PACTO POR EL CHIRINGUITO. TEODORO LEÓN GROSS


PACTO POR EL CHIRINGUITO
Firmar un Pacto contra la Corrupción es magnífico. De hecho en la misma sesión ya podrían firmar un Pacto contra la Injusticia. Y un Pacto contra las Enfermedades Incurables. Quizá también un Pacto contra los Atascos. Casi de una sentada se puede dejar encarrilado el país. Y si acaso un Pacto por las Cigalas Gratis, y un Pacto por la Sonrisa Colectiva, y un Pacto por los Buenos Pactos. Eso encajaría con el espíritu de la Constitución bicentenaria de 1812 al definir para qué sirve el Gobierno: «la felicidad de la Nación». Y lo mejor es que los pactos, entre las estrategias de marketing político, salen bien baratos.


Así que, alehop, asunto resuelto. Se firma el Pacto, canapés, fotos, y ahí se acaba con la corrupción que tanto preocupa a los españoles:
-¿Entonces estamos de acuerdo en que la corrupción es intolerable?
-Lo vuestro desde luego es intolerable.

El país ya puede descansar tranquilo. Como cuando Camps, ya procesado, fue la estrella de la firma del Manifiesto contra la corrupción de su partido, entre los elogios entusiastas de Rajoy y de Arenas. Y ese mismo sentimiento de confianza se podrá disfrutar cuando firmen ahora un pacto para establecer que la corrupción es inapropiada. Sí, tal vez haya quien recuerde algunos antecedentes, como el Pacto contra el Transfuguismo, o el Pacto contra el Terrorismo, o el legendario Pacto de Toledo de las pensiones, incumplidos sistemáticamente por las partes como papel mojado. Aquí nunca se ha cumplido un pacto, pero eso es lo que tiene el marketing político: no se trata de que se cumpla, sino de la foto en primera del periódico. El pacto en definitiva tiene la credibilidad de las auditorías:

-Hola buenas, soy el auditor. Por favor denme los libros en B y que venga el responsable de contabilidad en negro.
-Enseguida. ¿Desea ver también al coordinador de mordidas?

Claro que también podrían dejarse de teatro, prescindiendo de estas mascaradas con el atrezo de las buenas intenciones, y hacer lo que hay que hacer: suspender a los imputados; expulsar a los condenados; no llevar candidatos procesados; dejar de ensalzar a gente como José 'Pepiño' Blanco o Luis 'el Cabrón' Bárcenas o Pujol jr. mientras se les investiga; publicar las cuentas del partido en la web con toda transparencia -de momento solo PSOE, UPyD y Ciudadanos- y sus donantes; promover tribunales independientes de control; cortar el nepotismo multiplicado con la crisis; acabar con los indultos políticos; no amarrar a los ex en empresas privatizadas. Ese es el pacto, y no hay que firmarlo sino hacerlo por convicción. Pero ese pacto de confianza con los ciudadanos parece lejos. De momento solo se adivina un pacto de casta con un objetivo inequívoco: mantener el chiringuito

FUENTE: DIARIO SUR

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