REFERENTES. PABLO BUJALANCE


REFERENTES
EL pasado jueves mantuve una interesante conversación con una profesora de Secundaria. Ella consideraba que movilizaciones como las que emprenden ahora los mineros de Asturias cuentan con un apoyo social e incluso político notorio, mientras que el gremio educativo, que estos días corta carreteras y celebra encierros en protesta por la merma de derechos y de su poder adquisitivo, se siente mucho menos respaldado, como si sus reivindicaciones no merecieran la misma consideración. 


Yo le recordé que con los periodistas ocurre aproximadamente lo mismo. Estas últimas semanas se han anunciado nuevos expedientes de regulación de empleo en algunas de las empresas de comunicación más importantes del país y quienes han respondido en redes sociales y otros ámbitos de opinión han sido, casi exclusivamente, periodistas. En el fondo, la situación corresponde a cierta tendencia paternalista, muy propia del carácter español y no exenta de prejuicios (perdón por la presunta paradoja). Aquí se acepta como trabajador al obrero, al minero, al pescador, al técnico de los astilleros, pero parece que cuesta un poco más meter en el mismo saco a quienes desempeñan un oficio de una categoría intelectual, por más que éstos, a menudo, tengan que separarse de sus familias durante todo un curso escolar o no lleguen a mileuristas. En el caso de profesores y periodistas, la situación es aún más delicada en cuanto ambos profesionales tienen capacidad para influir en las opiniones ajenas, lo que no deja de despertar sospechas en un país marcado a fuego por la susceptibilidad. Por no hablar de la aceptación común de las larguísimas vacaciones de los maestros y la querencia a venderse baratos de los periodistas como lugar común y arma arrojadiza. Sin embargo, guste o no, los referentes siguen siendo necesarios. Y no es una cuestión de autoridad, como afirman algunos, sino del estímulo del sentido crítico. Las acémilas no precisan lecciones ni columnas.

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