NOX
ATRA CAVA CIRCUMVOLAT UMBRA
"Nox atra cava circumvolat umbra". Me
despierto con esas palabras en la cabeza, como un soniquete. Latín, claro. Son
viejas conocidas. Me ducho repitiéndolas. "Nox atra cava", etcétera.
Don Antonio Gil, mi profesor del asunto, me las hizo traducir hace más de
treinta años: "La noche negra nos rodea con su envolvente sombra".
Cojo la toalla. De pronto me detengo, mirando en el espejo el careto de un
fulano que ya en nada se parece al muchacho que traducía a Virgilio.
"Envolvente" por "cava" suena raro: "envolvente
sombra". ¿Es posible que lo recuerde mal? ¿O que la traducción que hice
entonces no fuera buena? "Nox atra cava circumvolat umbra". Toda la
vida recordándolo así, y ahora dudo. Siempre fue mi fragmento favorito, el
verso 360, cuando Eneas y sus compañeros, sabiendo que Troya está perdida,
deciden morir peleando; y como lobos desesperados caminan hacia el centro de la
ciudad en llamas, no sin que antes Eneas pronuncie ese "Una salus victis,
nullam sperare salutem" que tanto marcaría mi vida, mi trabajo, las
novelas que aún no sabía que iba a escribir: "La única salvación para los
vencidos es no esperar salvación alguna".
"Cava umbra". El enigma me anima el día.
Con los dedos hormigueantes voy a la bblioteca, donde el viejo diccionario
Spes, maltrecho pero fiel, me recuerda que "cavo", transitivo de la
primera, significa cavar, vaciar, ahuecar, horadar, ahondar. Envolver, ni por
el forro. Estoy perplejo. Don Antonio Gil -tres años de latín en el instituto
después de que me expulsaran de los maristas- era un catedrático joven y
comprensivo, pero también muy riguroso. Nunca me habría dejado pasar una
alegría, pienso. ¿Y si toda mi vida lo he recordado mal? Consulto otras
traducciones. La que tengo más a mano simplifica: "rodeados por las
tinieblas de la noche". No me vale. Recurramos al canon. Acudo a los
estantes de la biblioteca clásica Gredos. Volumen 166. Lo abro: "La negra
noche vuela en derredor ciñéndonos en su cóncava sombra". Recristo, me
digo.
Doctores tiene la materia, pero lo de "volar en
derredor" suena pretencioso, libérrimo e inexacto. Aunque lo de cóncava,
la verdad, es más literal que "envolvente". Sólo literal, ojo. Pues
lo cóncavo, si estás dentro, envuelve. Y vista la cosa desde la perspectiva de
los guerreros troyanos que se disponen a morir en la oscuridad de la noche, que
ésta sea cóncava o convexa se la debe de traer a cada uno de ellos bastante
floja. Lo que se ven es envueltos, claro. La imagen no es casual. Caminan
envueltos en la noche negra de sus vidas y su ciudad, hacia la muerte.
Me voy a la parte menos acesible de la biblioteca,
desempolvo cajas, pilas de viejos libros desencuadernados y hechos polvo. Y al
fin me alzo con el botín: mi "Ilíada", mi "Odisea" y mi
"Eneida" anotadas. "A. P-R. Preu. Letras". Abro el
Virgilio: "Arma virumque cano". Cuánto
tiempo, pardiez. Cuántos años y cuántas cosas. Con emocionada melancolía paso
los dedos por las líneas de las hexámetros virgilianos con mis trazos a lápiz
marcando cada dáctilo, espondeo y cesura, y con la traducción anotada a
bolígrafo junto a cada verso. Y ahí está, en el libro II. "Nox atra cava
circumvolat umbra": la noche negra nos rodea con su envolvente sombra. No
hay duda. En aquel curso 1968-69, don Antonio Gil dio por bueno el envoltorio
que dispuse para los guerreros troyanos. Sonrío, evocador. Luego recuerdo el
título de un ensayo de don Manuel Alvar: "La engua como libertad".
