CAPERUCITO FERAZ Y LA LOBA ROJA
Erase
una vez un hombre que, desde muy niño, hacía crecer con fortaleza toda
planta, arbusto y árbol que tocaba, se llamaba Libán Caperuzo. En la
ciudad italiana donde vivía cundió la noticia de su talento y sus
habitantes lo reclamaban, desde su infancia, para que sanara las
enfermedades de las plantaciones y los árboles que daban poco o ningún
fruto.
Cuando
este niño creció y maduró como maduraban los frutos de los árboles que
tocaba, conoció a una loba roja que se transformaba en mujer de pelo
encendido en las noches de luna creciente. Se llamaba Irelek Sanfonia.
Cada vez que se demostraban el amor que sentían el uno por la otra, en
dichas noches de luna, una planta nueva y desconocida crecía en los
alrededores de la casa de Libán.
Y
cuando Irelek abandonaba su condición humana y femenina, andaba libre
por bosques y llanuras del planeta, bebiendo de las fuentes que a su
paso encontraba.
Pasado
el tiempo y fruto de la sinergia que se producía entre estos dos seres
únicos, nuevos árboles de frutos vigorosos y alimenticios crecían por
toda la ciudad.
Fueron
tantos y tan frondosos dichos árboles que el planeta donde habitaban
Irelek y Libán, sanó sus males porque llovió y llovió una lluvia fina y
calmante que convirtió en feraz toda la tierra de la Tierra.
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