QUE CURREN ELLOS
Hace apenas unos días leí una
interesante Tribuna en el diario El País (España debe salvarse a sí misma) en
la que se abogaba, entre otras cosas, por dejar de lado de una vez victimismos
reprobables y hacer un sano ejercicio de autocrítica: tras más de veinte años
de recibir fondos europeos, maná que se extinguirá en breve, no hemos mejorado
nuestro tejido productivo aunque las apariencias (AVE, autopistas,
aeropuertos...) nos hagan creer lo contrario; por otro lado, se apunta, los
rubios del norte ni son culpables de lo que nos está pasando (o no en una
proporción determinante) ni tienen por qué pagar los excesos de nuestras
obscenidades económicas.
Como se dice en el mencionado artículo, además de la
hercúlea tarea de poner las cuentas en orden -de ese marasmo somos todos
responsables- "España afronta un reto histórico. El mundo está
experimentando un cambio sísmico por la eclosión de las economías emergentes.
Tres quintos de la población mundial se están incorporando al sistema económico
global. Con ingentes reservas de mano de obra barata y cada vez más innovación,
van a generar una dislocación económica como el mundo no ha visto en
siglos". Ahí está la madre del cordero: aunque no nos guste, nuestros
hijos van a tener que competir -pobrecillos- con la laboriosidad china. Y con
sus salarios.
Relacionado con lo anterior, con ese
ejercicio de responsabilidad y esfuerzo que estamos condenados a acometer, este
jueves, el diario El Economista publicaba una noticia verdaderamente polémica
(Una de cada tres bajas médicas de funcionarios es fraudulenta) que recogía el
resultado de un estudio realizado por Muface y el Instituto Nacional de la
Seguridad Social. Según el mismo, se realizaron 20.000 reconocimientos
adicionales a trabajadores que estaban en incapacidad laboral. El 20% se
reincorporó al trabajo al día siguiente de ese reconocimiento adicional. Otro
14% no se presentó al mismo sin causa que lo justificara. En resumen, uno de
cada de tres en total estaba de baja by the face. También se comprobó que esas bajas
descienden de manera increíble durante los meses vacacionales: sólo 2.547 en
julio contra 11.696 en octubre. En verano no nos duelen las cervicales. No creo
que en la empresa privada sea muy diferente. Las incapacidades e invalideces
fraudulentas, la búsqueda de la paguita permanente, es otro de los males
económicos y morales de este país. Mientras algunos autónomos sacan su negocio
adelante sin poder permitirse el lujo de cerrar ni cuando les supura una
herida, algunos inválidos se pegan la gran vida arreglando el mundo con un
botellín en la mano. No estaría de más una revisión a escala estatal de esas
prestaciones.
DIARIO SUR
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