DE
RECORTADORES Y RECORTADOS
Nos han recortado por encima de nuestras
posibilidades. Y aún nos pueden recortar más. De hecho, nos recortarán hasta
dejarnos en pañales o en pelotas. La avaricia no tiene límites. De eso va el
capitalismo, de buscar beneficios sin cesar. Así lo ha demostrado el gobierno
del PP, y en su momento el gobierno del PSOE. El dogma neoliberal, la dictadura
de los mercados, se impone. Y los Presupuestos 2013, que se debaten esta
semana, apuntan en esta dirección.
Y es que el mundo se divide entre recortadores y
recortados o entre, lo que es lo mismo, los de arriba y los de abajo, el 1%
versus el 99%. Unos pocos mandan, a los otros, se supone, nos toca obedecer.
Los primeros se benefician de la crisis, a pesar de haberla creado, los
segundos pagamos sus platos rotos.
Han recortado tanto que cuesta hacer inventario.
Sanidad, educación, derechos laborales, ayudas públicas diversas, etc., etc. y
etc. ¿Lo vemos en detalle?
Sanidad, en venta. Sufrimos una contrarreforma sanitaria
que nos hace retroceder tres décadas. Se acabó la atención sanitaria universal,
se reducen las prestaciones sanitarias básicas, se privatiza el servicio
público de salud. Dos grandes medidas. Primera, el copago farmacéutico, o mejor
dicho “repago”, volver a pagar aquello que ya hemos abonado mediante impuestos.
¿Los más perjudicados? Pensionistas, rentas bajas y enfermos crónicos. Ser
viejo y estar enfermo es hoy un lujo sólo al alcance de unos pocos. Segunda
medida, expulsar del sistema sanitario a las personas inmigrantes sin papeles.
En palabras de la ministra de sanidad Ana Mato porque ” traen a sus familiares
a España sin derecho a utilizar la sanidad”. Mentira. Varios informes
demuestran que las personas inmigrantes gastan menos en sanidad que las
autóctonas. Conclusión: no sólo nos enfrentamos a medidas profundamente
regresivas sino absolutamente racistas y xenófobas.
SOS Educación. Aumenta la jornada laboral del
profesorado, recortan su salario y multiplican, en un 20%, el número de alumnos
por aula. A parte, miles de interinos a la calle. A las y los estudiantes
universitarios se les incrementan las matrículas en un 50% y las condiciones
para obtener becas se endurecen. A las madres y padres les piden, en Catalunya
y Madrid, unos 3€ para que sus hijas e hijos puedan llevar el tupper al cole. Y
para colmo: pagar más por los libros de texto y el material escolar.
Sinwertgüenzas.
Y, ¿dónde están mis derechos laborales? Ecoeco.
Gracias a la última reforma laboral, despedir resulta más barato, se facilitan
los EREs y se precarizan, aún más si cabe, las condiciones laborales. ¿Pagar
por trabajar? Pronto dejará de ser un sueño de empresarios, si nada cambia,
para convertirse en una realidad. O que se lo digan a tantos becarios con
trabajo… gratis. Y las prestaciones por desempleo a la baja, faltaría. Los
parados “¡qué se jodan!”, como nos recordaba la diputada Andrea Fabra.
Las ayudas públicas, parece, pasaron a mejor vida.
¿La Ley de Dependencia? Si ya nació endeble, ahora está semifiniquitada: ayudas
a las personas dependientes un 15% menos, como mínimo; dependientes moderados,
no entrarán en el sistema hasta 2015; las personas cuidadoras pierden el pago a
la Seguridad Social que hasta ahora asumía el Estado. Y, ¿el presupuesto para
servicios sociales? Un 14% menos. ¿El de igualdad? Un 25% menos. Y una vez más,
los recortes se sustentan sobre el trabajo invisible de las mujeres. En la
medida en que se recorta Estado del bienestar, hay toda una serie de trabajos
no valorados pero imprescindibles que acaban recayendo sobre nuestras espaldas.
¿Y qué pasa con la solidaridad con los países del
Sur? ¿Con aquellos a quiénes nuestros gobiernos y multinacionales han
expoliado, endeudado y sumido en la pobreza? La crisis no llora los que pasan
hambre en la otra punta del planeta. Así lo reflejan los presupuestos públicos:
65% menos en cooperación al desarrollo. Primero, lo nuestro. O no.
Mientras nos aumentan el IVA, nos suben las tarifas
eléctricas, el precio del transporte público… ¿Qué os voy a contar?
La realidad, pero, debería ser otra porque no somos
recortables. Ni yo, ni tu, ni ella ni él. Aquí los únicos recortables son
banqueros y políticos profesionales que hipotecaron nuestras cuentas en la
época del boom inmobiliario y que siguen haciendo negocio con nuestras vidas y
nuestro futuro. A ellos se les tiene que recortar… y mucho. Sin olvidar, claro,
a la Casa Real.
Ni recortes, ni recortados. Hartos ya de tanta
tijera enfocada al revés.
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