LO MISMO. JOSÉ MANUEL OLÍAS.


LO MISMO
Más de un año escuchando que si la prima de riesgo alcanza tal cota (400, 500, 600) será el acabose. Que esta semana es fundamental para la pervivencia del euro. Así, una tras otra. Que los recortes y los ajustes permitirán la reducción del déficit. Lo penúltimo, que la ayuda económica (no rescate) es una bendición, que saneará la economía. Y ya se puede ir a la Eurocopa, todo está bajo control.

Así asistimos a una pérdida cada día más evidente de derechos sociales. Era insostenible, oímos, y se extiende la idea de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y casi un sentimiento de culpa por haber nacido aquí y ahora, por haber disfrutado de un estado del bienestar del que todos se daban golpes de pecho. Evidentemente, la culpa no es de los que firmaban proyectos irrealizables e inasumibles para llenarle los bolsillos a constructoras de colegas. No importa haber defraudado a Hacienda o delinquido, ahora está abierto un lavado de dinero porque las arcas están tiesas, desplumadas. Paga, ha pagado, el honrado que fue al día. No hay que ser muy lumbreras para adivinar que un descenso en los ingresos se resentirá en el consumo y cada vez menos autónomos generarán lo suficiente para vivir.

"Nuestros hijos vivirán peor que nosotros", se lee como si fuera una maldición bíblica por los pecados cometidos. Líderes de la izquierda más a la izquierda, como Gaspar Llamazares o Alberto Garzón, defienden la pervivencia del carbón y alaban la resistencia minera o atacan a las bases del capitalismo con artículos en un medio que no retribuye a sus colaboradores, sino que paga "con notoriedad en la red y visibilidad". Muy coherente. En fin, esto es lo que hay. La furia de los mercados continúa, la estafa crece cada día. Seguramente seré incoherente y no comprometido, pero me voy a beber una (o varias) cerveza y a ver el fútbol.

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