NO SOMOS TOPOS
En Marbella,
Vélez Málaga, Coín y Comares nadie trabaja. Todos sus habitantes están en paro.
No es ciencia ficción, este drama social se está viviendo ahora mismo. Las
cifras hechas públicas por el Ministerio de desempleo esta semana revelan que
la provincia de Málaga alcanza los 218.471 parados, lo que suma la población de
esos cuatro municipios.
Los
ciudadanos demandan empleo y una clase política que pise la calle, que huya de
las frases hechas y cuente la verdad sin ambages. Parece sencillo decir que el
dato refleja una catástrofe social que ha convertido a España en un país con
grandes desigualdades, que han fracasado las políticas de austeridad y que las
reformas laborales no están dando el fruto esperado. Sin embargo, la secretaria
de Estado de Empleo saca pecho y recurre al eufemismo de que el crecimiento del
paro ha disminuido: obviamente, cuanta menos gente trabaje menos gente puede
dejar de hacerlo. Del mismo modo, podría decir que ha caído el ritmo de cierre
de empresas: el tejido empresarial se desintegra y cada vez queda menos por
quebrar.
Con un polo
de grandes industrias mermado, con pymes sobreviviendo -con innovación y
esfuerzo- en el borde de la navaja y con el sector de servicios y turismo -joya
de la corona de la riqueza de Málaga- también afectado por la crisis
internacional, el futuro de la economía no vislumbra la luz al final del túnel.
Así que no acaba de tener razón el director general de Movilidad de la Junta,
José Luis Ordóñez, al decir que los malagueños no somos topos, pues lo cierto
es que estamos atrapados en las cavernas de la provincia que se empezó a
construir sin atisbar ahora una salida. Vivimos a oscuras, no se entrevé un
mañana que justifique los esfuerzos asfixiantes del hoy. Y, como buenos topos,
tampoco oímos demasiado, por eso las explicaciones irrisorias y, por ello, para
qué iban a admitir Ordóñez, Griñán o Elena Cortes que el Metro de Málaga debe
ir en superficie porque no hay dinero para hacerlo bajo tierra.A los malagueños
nos gustaría que la verdad fuera en superficie, pero estos políticos nuestros
acostumbran a moverse por las covachas de las medias verdades. Y lo cierto es
que no somos topos, vemos el negro camino y oímos las peregrinas explicaciones
sobre los fracasos que nos quieren vender. Deberían cuidarse los políticos de
hacer metáforas animales: ellos saldrían mucho peor parados.
MÁLAGA HOY
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