DEMASIADO PODEROSOS PARA IR A LA CÁRCEL
Cuando se comprobó que el comportamiento
irresponsable de las entidades bancarias más grandes del mundo fue lo que
provocó su quiebra y la crisis que ésta llevó consigo, lo lógico hubiese sido dejar
que se hundieran y salvar el sistema financiero para que la economía productiva
saliera adelante. Sin embargo, los gobiernos hicieron suyos los intereses de
los banqueros y los salvaron a ellos, con la excusa de que esos bancos eran
demasiado grandes para dejarlos caer.
Con el paso del tiempo se ha podido comprobar que se
trataba no solo de un principio fatal para la recuperación económica (porque al
salvar a los bancos responsables de la crisis y no al sistema financiero la
economía sigue sin disponer de los recursos que necesita) sino también que
estaba mal formulado.
Lo cierto no es que los grandes bancos que han
provocado la crisis sean demasiado grandes para dejarlos caer sino que los
banqueros son demasiado poderosos como para ir a la cárcel.
No pasa una semana sin que tengamos alguna noticia
de crímenes financieros cometidos por los bancos o de la impunidad con que
siguen actuando sus responsables.
Hace unos días se ha sabido que las mismas
autoridades de Estados Unidos que descubrieron que el banco HSBC había
permitido que presuntos terroristas y traficantes de drogas usaran sus cuentas
para mover dinero han desistido de llegar al fondo para condenarlo en firme.
De nuevo con la excusa de que su condena podría
poner en peligro todo el sistema financiero la Justicia estadounidense se ha
limitado a aceptar un acuerdo por el cual el banco pagará una multa de 1.900
millones de dólares.
Es la misma estrategia que ya se siguió en 2010 con
Goldman Sachs o con otros bancos en otras ocasiones, imponer multas que los
medios de comunicación divulgan como si fueran gigantescas pero que en realidad
son migajas de sus beneficios para las grandes entidades. La de HSBC equivale a
los obtenidos en menos de mes y medio de 2011 (obtuvo 16.800 millones de dólares
de beneficio en todo el año), y la de Goldman Sachs (550 millones de dólares)
representó en 2010 el 15% del beneficio o el 3% de las primas distribuidas en
2009.
Como hemos comentado con más detalle Vicenç Navarro
y yo en Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero (Espasa 2012),
diversas investigaciones han puesto rigurosamente de manifiesto que HSCB no ha
sido el único banco que ha servido conscientemente para movilizar dinero
criminal entre Mejico y Estados Unidos. Más o menos lo mismo han hecho otros
como Citigroup, Bank of America o Banco de Santander, además de Wachovia o
Wells Fargo, por citar a los más conocidos o reincidentes (Michael Smith, Banks
Financing Mexico Gangs Admitted in Wells Fargo Deal). Pero ninguno de sus
propietarios o grandes directivos ha terminado en la cárcel por haberlo hecho.
Como tampoco han sido perseguidos seriamente ni
condenados en otros lugares en donde han llevado a cabo las mismas actividades
o donde han cometido las estafas que dieron lugar a la crisis.
En nuestro país, las sentencias que dan la razón a
los clientes frente a los bancos en los casos de contratación fraudulenta de
swaps y otros productos semejantes van ya por 1.062, al día de hoy y según la
web de la Asociación de Usuarios Afectados por Permutas y Derivados
Financieros. Es solo una de las estafas, a las que se podría añadir la de las
preferentes o las muchas irregularidades que han cometido los bancos en los
últimos años (una relación de ellas en mi artículo Banqueros contra la justicia
y la democracia publicado en esta misma web).
¿No son suficientes más de 1000 sentencias
condenatorias para que los poderes públicos asuman que lo que realmente hay
detrás de eso es un fraude organizado, una auténtica pandemia de estafas y
engaños que se han traducido en perjuicios gravísimos a millones de españoles?
¿Cómo es que no se investiga la responsabilidad última de quien planificó
semejante expolio, cómo es que no se piden cuentas a los dueños y grandes
directivos que se lucraron mediante esas estafas y cómo es que no están pagando
en la cárcel el daño tan grande que han hecho a la economía española,
destruyendo la riqueza de tantos empresarios y familias? ¿cómo es que no han
sido investigados los directivos del Banco de España que lo consintieron, los
jueces y fiscales que no los han perseguido, o los gobernantes que los han
amparado?
La impunidad con que vienen actuando los banqueros
es una manifestación palpable de los males gravísimos que afectan a nuestra
sociedad.
Hace que la economía se resiente porque dejar en
libertad a quienes han actuado como los banqueros implica dar por buenos
comportamientos que son destructivos, y por tanto incompatibles con cualquier
modo de generación de riqueza, además de producir incentivos perversos: si no
hay castigo ¿qué problema hay en repetir lo que se ha venido haciendo?
La impunidad con que actúan los banqueros también
debilita la democracia, o mejor dicho, indica qué escasa y falseada es la que
tenemos, porque la democracia real es incompatible con la total ausencia de
rendición de cuentas con que vienen actuando no solo los responsables de la
banca sino la clase política que los protege. Y, por supuesto, echa por tierra
la confianza en instituciones básicas para la convivencia ¿Cómo creer en un
poder judicial que justo cuando va a llegar al Supremo el caso de las
preferentes elige como nuevo magistrado de la Sala que habrá de atenderlo a un
asesor jurídico de la banca que las ha colocado a sus clientes y que está
siendo condenada por ello? ¿y cómo no repudiar a los gobiernos que indultan a
los pocos que eventualmente son condenados?
Es evidente que si los banqueros pueden eludir la
justicia prácticamente en todo el mundo es por el enorme poder político que han
acumulado y que les permite corromper a gobernantes, jueces y responsables de
medios de comunicación en un proceso de desmantelamiento progresivo de la
democracia y de los poderes representativos. Gracias a ello no van a la cárcel
pero esa es justamente la razón para que quienes de verdad quieran salvar las
democracias empiecen antes que nada por perseguir los crímenes de los banqueros
y hacerles pagar por ellos, en lugar de darles cada día más dinero y
privilegios.
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