UN
AÑO DE MENTIRAS, DE PARO Y DESAHUCIOS
No ha tenido que pasar mucho tiempo para que el gobierno de
Mariano Rajoy muestre una vez más que el Partido Popular, como ya ocurriera con
Aznar, no sabe llegar al poder o mantenerse en él sin mentir constantemente. Lo
hizo cuando Rajoy propugnaba medidas en la oposición para criticar a Zapatero
que sabía perfectamente que no podría cumplir cuando gobernase. Y no ha dejado
de mentir desde que ha llegado a la Moncloa para ocultar los verdaderos motivos
de lo que está haciendo.
Como demostramos Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo en
nuestro libro Lo que España necesita. Una réplica con propuestas alternativas a
la política de recortes del PP (Editorial Deusto, 2012), Rajoy se ha tragado
todas sus antiguas propuestas y críticas. En lugar de hacer lo que decía que
haría, ha subido impuestos, ha recortado pensiones y servicios públicos
esenciales, y lejos de aplicar lo que él llamaba la política “que Dios manda”,
no ha hecho otra que la que le han mandado hacer los mismos de siempre.
Además, Rajoy y sus ministros han mentido constantemente
cuando llamaban de una manera a lo que es otra, y cuando decían perseguir
objetivos que es imposible alcanzar con las medidas que ponían en marcha. Han
dejado escapar a los evasores fiscales diciendo que luchan contra el fraude y
llamando gravamen de activos ocultos a una vergonzosa amnistía fiscal, han
subido impuestos diciendo que lo que establecían era un “recargo temporal de la
solidaridad”, aumentaron el IVA diciendo que no se trataba de subirlo sino de
“cambiar la ponderación de los impuestos para favorecer el crecimiento”, o
imponen copagos diciendo que se trata de aumentar la corresponsabilidad.
Al mismo tiempo, han seguido utilizando una retórica falsa
para disimular ante la gente normal y corriente la naturaleza real de lo que
vienen haciendo. Han seguido afirmando que eran solo las cajas de ahorros las
que tenían problemas para así hundirlas definitivamente y poder entregarles en
bandeja a los bancos el mercado que habían ocupado en los últimos años; han
proyectado reformas financieras diciendo siempre que las hacían para que
volviese a fluir el crédito, cuando era evidente que así no se iba a conseguir
porque solo se estaba tratando de proteger aún más a las grandes entidades. Han
creado un llamado banco malo pero no para regenerar el sector inmobiliario y
poder impulsar otra política de vivienda, sino también para que los
contribuyentes paguemos la irresponsable política crediticia de los bancos. Y,
por supuesto, han hecho todo ello sin mostrarle claramente a la ciudadanía la
factura tremenda que han supuesto todas esas ayudas a los privilegiados. Han
hecho una reforma laboral solo para dar más poder al gran empresariado diciendo
que se hacía porque así se crearía empleo, cuando era imposible que eso se
pudiese conseguir de ese modo, como perfectamente han demostrado los hechos que
tratan de silenciar.
El gobierno de Rajoy se empeña en sostener la gran mentira
que supone afirmar que realiza una política de austeridad que puede llevar a
resolver el problema de la deuda y generar más actividad cuando la realidad es
que así solo se consigue debilitar los servicios públicos para facilitar más
tarde su privatización. Nada se va a ahorrar con esos recortes. Sabemos a
ciencia cierta que provocarán una subsiguiente caída de la actividad que
disminuirá aún más los ingresos y que, cuando se privaticen, los servicios
serán más caros no solo para los usuarios sino para las administraciones
públicas, tal y como ya ha ocurrido en otros países. Ni tampoco se va a
conseguir que disminuya la deuda desmantelando las fuentes de generación de
ingresos, no ya a medio y largo plazo sino incluso a corto, porque la deuda
sube como la espuma por la suma ingente de intereses que van a la banca privada
y por la caída de ingresos, y no solo porque haya más gastos corrientes.
En este año de continuas políticas de recortes constantes no
solo se han cercenando derechos sociales y personales. Con ellas, a Rajoy le
cabe el triste mérito de haber llevado a España a ser la sociedad más desigual
de la eurozona, demostrando así que el resultado efectivo de sus políticas no
es otro que devolver a los grupos oligárquicos los pocos privilegios
conseguidos en el franquismo que habían perdido en la etapa democrática.
Con el incremento tan extraordinario de la desigualdad que
se viene produciendo va de la mano una caída en el ingreso y en el consumo de
la inmensa mayoría de la sociedad que produce también el debilitamiento
constante de la demanda y el mercado interno que alimentan a las pequeñas y
medianas empresas que son las que crean la inmensa mayoría del empleo en
España. La terrible tragedia es que el gobierno ayuda con docenas de miles de
millones de euros a los bancos y grandes empresas que destruyen empleo mientras
que destruye las bases para que lo puedan crear las más cercanas al terreno
productivo. Ver para creer: el gobierno de extrema derecha de Rajoy y la gran
patronal, de la mano a la hora de promover reformas y políticas de austeridad,
se han convertido en los grandes destructores de empresas y de capacidad de
crear empleo.
Si el gobierno de Rajoy no cambia urgentemente de políticas
en la línea que hemos propuestos en otros textos, el paro llegará a niveles
desorbitados en los próximos meses y la economía, lejos de recuperarse como
dicen sus ministros sin el más mínimo fundamento, se hundirá cada vez más.
Es verdad que la táctica de meter la cabeza debajo del suelo
y de engañar a tirios y troyanos de Rajoy al menos ha dado como resultado positivo
que España no haya sido intervenida completamente y que solo se haya producido
la menos mala vinculada al rescate de la banca. Pero es muy difícil creer que
eso será suficiente y que bastará con que Rajoy se siga limitando a dar el
esquinazo a Europa, sin enfrentarse decididamente a las imposiciones alemanas
que crean más problemas que los que resuelven.
Hace falta más inteligencia y más patriotismo para resolver
los problemas económicos que tenemos sobre la mesa. Y muchas menos mentiras,
además de mucha más solidaridad y sensibilidad hacia los que sufren en mayor
medida los daños de la crisis.
El Partido Popular y el gobierno de Rajoy lleva un año
haciendo frente a la crisis con el grito de guerra que una diputada indiscreta
proclamó sin disimulo: “¡que se jodan!”. Y el momento en el que estamos es el
de decidir si creemos que esta es una forma efectiva y ética de salir del
agujero en donde estamos o si queremos acabar ya con la traición y la torpeza
de nuestros gobernantes.
España tiene que plantearse otros asuntos de fondo de los
que el gobierno de Rajoy no quiere oír ni hablar,. Es preciso poner sobre la
mesa que no se puede seguir pagando una deuda que es un negocio ilegítimo de
una minoría, que hay que acordar otro modo de repartir los costes y los
beneficios que se han generado en nuestra economía, y que hay que tener una
actitud muy diferente ante el drama que ha ocasionado la conducta irresponsable
de los banqueros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario