EL
PORQUÉ DE LOS RECORTES
Este artículo señala que una de las
causas reales de los continuos y constantes recortes de gasto público
incluyendo el gasto público social que están debilitando enormemente el Estado
del Bienestar español es la exigencia de que España pague la deuda a los bancos
europeos, y muy en especial, a la banca alemana.
Una de las tesis que se promueven con
mayor ahínco en los círculos neoliberales del país es que España entró y
permanece en crisis por su excesivo gasto público y falta de disciplina fiscal.
De esta tesis se concluye que hay que reducir el gasto público y recuperar la
famosa disciplina fiscal, reduciendo el déficit público para alcanzar el nivel
exigido por el Pacto de Estabilidad (el 3% del PIB).
Esta tesis es fácilmente demostrable que
carece de credibilidad. El Estado español era, en realidad, el modelo de
rectitud ortodoxa neoliberal. Tenía un superávit en las cuentas del Estado en
los años 2005, 2006 y 2007, y su deuda pública era de las más bajas de la
Eurozona. Durante el periodo 2004-2007, tal deuda pública bajó del 46% al 36%.
España no podía ser más modélica desde el punto de vista neoliberal. Los
responsables de la política económica y fiscal del Gobierno español recibieron
el aplauso de las autoridades europeas que gestionan y dirigen la Eurozona
(desde el Consejo Europeo y la Comisión Europea al Banco Central Europeo) y
como no, del Fondo Monetario Internacional.
En realidad, la sensación de euforia era
tal que el Gobierno socialista español, bajo la presidencia de José Luis
Rodríguez Zapatero, decidió bajar los impuestos, identificando tal medida con
ser de izquierdas. Su slogan más conocido en aquellos años fue que “bajar los
impuestos es de izquierdas”. Esta bajada de impuestos aumentó el déficit
estructural del Estado, es decir, el déficit público, que determinan los
ingresos y gastos estructurales y no coyunturales. Este aumento del déficit
estructural permaneció ocultado o ignorado por el aumento de los ingresos al
Estado, resultado de la situación coyuntural provocada por la burbuja
inmobiliaria. Ahora bien, cuando esta burbuja explotó, el déficit estructural
apareció con toda claridad y contundencia. Los ingresos al Estado bajaron en
picado, resultado, en gran parte, de que la estructura fiscal del Estado
español depende excesivamente de las rentas del trabajo y muy poco de las
rentas del capital. Cuando la actividad económica se colapsó y el desempleo se
disparó, los ingresos al Estado bajaron y mucho. De ahí el déficit público del
Estado. No tiene nada, nada que ver con el aumento del gasto público, el cual,
medido en gasto público por habitante, ha ido bajando, no subiendo. Y los datos
así lo muestran. Se están recortando y recortando, y en cambio el déficit
público apenas baja y el crecimiento económico está decreciendo. ¿Qué evidencia
esperan los círculos neoliberales para poder ver que están profundamente
equivocados?
Por otro lado, un punto clave poco
estudiado y con escasa visibilidad mediática es ¿por qué la burbuja
inmobiliaria explotó? La causa primordial es que la mayoría del dinero que
estaba detrás de la burbuja inmobiliaria procedía de bancos alemanes,
franceses, holandeses, belgas, entre otros. En realidad el enorme flujo de
dinero (lo que se llama inversión financiera) a España explica que la balanza
de pagos (la diferencia entre el capital que entra y el que sale del país) se
disparara en aquellos años de burbuja inmobiliaria. El hecho de que la banca
europea alimentara a la banca española se debía, como no podría ser de otro
modo, a que eran inversiones financieras extraordinariamente beneficiosas. Su
rentabilidad era enorme. Pero cuando esta banca europea contaminada por los
productos tóxicos procedentes de la banca estadounidense se paralizó, el dinero
dejó de venir a España y la burbuja inmobiliaria explotó, creando un agujero en
el PIB español equivalente a un 10% de su tamaño. Y todo ello en cuestión de
meses.
Ahora España tiene un problema enorme
porque debe mucho dinero a los bancos europeos, que no puede pagar. Y los
bancos europeos tienen un problema incluso mayor, porque han prestado tanto
dinero a España y a los otros países intervenidos (Grecia, Portugal e Irlanda)
que si éstos no lo pagan, tienen un problema gravísimo. En realidad, muchos de
ellos se colapsarían. Los bancos alemanes habían prestado en 2009 la enorme
cantidad de 704.000 millones de euros a los países PIGS (España, Grecia,
Irlanda y Portugal), convertidos en GIPSI con la inclusión de Italia. Esta
cantidad es muchas veces superior al capital en reserva de la banca alemana. Si
estos países no pudieran pagar su deuda, la banca alemana colapsaría. El establishment
financiero alemán y su Gobierno, presidido por la Sra. Merkel, es plenamente
consciente de este hecho. Y de ahí su énfasis en que el objetivo prioritario de
las políticas de austeridad que está imponiendo a aquellos países y de la
supuesta “ayuda financiera”a sus bancos, sea el de que la banca alemana
recupere el dinero prestado.
