LA UTOPÍA DE NUESTRA CLASE POLÍTICA
La impresionante fotografía que ilustró
el viernes la portada de SUR fue la mejor forma de expresar el estado de ánimo
de Málaga. Decenas de miles de personas abarrotaban todo el entorno de la plaza
de la Merced y en la boca del túnel bajo la Alcazaba se podía divisar una riada
de personas aún por llegar. No solo había mucha indignación, también afloraba
la intranquilidad, la angustia y diría que el miedo por lo que está por llegar.
Allí había parados y también trabajadores, funcionarios, autónomos y por cuenta
ajena. Abuelos y nietos para cerrar un círculo inimaginable hace apenas unos
años, porque aquellos que vivieron los 50 y los 60 no podían imaginarse que sus
nietos tendrían hoy un futuro tan negro. La ciudad clama, pero el eco de sus protestas
llega distorsionado entre tanto ruido político y sindical. Y eso enfada mucho
más.
Frente a la multitudinaria
concentración, el PP hizo como que nada pasó realmente, como aquel niño que se
tapa los ojos con sus manos y así cree que nadie le ve; el PSOE se fotografió
ufano al frente de la manifestación en una foto de familia como si nada tuviera
que ver en lo que está pasando, y los sindicatos... ¿sindicatos...? Los
sindicatos andan agazapados desde 2007 porque no supieron qué hacer con
Zapatero, no saben qué hacer con Rajoy y no saben qué hacer con esta sangría de
empleo que contemplan atónitos y bloqueados en una especie de ataque de pánico,
sin reaccionar. Las manifestaciones se llenan de banderas sindicales, pero
luego, en el día a día, su presencia en la resolución de problemas y en la
aportación de soluciones en tan simbólica como sus enseñas. Y mientras, IU
cumple un papel sin fisuras cuando está en la oposición, pero que, como les
ocurre a todos, comienza a arrugarse como papel mojado cuando adquieren
responsabilidades de Gobierno. Y si no que se lo pregunten al consejero de
Turismo de la Junta (IU), obligado a convivir permanentemente con las
contradicciones.
Los ciudadanos gritan y gritan y la
clase política y sindical oye pero no escucha. Es como ese médico que agarrara
por los brazos al enfermo, lo zarandea y le grita: ¡reacciona! Aquí Griñán
critica los recortes de Rajoy; Zoido, como antes hizo Arenas, critica los
recortes de Griñán. Y mientras unos se critican a otros, a ver quién tiene la
ocurrencia más original, médicos del SAS, interinos de Educación, trabajadores
de Turismo y cientos de trabajadores de empresas privadas se van al desempleo.
El otro día escribí en Twitter: «Si
viera a Rajoy y Rubalcaba y a Griñán y Zoido trabajando juntos para salir de la
crisis comenzaría a creer en nuestra clase política. Utopía». Y doy fe de que
muchos, muchos ciudadanos, piensan igual.
PUBLICADO EN DIARIO SUR
Yo estoy de acuerdo en que los estudiantes exijan sus derechos, porque no es posible que ellos sean perseguidos el resto de sus vidas por una deuda que tienen con la universidad. Considero que las autoridades del recinto deben de facilitarles los préstamos y no querer usarlos para beneficio propio. Recuerdo que los estudiantes representan el futuro del mañana. Por el momento no estoy de acuerdo con las medidas que las autoridades universitarias han tomado.
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