A POR LA TERCERA REPÚBLICA. DAVID ARMENDÁRIZ NÚÑEZ


A POR LA TERCERA REPÚBLICA
El 14 de abril las republicanas y republicanos recordamos y celebramos como todos los años, el día de la proclamación de la II República. Hoy, la corona española está más en entredicho que nunca gracias a los continuos escándalos, delitos y corruptelas de la Casa Real y su entorno. Cada vez son más las personas que se suman al movimiento republicano, las que exigen el fin de la presencia de los borbones y la creación de una república.

La Declaración de los Derechos del Hombre surgida en la Revolución francesa e influenciada por los grandes pensadores de la ilustración, decía en su artículo primero “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”, las monarquías se encargan de eliminar este principio básico de igualdad entre las personas.  Por ello el concepto de monarquía es injusto y antidemocrático en sí mismo, y deberían ser abolidas todas ellas ya que no tienen razón de ser en estados considerados democráticos.


Debemos poner fin a la monarquía española, no porque sea corrupta, no porque el rey y sus allegados hayan cometido robos, estafas, amasado fortunas millonarias aprovechando su posición, ni porque tengan un comportamiento deleznable, sino por el hecho de que su existencia, rompe los principios básicos de igualdad, justicia y democracia, y no tiene cabida en un sistema democrático. Aunque el señor Don Juan Carlos fuese la persona más honesta, honrada, bondadosa y ejemplar del mundo entero, los republicanos y republicanas seguiríamos reclamando incansablemente su marcha.

Porque no hay democracia cuando el jefe de un estado no ha sido elegido por el pueblo. No es legítimo ni justo que el derecho de la ocupación de ese cargo resida en la herencia por nacimiento. Además la idiosincrasia de la casa real española es mucho más sangrante que cualquier otra como bien sabemos. A nuestro jefe de estado no solo no le ha elegido la ciudadanía sino que fue designado por un militar golpista que se encargó de derribar con la fuerza de las armas y la barbarie a un estado republicano democrático, que había sido legitimado por la población a través de las urnas. La presencia del monarca aseguró la continuación del régimen, y el control de todos los poderes por los mismos grupúsculos que lo habían ostentado durante la dictadura (recordamos el “Dejo todo atado y bien atado”), por eso nunca ha habido una transición hacia un modelo plenamente democrático en España. La corona de Juan Carlos de Borbón siempre ha estado sucia, manchada con la sangre de los miles y miles de personas que perdieron su vida defendiendo la república y sus valores democráticos.

Hay que abrir un proceso constituyente para crear una nueva constitución elaborada por los cargos electos, a ojos del pueblo, de manera transparente y bajo su supervisión y no como la de 1978, que se elaboró exclusivamente entre los líderes de los partidos, en despachos a puerta cerrada, a espaldas de la ciudadanía y bajo las atentas y amenazadoras miradas del ejército.



Quienes creemos firmemente en un estado republicano, pensamos que una república debe construirse con valores sólidos de democracia y justicia social y no meramente en el sentimiento antimonárquico. La III República estará al servicio de la mayoría de la población, y la llenaremos de contenido entre todas y todos, de valores éticos, de justicia, igualdad y libertad.


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