DE
GUINDOS Y CAÑAMERO
Varios medios de comunicación han
informado de que el ministro De Guindos se ha gastado casi 600.00 euros en la
compra de un ático en el exclusivo barrio de la Moraleja. Dos piscinas, spa,
cancha de pádel, baño turco, gimnasio y jacuzzi son algunas de las comodidades
de la nueva "vivienda" del ministro y su señora. Al parecer, de
Guindos y su esposa no van a poder disfrutar del ático, pues dudan entre
alquilarlo o regalárselo a una hija. Si optasen por la segunda opción, la hija
de los de Guindo sería sin duda una afortunada, en un país como el nuestro en
el que la mitad de los jóvenes están en el paro y los pocos que pueden
permitirse un alquiler no suelen vivir en La Moraleja.
Cuando ayer supe de la noticia reaccioné
con un tweet en el que me preguntaba cómo es posible que el máximo responsable
de la economía de un país en crisis pueda permitirse semejante tren de vida.
Inmediatamente me respondieron varios twitteros recordándome que es
perfectamente legal que el ministro haga con su dinero lo que le parezca. Y lo
cierto es que tenían toda la razón. Es legal que De Guindos tenga 600.000 euros
para comprarse un ático; es legal que lo haga antes de que entre en vigor la
subida del IVA decidida por él mismo para ahorrarse un buen pellizco; es legal
que el ático se haya devaluado hasta casi una tercera parte de su valor inicial
como consecuencia del desplome del mercado de la vivienda. No cabe duda, De
Guindos es un tío legal.
Lo que por el contrario es ilegal es que
el dirigente agrario Diego Cañamero saque unos carros con alimentos de primera
necesidad de un supermercado para llamar la atención sobre el hecho de que
muchas familias en nuestro país tienen dificultades, no ya para llegar a fin de
mes, sino para alimentarse como es debido. Del mismo modo que es ilegal
intentar paralizar que desahucien a una familia o hacer una sentada frente al
Parlamento. Teniendo en cuenta el creciente poder político de los
ultracatólicos en nuestro país, cualquier día va a ser ilegal, como en Rusia,
cagarse en Dios. Visto lo visto no cabe duda de que Cañamero es un tío ilegal
(y suerte que tiene de ser creyente y no cagarse mucho en Dios).
¿Cuál es el problema entonces? La
situación no es nueva pero es cada vez más preocupante. En 1961 Ralph Williams
y Malcolm Moos escribieron un discurso que el presidente de los EEUU debía leer
en el Congreso. El discurso es muy famoso porque en él se alertó por primera
vez de los perniciosos efectos para el país del llamado Complejo militar-industrial-congresual.
Se advertía de que era un escándalo que hubiera numerosos cargos políticos que
ayudaban al desarrollo de la industria de guerra y que después se retiraban
para ocupar cargos en las empresas a las que habían favorecido. Una de las
frases del texto que finalmente fue censurada por Eisenhower (perro no come
carne de perro) era de una claridad cristalina: "Hay que asegurarse de que
los mercaderes de la muerte no lleguen a dictar la política nacional".
Pues bien, a día de hoy, esto es
exactamente lo que pasa en nuestro gobierno y, por supuesto, es perfectamente
legal. De Guindos no es una excepción, es la regla de una manera de hacer
política en la que la puerta giratoria que une los consejos de administración
de las grandes empresas con el poder político está bendecida por la legalidad.
Digámoslo claramente, el nuevo ático del Ministro de economía no sólo es la
enésima prueba de que en este país nos gobiernan los ricos sino también de la
podredumbre de un sistema político cuya legalidad permite injusticias y
privilegios. Como es lógico, de Guindos y los suyos no se cagan en Dios, porque
viven como Dios.
*Pablo Iglesias Turrión es profesor de
Ciencia Política en la Complutense y presentador de la tertulia política
televisada La TuerKa
PUBLICADO EN PÚBLICO
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