ODIO
A LOS INDIFERENTES
El texto que se expone a continuación,
podía haber sido escrito hoy mismo en vista de la situación tan dramática que
padecemos y la persistente pasividad social que todavía se observa. Aunque cada
vez hay más crispación social y más movilización, la mayoría de la gente se
queda cómodamente en sus casas viendo caer el chaparrón, sin pensar si quiera
un instante la posibilidad de comenzar a participar y responder frente a los
constantes y virulentos ataques provenientes de los dictadores económicos,
políticos y financieros.
Sin embargo fue escrito hace casi un
siglo y hoy tiene más fuerza que nunca. Se trata de un artículo del gran
intelectual Antonio Gramsci (1891-1937), escrito en 1917. Espero que el rescatar
este texto, sirva además de como pequeño homenaje y recuerdo al incansable
luchador marxista, de invitación a la reflexión y de crítica hacia todas
aquellas personas que todavía no se han lanzado a la calle para hacerse
escuchar ante semejante cúmulo de despropósitos de esta dictadura neoliberal.
Odio
a los indiferentes [Indiferentes]
Odio a los indiferentes. Creo, como
Fiedrich Hebbel, que "vivir significa tomar partido". No pueden
existir quienes sean solamente hombres, extraños a la ciudad. Quien realmente
vive no puede no ser ciudadano, no tomar partido. La indiferencia es apatía, es
parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes.
La indiferencia es el peso muerto de la
historia. Es la bola de plomo para el innovador, es la materia inerte en la que
a menudo se ahogan los entusiasmos más brillantes, es el pantano que rodea a la
vieja ciudad y la defiende mejor que la muralla más sólida, mejor que las
corazas de sus guerreros, que se traga a los asaltantes en su remolino de lodo,
y los diezma y los amilana, y en ocasiones los hace desistir de cualquier
empresa heroica.
La indiferencia opera con fuerza en la
historia.
Opera pasivamente, pero opera. Es la
fatalidad, aquello con lo que no se puede contar, lo que altera los programas,
lo que trastorna los planes mejor elaborados, es la materia bruta que se rebela
contra la inteligencia y la estrangula. Lo que sucede, el mal que se abate
sobre todos, el posible bien que un acto heroico (de valor universal) puede
generar no es tanto debido a la iniciativa de los pocos que trabajan como a la
indiferencia, al absentismo de los muchos. Lo que ocurre no ocurre tanto porque
algunas personas quieren que eso ocurra, sino porque la masa de los hombres
abdica de su voluntad, deja hacer, deja que se aten los nudos que luego sólo la
espada puede cortar, deja promulgar leyes que después solo la revuelta podrá
derogar, dejar subir al poder a los hombres que luego sólo un motín podrá
derrocar.
La fatalidad que parece dominar la
historia no es otra cosa que la apariencia ilusoria de esta indiferencia, de
este absentismo. Los hechos maduran en la sombra, entre unas pocas manos, sin
ningún tipo de control, que tejen la trama de la vida colectiva, y la masa
ignora, porque no se preocupa. Los destinos de una época son manipulados según
visiones estrechas objetivos inmediatos, ambiciones y pasiones personales de
pequeños grupos activos, y la masa de los hombres ignora porque no se preocupa.
Pero los hechos que han madurado llegan a confluir; pero la tela tejida en la
sombra llega a buen término: y entonces parece ser la fatalidad la que lo
arrolla todo y a todos, parece que la historia no sea más que un enorme
fenómeno natural, una erupción, un terremoto, del que son víctimas todos, quien
quería y quien no quería, quien lo sabía y quien no lo sabía, quien había
estado activo y quien era indiferente. Y este último se irrita, querría
escaparse de las consecuencias, querría dejar claro que él no quería, que él no
es el responsable.
Algunos lloriquean compasivamente, otros
maldicen obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: Si yo hubiera
cumplido con mi deber, si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, mis
ideas, ¿habría ocurrido lo que pasó? Pero nadie o muy pocos culpan a su propia
indiferencia, a su escepticismo, a no haber ofrecido sus manos y su actividad a
los grupos de ciudadanos que, precisamente para evitar ese mal, combatían,
proponiéndose procurar un bien.
La mayoría de ellos, sin embargo,
pasados los acontecimientos, prefiere hablar del fracaso de los ideales, de
programas definitivamente en ruinas y de otras lindezas similares. Recomienzan
así su rechazo de cualquier responsabilidad. Y no es que ya no vean las cosas
claras, y que a veces no sean capaces de pensar en hermosas soluciones a los
problemas más urgentes o que, si bien requieren una gran preparación y tiempo,
sin embargo, son igualmente urgentes. Pero estas soluciones resultan bellamente
infecundas, y esa contribución a la vida colectiva no está motivada por ninguna
luz moral; es producto de la curiosidad intelectual, no de un fuerte sentido de
la responsabilidad histórica que quiere a todos activos en la vida, que no
admite agnosticismos e indiferencias de ningún género.
Odio a los indiferentes también porque
me molesta su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos
por cómo ha desempeñado el papel que la vida le ha dado y le da todos los días,
por lo que ha hecho y sobre todo por lo que no ha hecho. Y siento que puedo ser
inexorable, que no tengo que malgastar mi compasión, que no tengo que compartir
con ellos mis lágrimas. Soy partisano, vivo, siento en la conciencia viril de
los míos latir la actividad de la ciudad futura que están construyendo. Y en
ella la cadena social no pesa sobre unos pocos, en ella nada de lo que sucede
se debe al azar, a la fatalidad, sino a la obra inteligente de los ciudadanos.
En ella no hay nadie mirando por la ventana mientras unos pocos se sacrifican,
se desangran en el sacrificio; y el que aún hoy está en la ventana, al acecho,
quiere sacar provecho de lo poco bueno que las actividades de los pocos
procuran, y desahoga su desilusión vituperando al sacrificio, al desangrado,
porque ha fallado en su intento.
Vivo, soy partisano. Por eso odio a los
que no toman partido, por eso odio a los indiferentes.
Antonio Gramsci - 11 de febrero de 1917
Para saber más acerca de Antonio
Gramsci:
http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Gramsci
http://www.marxists.org/espanol/gramsci/
http://www.gramsci.org.ar/
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/gramsci.htm
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