¡ME HAN SUBIDO EL SUELDO!
Hace 2 días los
empleados de mi empresa recibimos una comunicación interna anunciando la subida
de salarios de un 2,35%, que es según los sindicatos, lo que nos corresponde
para este año 2013. Parece que las cosas no marchan del todo mal si es que nos
suben el sueldo, aunque las sensaciones no son del todo buenas: han bajado las
contrataciones, ha habido despidos en los últimos meses de 2012, aunque no
masivos, y los nuevos proyectos están todos en “stand by”. En general no hay optimismo, cierto, aunque tampoco se
puede hablar de pesimismo.
Probablemente el
lector ya se habrá dado cuenta de que no estoy hablando de una empresa en España.
No, estoy hablando de Bélgica, donde la crisis se nota, sí, aunque más por la
prensa que por el día a día de los trabajadores.
Hace apenas unos
días volví a Bélgica de pasar las vacaciones navideñas en mi querida Málaga. No
han sido pocas las conversaciones que he mantenido con amigos y familiares
sobre la crisis y la situación en el país donde ahora resido. Sorprendentemente
para mí, muchos de ellos me han preguntado por cómo se ve a España desde el
extranjero en este momento, ya que hay mucha preocupación por la “imagen” que
damos al resto de Europa. Lo cierto es que la realidad no es bonita. ¿Cómo se
ve desde España la situación en Grecia o Portugal? Pues para un belga la
situación en España es exactamente la misma.
El fin de semana
pasado ojeaba la prensa belga en una cafetería, apenas leía los titulares y
entradillas, ni mi conocimiento del holandés es tan profundo como para
zambullirme en los detalles ni tengo demasiado interés, digamos la verdad, en
la visión pesimista que se da de mi país. En una de las noticias de la sección
internacional destacaban la dura carga que suponen países como Grecia, Portugal
y ahora España para Bélgica, que paga con sus ahorros la mala gestión de los
políticos de estos países.
Preguntando a
compañeros de trabajo y amigos la sensación es la misma, “un belga paga un 40%
de su salario en impuestos en parte para reflotar el sur de Europa”. Cuando se
habla de España la opinión general no es halagüeña, los informativos únicamente
mencionan a nuestro país en clave económica y generalmente de forma negativa.
“¿Es cierto que la mayoría de la gente joven está en paro?”, me preguntaba un
compañero de equipo el otro día. Mi respuesta creo que no le dejó muy
satisfecho, ya que mi visión es parcial y si pienso en mi entorno casi un 100%
de mis conocidos en España tiene trabajo, tal vez mejorable, pero trabajan y no
han dejado de hacerlo en los últimos años. Cierto es que esta es una realidad
parcial, ya que siempre hay conocidos y amigos de amigos que están en una
situación difícil.
Llevaba meses sin
pisar España y durante estas últimas vacaciones me ha dado tiempo para notar
muchas diferencias desde la última vez que estuve allí, todo comparado con
Bélgica, que es donde resido desde hace algunos años. En primer lugar he notado
que los precios en general han bajado o, al menos, no han subido, ya que la
diferencia con Centroeuropa es notable. Abundan las ofertas de desayunos y
menús baratos, algo que no pasaba hace un año, aunque la calidad de la comida no
me pareció demasiado buena. También he notado que los carteles de “Se Alquila”
y “Se Vende” han aumentado, aunque esto es normal ya desde hace años, pero esta
vez se nota también en que hay muchos negocios que han cerrado o han cambiado a
manos extranjeras. Por otro lado es de mencionar que se ven más personas
pidiendo en las calles de Málaga, así como en semáforos y algunos rebuscando en
las basuras de los barrios… esta es una circunstancia especialmente triste,
aunque no me parece nueva, en los años de bonanza también los había, aunque no
tantos.
Por último, tengo
que destacar el pesimismo general incluso de aquellos a los que las cosas les
van bien, o al menos no muy mal. Cuando me han preguntado por el trabajo en
Bélgica y se compara con el de España, todo aquél con el que he hablado me ha
repetido una y mil veces que no se me ocurra volver, que “la cosa está muy
mala”. No sé por qué cuánto más me lo dicen más ganas tengo de volver… es
curioso, soy de naturaleza optimista. Pero lo que no saben en Málaga es que los
envidio, porque aún en una crisis profunda y sin vistas de mejora, la gente
sigue siendo muy agradable, se sonríe y se es feliz con poco y, sobre todo, se
sabe vivir como en ningún lugar de Europa.
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