencia. Ahora más, teniendo en cuenta que, en sólo unos meses, ha pasado de ser vicepresidente de BFA y Bankia, consejero de Iberdrola y presidente de Bancaja a no tener trabajo conocido. En la capital puede salir a la calle con tranquilidad y pasar inadvertido. Este hombre que parecía astuto y sagaz, capaz de hacerse con el mando de una empresa que sus enemigos siempre creyeron que le caía grande, se ha vuelto temeroso…
PUBLICADO EN DIARIO SUR

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