LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. JESÚS MARTÍN OSTIOS


LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Baltasar Garzón ha solicitado a varias instituciones que le faciliten el número de desaparecidos a partir del 17 de julio de 1936, lo cual ha reabierto el debate sobre la Guerra Civil.

El Partido Popular y todos los medios afines al mismo han criticado tal medida y han abogado por, en palabras textuales de Rajoy, “superar el pasado y mirar hacia delante”. No puedo entender tal afirmación, “¿Cómo se puede hablar de olvido cuando aún hay uuchos aspectos que se desconocen?

Puedo entender que en las circunstancias actuales y por el enorme trabajo que supondría tal tarea no sea el momento propicio para llevarla a cabo. Pero lo que no entiendo es ese afán por parte de muchos de hacer olvidar parte de la historia de España. A raíz de la decisión de Garzón he escuchado en los medios de comunicación acalorados debates sobre la Guerra Civil y como la medida del juez de la Audiencia Nacional sólo se refiere a los desaparecidos del bando republicano, señalando así mismo que los dos bandos hicieron lo mismo en cuanto a la represión. Y es ahí, donde comenten importantes errores.

Primero, porque los muertos del bando nacional ya fueron reconocidos y homenajeados durante 40 años. Y segundo, porque los dos bandos no hicieron lo mismo. “El todos hicieron lo mismo” es un spot publicitario que sirve para equiparar a los dos bandos, pero eso no es real.

Cuando se habla de una guerra tenemos que dejar a un lado el logotipo de “buenos y malos” y centrarse en las características del conflicto. En el caso de nuestra guerra civil se produjeron crímenes espantosos por partes de ambos bandos (la carretera de Almería, Guernika, Paracuellos del Jarama, Badajoz, etc.).

En el caso republicano debido a las luchas internas, a la descomposición interna y la poca estabilidad de los diferentes gobiernos (Casares Quiroga, Martínez Barrio, y Giral), se cometieron asesinatos de personajes vinculados a la derecha y que fueron llevados a cabo por los elementos incontrolados de la izquierda. Ahora bien, a partir de la reorganización del gobierno republicano con Largo Caballero la situación varió ostensiblemente y el número de asesinatos se redujo de manera considerable en el bando republicano, siendo castigados aquellos que llevaban a cabo tales tropelías.

Es cierto que durante los mandatos de Largo Caballero y Negrín se produjeron asesinatos, pero estos asesinatos fueron en muchos casos (Andrés Nin, del POUM por ejemplo) luchas internas por el poder dentro del propio bando republicano.

Lo que no se puede comparar esta represión con la ejercida en el bando nacional tanto cuantitativamente como cualitativamente. En el bando nacional la represión fue ejercida y dirigida desde el mismo 17 de julio por el propio gobierno nacional y no podemos olvidar que continuó después de la guerra. Una cosa es reconocer, y para eso está la Historia, la existencia de estos crímenes. Y otra muy distinta señalar que tanto unos como otros hicieron lo mismo porque los datos son evidentes al respecto.

Volviendo a la cuestión del juez Baltasar Garzón, muchos de los analistas se olvidan de los familiares de aquellas personas que aún continúan desaparecidas enterradas en fosas comunes y que lucharon porque hoy en España exista la libertad de opinión. Esas familias tienen todo el derecho del mundo a conocer donde están enterrados sus familiares y las circunstancias que envolvieron sus desapariciones. Eso es incuestionable.

No sé si Garzón tiene las atribuciones necesarias para llevar a cabo tal proceso y como he dicho antes en la situación de crisis en la que nos encontramos puede que no sea el momento. Pero es indispensable conocer y desenterrar a aquellos fusilados de la guerra civil que continúan sepultados en las fosas de la memoria.
No trato aquí de hablar de buenos y malos, y si de resaltar la importancia de intentar conocer todo lo que ocurrió, sin ningún tipo de manipulación ni intereses partidistas, para tratar de cerrar de manera definitiva la herida de la guerra civil, pero parece que una parte de la derecha de este país se siente identificada con uno de los dos bandos de la guerra y pretende cerrar la Historia a su antojo.

Termino este artículo con unas palabras de Arturo Pérez Reverte sobre la Guerra Civil que desde mi punto de vista expresan mejor que nada lo que significó aquel acontecimiento y la necesidad de investigar sobre la misma.

“El viejo Goya lo pintó mejor que nadie: dos gañanes enterrados hasta las corvas, matándose a garrotazos. La sombra de Caín es alargada, en España. Lo fue siempre, y la guerra civil española es buena prueba de ello. Estamos ante una historia trágica, violenta, retorcida... que inevitablemente, son ingredientes de nuestra ibérica olla. Una república desventurada en manos de irresponsables, de timoratos y de asesinos, un ejército en manos de brutos y matarifes, un pueblo despojado e inculto, estaban condenados a empapar de sangre esa tierra. Luego, prendida la llama, la arrogancia de los privilegiados, el rencor de los humildes, la desvergüenza de los políticos, el ansia de revancha de los fuertes, la ignorancia y el odio hicieron el resto. No bastaba vencer; era necesario perseguir al adversario hasta el exterminio. Murió más gente en la represión que en los combates; en ambos lados, analfabetos presidiendo tribunales gozaron de más poder que magistrados del Supremo. Hubo valor, por supuesto. Y decencia. Y lecciones de humanidad e inteligencia. Pero todo eso quedó sepultado por las pavorosas dimensiones de una tragedia que todavía hoy necesita reflexión y explicaciones. Y por supuesto, sin buenos ni malos...”





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