Se lo dijo el señor Rajoy a sus
compañeros de partido hace unos días: los tres viernes que le quedan al mes de
julio, días en los que se reúne el Consejo de Ministros, van a ser auténticos
viernes de dolores. Pues nada, don Mariano, aquí estamos, dispuestos con
nuestro traje de buzo, revestidos de dura armadura y con la cabeza erguida y
las narices encogidas esperando sus recortes, sus tijeretazos. Veremos si ahora
son de verdad, porque se ha convertido usted en un boxeador de esos que se
pasan la pelea amagando y no dando, y acaban besando la lona de un derechazo
del rival que lo deja allí hasta que suena la campana. Personalmente estoy
dispuesto, cabreado pero dispuesto, a asumir lo que haga falta para sacar a
esta pobre patria infeliz de la ruina en la que la metieron los que se reparten
la nación a dentelladas: léase comunidades autónomas, casta política y buena
parte del ejército de paniaguados de las cajas de ahorros.
Yo y millones de
españoles estamos dispuestos, repito, a arremangarnos las camisas y a
apretarnos la entrepierna. ¿Y usted, y sus conmilitones? ¿Están dispuestos
ustedes, los políticos? ¿Van a entrar también en la espiral de recortes los
ocho mil alcaldes de la patria infeliz, las decenas de miles de concejales, los
cientos de consejeros autonómicos, los miles de diputados nacionales y
regionales, las cincuenta y dos inútiles diputaciones? ¿Se van a mover los
aires en estas decenas de miles de despacho ruinosos? ¿Se van cerrar las cajas
de ahorro literalmente quebradas? ¿Por qué se les da dinero, nuestro dinero, el
dinero de los contribuyentes europeos a las entidades que han estado regidas
por auténticos ignorantes; eso sí, con carné de partido en la boca? ¿Va a
convocar usted un referéndum para abolir el estado de las ruinas, digo, de las
autonomías?
Me parece que va ser que no, que usted y
su gabinete no están por la labor de iniciar ese imprescindible harakiri de la
clase política. Los sacrificios para otros, para nosotros, ¿verdad, don
Mariano? Nueva bajada de sueldos, nuevo incremento del IVA, y nuevo meternos
las manos en los bolsillos. Sáquelas ya, hombre. Meta la tijera, el cuchillo y
el lanzallamas en donde tiene que hacerlo: en una administración pública
mastodóntica, gigantesca, insoportable de mantener, refugio de caza de una clase
política depredadora, insolidaria y completamente prescindible. Eche a todos
los vampiros que viven de la sangre ajena, deje España en manos de los
profesionales, de los que saben, de los funcionarios de carrera, de aquellos
que conocen su profesión y viven decentemente de ellas sin necesidad del ir con
el carné del partido entre los dientes. Si nos apretamos todos, saldremos; si
sólo recae el coste sobre unos pocos, la cosa se va poner fea, para usted y
para todos.
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