Sonrío más y me recuesto en la silla, pensando que tengo el privilegio de
poseer una lengua, la española, que es una herramienta eficaz y maravillosa. Y
qué profunda -envolvente y cóncava-, concluyo, es la deuda con quienes me
ayudaron a conocer sus nobilísimas claves y a utilizarla, antes de que
ministros y psicólogos imbéciles pasaran a cuchillo la formación de los
jóvenes, confundiendo renovación con igualitarismo educativo -igualitario por
abajo- y desmemoria.
Y así estoy, sentado con Virgilio, cuando regresa mi
hija de clase, ve el libro y charlamos un rato sobre aqueos, troyanos y
peligrosos caballos de madera con soldados cubiertos de bronce ocultos en su
vientre. Mi vástaga estudia Historia y Arqueología, pero en su facultad -tiene
intríngulis la cosa- no puede estudiar latín ni griego. Debe apañarse con lo
que pudo estudiar en el colegio y buscarse la vida por su cuenta. Ya lo definió
Virgilio, claro: "Nox atra cava circumvolat umbra". A todos.
Hijos de puta, pienso, cerrando la
"Eneida". Hijos de la gran puta.
Eso mismo pienso yo, Don Arturo. Hijos de la gran puta. Nunca he sido demasiado deslenguada pero, últimamente, quienes desgobiernan este páramo yerto de cultura y de futuro sacan lo peor de mí. Eso pienso cada vez que salgo de mi clase de Griego de 2º de Bachillerato, cada vez que leo con los chicos unos versos de Homero, un poema de Anacreonte, cada vez que siento el lirismo de Safo o los extremos de Catulo, cada vez que explico una etimología, cada vez que miro los ojos iluminados de los alumnos a quienes acabo de descubrir una conexión lingüística que ellos desconocían. Eso mismo pienso. Hijos de la gran puta.
ResponderEliminarSoy docente, de Griego y Latín, lo habrá imaginado. "¿De dónde sacas las fuerzas?" me preguntaba una compañera cuando se enteró de que unos cuantos cuerdos locos en España aún se empeñan en recuperar los métodos de Erasmo y Comenius, para enseñar Latín en latín y Griego en griego. "¿De dónde?", me pregunto. La respuesta está en el verso de Virgilio que usted nos trae aquí: "Una salus victis, nullam sperare salutem". Sé que todo está perdido con esta LOMCE de la sinwertgonzonería. Y es entonces cuando digo: "¡Qué demonios!" y disfruto y hago disfrutar.
De Eurípides aprendí que quien quiera llamarse Hombre debe saber morir con la cabeza alta, que no hay felicidad sin dignidad. Lo demás es arrastrarse por la vida.
Así, desde la trinchera troyana, le agradezco profundamente su apoyo a estas lenguas que son nuestras, aunque la mayoría, enladrilladas sus cabezas, no lo sepa. Muchas gracias.
¡Qué clarividencia! Enhorabuena. Helena. Sí, merece una hache tu nombre. Jesús García Castrillo.
ResponderEliminarEsta reflexión de Pérez Reverté y los comentarios que siguen son de primerisimo nivel. Es un verdadero placer leerlos. Gracias.
ResponderEliminarRecuerdo aún, a mi profesor de latín de Preu, comenzar la primera clase de latin del curso recitar en voz alta y de memoria la Eneida.
ResponderEliminarApenas comenzamos la traducción recuerdo la primera aclaración que hizo cuando empezamos a traducir : canto a las armas y al varón... proponiendo un virum como un genitivo arcaico y que permitiría traducirlo por: canto a las armas del varón... Desde aquel momento voló mi imaginación como cuando traducía un inruo por precipitarse hacia el interior, y otras del mismo estilo.
Esto me permite utilizar aquella expresion que aparece en n la Eneida, creo recordar referida a a Anquises : eu qualis erat
Mi hijo, entró en cuarto de la ESO, perdido en cuanto a la elección de sus optativas, le sugerí que eligiera Latín. Su cara, cuanto menos, fue de sorpresa y la de sus amigos de sonrisitas típicas del adolescente borreguil. Una vez finalizado el curso esta feliz y se siente un poco menos asno, eso que parece que no les importa a estos políticos y era uno de los principales objetivos de la educación.
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