SÓLO LE CALLÓ EL CÁNCER
No ha sido
el primer caudillo que muere en ejercicio del poder supremo de una nación,
aunque a pocos les ha llegado este deceso en los últimos tiempos a pesar de
haberse presentado en muchos otros países, como se sabe bien en España. Desde
luego, en Iberoamérica se han dado muchos casos de fallecimientos de caudillos,
principalmente de algunos que estaban en busca del poder y no ejerciéndolo,
pero que pasaron a mejor vida por causas ajenas a las normales o naturales. La
muerte de Chávez es mas bien un raro caso de un mandatario que, atravesando sus
mejores años de vida, a pesar de estar en la mira de muchos enemigos y
contradictores de dentro y fuera de su país y de haber escapado a serios
intentos para eliminarle, según él y sus amigos lo afirmaran, no escapa a los
designios de esa silenciosa parca que, agazapada en la misma mente de sus
presas, trabaja como detonador de esa terrible enfermedad llamada cáncer.
Alguien
decía que los caudillos, para ser verdaderamente tales, tienen que vivir pocos
años porque nadie puede ser longevo batallando todos los días y a cada instante
contra tantos egos malquerientes tratando de evitar la pérdida o el menoscabo
de sus intereses ancestrales o emergentes, habidos de cualquier manera, buena o
mala, pero en todo caso la razón fundamental de sus vidas. Ese caudillaje llevó
a Chávez a enfrentarse al establecimiento dominante por décadas en Venezuela,
del cual también formaba parte y muy importante, como soporte esencial del
sistema, el llamado por él mismo "imperialismo yanqui", reconocido
tutor indiscutible de la generalidad de las naciones hemisféricas. A él se
enfrentó con desenfado y altanería nunca vistas antes y logró socavarle buena
parte de su predominio en la región con su discurso y estrategia del ALBA con
la que sedujo y alineó a los gobiernos de Argentina, Uruguay, Ecuador,
Nicaragua, Paraguay, en una prima fase, y Perú, en una segunda, y desde luego
al Caribe empezando por Cuba. Pero su visión iba más allá de las fronteras
continentales de América y no vaciló en respaldar enemigos muy temidos en
Washington como Irán y la Libia de Gadafi, por razones políticas y comerciales
y más por éstas que por aquéllas, con Rusia y China. Una verdadera rebelión
contra el tradicional monitor político y económico de Venezuela aun cuando en
la realidad de los negocios relacionados con el principal factor de su
economía, el petróleo, prevaleció siempre el pragmatismo y la búsqueda de
buenos precios e ingresos que precisamente le reconocía su odiado Tio Sam.
Desde luego,
donde más se sintió su influencia y la fuerza de sus ideas revolucionarias
enmarcadas en su eslogan Socialismo del Siglo XXI fue dentro de su país, porque
allí actuó radicalmente en todos los órdenes: político, social, económico,
judicial y militar. No dejó nada intacto ni sin tocar en la Constitución ni en
las instituciones, con efectos ciertamente muy diversos y dispares. En efecto,
lo fueron y han sido muy positivos en aspectos sociales como la educación, la
salud y la vivienda, cuya cobertura extendió como nunca se había hecho antes
para beneficiar a las capas de menos ingresos y más pobres.
Pero también
han sido muy negativos especialmente en lo económico por su intervención
desmedida en las actividades productivas y comerciales privadas que por ello
colapsaron o buscaron otras naciones para establecerse, afectando el
abastecimiento de bienes y servicios esenciales para la población como
alimentos y los servicios de agua y energía. En definitiva, ganaron los pobres
y los muy pobres, perdieron los trabajadores formales del sector privado y la
clase media, en tanto que los grandes empresarios y los más ricos simplemente
vendieron sus negocios, sacaron su plata, empacaron maletas y se fueron del
país.
Como gran
caudillo ganó todas las elecciones que realizó desde la primera en que
participó y con la cual fue elegido presidente, hasta la última realizada
apenas a finales del año pasado que lo reeligió una vez más, cuando ya estaba
prácticamente muerto. Ahora lo lloran los millones de venezolanos a quienes
ayudó y rescató de la desesperanza; también lo lloran los millones de
simpatizantes que tenía en Iberoamérica y en el mundo. Nunca la región tuvo un
personaje tan conocido, admirado y sin duda controvertido en el planeta. Pero
su muerte no la lloran, sino la festejan, y con júbilo, millones de venezolanos
afectados por su proyecto político y sus decisiones administrativas, tanto en
Venezuela como en Colombia, Centro y Norteamérica a donde emigraron muchos de
ellos con su capital y su tremendo odio al caudillo.
Lo que sigue
en Venezuela no es fácil para el llamado chavismo ni tampoco para la oposición,
como no lo es para los países vecinos como Colombia ni los vinculados
económicamente a su riqueza. La lucha de Maduro, portador del mandato
continuista; la de Diosdado Cabello y los altos mandos militares por el poder y
los privilegios económicos lícitos o ilícitos, es de pronóstico reservado.
¿Volverán las dictaduras militares de otros tiempos? Venezuela tiene una larga
historia y tradición militarista. ¿Se sostendrá o abortará el Socialismo del
Siglo XXI? ¿Surgirá otro caudillo en la región que se haga cargo del proyecto o
se le dejará marchitar si los Estados Unidos de Obama la miran con más afecto?
Es temprano para aventurar opiniones. Nadie lo sabe y los problemas domésticos
de cada país no parecen dejar mucho espacio ni recursos para patrocinar
veleidades externas. Lo que si se puede afirmar es que Venezuela no será la
misma de antes y que no habrá mucha paz en la tumba de Chávez, así la deseemos
quienes apreciamos la maravilla evolutiva de la vida y reconozcamos sus
majestuosas transformaciones, incluida una de sus fases más respetables, como
es la muerte. Que esta paz mitigue el dolor de su familia y del pueblo que lo
aclamó y sea para bien de Venezuela así como de Iberoamérica.
Vaya basura. Esto lo puede escribir la derecha neoliberal que se disfraza de "progre".
ResponderEliminarVaya basura. Esto lo puede escribir la derecha neoliberal que se disfraza de "progre".
ResponderEliminarDe donde habrá salido el energúmeno que ha escrito esto. En los diferentes estercoleros del mundo existe basura de muchos tipos y el que ha escrito este artículo, es del peor tipo. Alomejor hasta se autodenomina de "izquierda". Haberlos los hay.
ResponderEliminarHay mucho descconocimiento sobre Venezuela.por eso queríamos en utopía que aparecieran artículos como este.Jesús martín ostios
ResponderEliminar