El objetivo de los recortes es salvar la
banca alemana
Y así nacieron las políticas de
recortes. Como bien escribía recientemente nada menos que el editor senior del
Financial Times, el Sr. Martin Wolf (25.06.12) el objetivo de estos recortes en
España tiene poco que ver con recuperar la economía española y sí con que se
pague a los bancos europeos, incluyendo los alemanes, lo que se les debe. Así
de claro.
Ahora bien, como las cosas no se pueden
decir tan claro, el argumento que se utiliza por los economistas y políticos
neoliberales, es que hay que reducir el déficit público para “inspirar
confianza a los mercados financieros” de manera tal que éstos vuelvan a prestar
dinero a España. Según tal argumento, la desconfianza de los mercados hacia
España determina que la prima de riesgo española haya subido tanto, ignorando
que el que marca los intereses de la deuda pública no son los mercados, sino el
BCE, que es el lobby de la banca, y muy en especial de la banca alemana. El
hecho de que el BCE no haya comprado deuda pública española durante más de tres
meses es la mayor causa de que la prima de riesgo se haya disparado. Lo que le
importa más a la banca alemana (y a su instrumento, el BCE) es que continúe la
austeridad, que sigan y se profundicen los recortes por parte del Estado
español a fin de que éste y la banca privada a la que el Estado español ha
estado subvencionando y ayudando en cantidades exuberantes (más de un 10% del
PIB) paguen ahora lo que deben a aquellos bancos europeos, incluyendo los
bancos alemanes. Y los famosos 100.000 millones de euros que el Gobierno Rajoy
ha solicitado de las autoridades que gobiernan la Eurozona irán destinados a
continuar ayudando (todavía más) a los bancos, y todo ello financiado por el
ciudadano normal y corriente que paga al Estado y sostiene la deuda pública. En
realidad, incluso dirigentes del Gobierno alemán así lo han reconocido. Uno de
los consejeros económicos del Gobierno alemán, Peter Böfinger, así lo ha dicho.
“Las ayudas a la banca (de los países en dificultades) no tienen que ver con el
intento de ayudar a tales países en sus problemas, sino ayudar a nuestros
bancos que tienen gran cantidad de deuda de aquellos países” (Chatterjee,
Pratap, Bailing Out Germany: The Story Behind The European Financial Crisis).
En realidad, si de verdad tanto el
Gobierno Rajoy o el Consejo Europeo desearan ayudar a la economía española, no
transferirían estos 100.000 millones a la banca (que no ha estado ofreciendo
crédito ni a las familias ni a las medianas y pequeñas empresas), sino a
organismos estatales como el Instituto de Crédito Oficial (ICO), con el mandato
de ofrecer crédito accesible y razonable (no el que provee la banca hoy) a la
ciudadanía y a medianas y pequeñas empresas españolas. Tales transferencias
públicas podrían también estimular el establecimiento de bancas públicas (tanto
centrales como autonómicas) o cooperativas de crédito que garantizaran la
existencia de crédito, uno de los mayores problemas que existe hoy en la España
endeudada.
Pero lo que las autoridades europeas
desean más que nada es que la banca española y el Estado español paguen a los
bancos alemanes, franceses, holandeses, belgas y otros lo que les deben, a fin
de -según dicen ellos- recuperar la confianza de los mercados. Pero este
argumento asume que existen mercados, lo cual es fácil de demostrar que no
ocurre. En un mercado, la responsabilidad de un préstamo fallido es compartida.
Es un fallo de la persona o institución que pidió el préstamo, pero lo es
también de la persona o institución que ofreció el préstamo. Y esto no está
ocurriendo. En esta situación se está penalizando al primero a fin de salvar
los intereses del segundo. Esto es lo que está haciendo, entre otros, el
Gobierno alemán, que acusa y critica al Estado español por haber permitido la
formación de la burbuja inmobiliaria sin citar el papel clave que el Estado
alemán y la banca alemana jugaron en el establecimiento y explosión de tal burbuja.
No se puede hablar de prestatarios irresponsables sin hablar también de los
prestamistas irresponsables. Y el Gobierno alemán está imponiendo las políticas
de austeridad para asegurarse de que a la banca alemana irresponsable se le
pague la deuda con intereses (que, por cierto, alcanzan niveles estos últimos
que cubren varias veces el coste de la deuda en sí). Y así estamos.
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