CUÉNTAME CÓMO PASÓ
El pasado día
14 de marzo de este año 2013 se emitía un capítulo particularmente interesante
en el primer canal de la televisión pública española (TVE) de la conocida serie
Cuéntame cómo pasó, que relata la historia de una familia durante los años 70 y
80 del siglo pasado. En este capítulo trataron de abordar un tema importante:
el recuerdo de los asesinados en la represión de la sublevación fascista de
1936. A mí, he de confesar, me sorprendió que se atrevieran a hacerlo, y
lo que más me sorprendió es que dejaran
emitirlo. Sin embargo, una vez visto dicho capítulo entendí por qué se había
permitido. Se había permitido simplemente porque se falsificó la historia de
España y la historia de tantas vidas y esperanzas que acabaron sepultadas bajo
el fascismo.
Hagamos memoria,
volvamos a comienzos del siglo XX a España, veamos que ocurría.
De los 18
millones y medio de habitantes con que contaba España a principios del siglo
XX, casi dos tercios de esta población total —unos 12 millones de españoles—
era analfabeta. Dos tercios sufrían asimismo una desnutrición endémica;
regiones enteras fueron víctimas del hambre. Mientras un 96% de españoles
poseía sólo un tercio de las tierras cultivables y la Iglesia invertía su
patrimonio en líneas de tranvía y ferrocarril, en compañías navieras, centrales
hidroeléctricas, minas, fábricas textiles, empresas de construcción, etc....,
el alto clero —liado con los grandes capitalistas y la nobleza— se regodeaba en
el resplandor de sus relaciones sociales.(1)
Ocurrían
estas cosas y peores. La pobreza, la desigualdad y la injusticia en España eran
desmesuradas. Ante esta situación cabría pensar que en España estallase una
revolución social tratando de poner orden y justicia en una sociedad tan
desordenada. Sin embargo, no fue así, o lo fue de forma muy puntual, como por
ejemplo la revolución de Asturias de 1934;
lo que ocurrió es que los sectores que vivían en el privilegio no
toleraron los nuevos aires democráticos de la Segunda República y, de forma
antidemocrática y violenta, decidieron acabar con ella y con todos los que
apoyasen una reforma social que trajese justicia.
En el
capítulo comentado de Cuéntame cómo pasó no se habla para nada de esto, por el
contrario se equipara a todos por igual, a represores y reprimidos, a verdugos
y víctimas. Y ponen un ejemplo muy gráfico, y muy falso, en boca de un anciano
sacerdote, interpretado por Fernando Guillén, que relata supuestos hechos,
indicando que primero fueron los republicanos los que daban paseo y luego
vinieron los falangistas. Esto es una grosera falsedad. Quien comenzó el ataque
de exterminio, como así fue, fue buena parte del ejército africanista, apoyado
por los industriales, la banca, los terratenientes y la Iglesia; junto con
el apoyo fundamental exterior de las potencias fascistas y las corporaciones
económicas, como la Texaco, que aportaba derivados del petróleo y se los negaba
a la República democrática. Las actuaciones que realizó el ejército
republicano, como otros sectores de la izquierda o de la sociedad española,
fueron en defensa propia, y en el peor de los casos como venganza. Venganza
ante tanto abuso e injusticia.
Por ello
intentar una equiparación de "un lado y otro" es como querer hacerlo
en la Alemania nazi, o en la Europa invadida por los nazis con los partisanos y
el ejército nacionalsocialista. Esto sería absurdo, igual de absurdo que en
España.
Otro caso
igualmente poco moral y en la misma dirección que el anterior lo pudimos ver en
manos de Pérez Reverte, el escritor y supuesto periodista,(2) quien con una
evidente falta de ética y de rigor decía:
“todos [vencedores y vencidos] hemos sido
igual de hijos de puta” (3)
En esta
España de la falsificación ya estamos acostumbrados a estas falsedades,
lanzadas con el objetivo de engañar a la población, a los españoles, y dejar
contento y con la conciencia más o menos tranquila a los que han permitido la
impunidad del fascismo español y que este se perpetúe en el poder y en las
estructuras del estado en la llamada nueva democracia. En España el Jefe del
Estado es un rey no elegido por los españoles y nombrado por el dictador que
causó estos estragos y terror en el país. Esto en cualquier país sería un
escándalo insostenible. Aquí, mediante estos engaños, se mantiene en cierto
modo al español de a pie anestesiado o ignorante de su pasado, pasado que ha
provocado su desesperanzador presente.
Este
capítulo de Cuéntame como pasó tiene en realidad como misión que se olvidé
aquello, que se pase página. Y lo dice en la voz del sacerdote: "Que Dios
nos perdone a todos, a todos, a todos". Insiste varias veces con el
"todos" para que quede grabado en la mente del espectador. Vicenc
Navarro hace este comentario ante este tipo de posicionamientos y actitudes:
De tal
equidistancia se concluye que es mejor no reavivar la memoria, pues abriría las
heridas, asumiendo erróneamente que estaban cerradas. (3)
Así es, la
injusticia que se cometió entonces nunca se ha reparado. Muchísimas personas
yacen perdidas en fosas y lugares olvidados, sin que se haya hecho nada por
parte del Estado por recuperar su memoria y reparar tal hecho. Infinidad de
propiedades fueron confiscadas y robadas, muchas públicas, que no se han
devuelto, y un largo etcétera de injusticias que no se han solucionado. Que no
se han reparado ni se han querido reparar.
Encima hoy
estamos padeciendo una injusticia social y una dictadura económica bastante
similares a las de aquellos años, donde unos pocos viven en el privilegio y el
lujo, mientras el resto sufre y malvive. De aquí se entiende que se trate de
falsificar la realidad histórica de España y que esto se emita en el primer
canal de la televisión pública española; que no es precisamente la televisión
de todos, sino de unos pocos y no muy buenos.
Notas:
(1) Karl
Heinz Deschner. La política de los Papas en el siglo XX. La Guerra Civil
Española. Vol.I. Yalde. p.272.
(2) Mikel
Itulain. El periodismo español en la guerra de Yugoslavia. Parte I. Enlace
(3) Vicenc Navarro. La resistencia
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