No hay palabras más certeras para
combatir la posición de un ministro de Hacienda que las de otro ministro de
Hacienda... sobre todo si se trata del mismo ministro. A Cristóbal Montoro le
ha salido, a cuenta de la inminente subida del IVA, un enemigo imbatible. Se
llama Cristóbal Montoro.
No hace falta recurrir al candidato
Mariano Rajoy diciéndole a su contrincante Rubalcaba en el debate electoral
televisivo de noviembre de 2011: "Yo no soy como usted (...) Le subió el
IVA a la gente y no lo llevaba en su programa (...) Yo lo que no llevo en mi
programa no lo hago". Al menos él ya ha pasado una temporada reconociendo
abiertamente que si hacía falta haría lo que prometió no hacer. Le ha hecho
mucha falta, y en ello está.
Montoro también está en lo mismo, pero
él definió con precisión por qué había que oponerse al aumento del Impuesto
sobre el Valor Añadido. "No rotundo y firme a la subida del IVA por ser
perjudicial para la crisis económica y la recuperación del empleo, por ser
ineficaz, no se proveen más ingresos para el Estado, y por ser profundamente
injusto, hablamos de un impuesto que grava a las rentas más bajas". Lo
hizo en marzo de 2010, cuando era coordinador de Economía del PP y defendió una
moción contra el alza del IVA dictada por el Gobierno Zapatero.
Está en las hemerotecas y videotecas:
perjudicial, ineficaz y profundamente injusto. No engorda sustancialmente la
recaudación de ingresos del Estado, castiga más relativamente a los más pobres
y, al retraer el consumo, obstaculiza la reactivación de la economía. ¿Acaso la
esencia de este gravamen ha cambiado sólo porque ahora sea Montoro quien lo defienda?
¿Hay un IVA socialista perjudicial, ineficaz y profundamente injusto y un IVA
popular beneficioso, eficaz y promotor de la justicia distributiva?
Quizás Cristóbal Montoro (versión 2012)
habría merecido la comprensión ciudadana si hubiese explicado la amarga verdad:
para que España amarre finalmente el rescate de su sector bancario y disponga
de un año más para cumplir con su objetivo de reducción del déficit público
Bruselas exige, entre otras cosas, que suba el IVA. En vez de reconocer la
verdad el ministro de Hacienda descubre mediterráneos insólitos. Dice, por
ejemplo, que si los que deben pagarlo cumplieran con su obligación no habría
necesidad de subirlo. O sea, como hay muchos que no lo abonan, que el Estado se
ensañe con los que sí lo hacen. Es más fácil freír a IVA a los panolis de la
economía legal que activar un plan de choque contra la economía sumergida. Que
paguen más los justos por las culpas de los pecadores. Claro que qué se puede
esperar de un ministro de Hacienda que acaba de firmar una amnistía fiscal para
los grandes defraudadores...
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