JUEGOS OLÍMPICOS
Los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 quedarán en el recuerdo con los ocho oros de Michael Phelps, el record del mundo de 100 metros lisos de Usain Bolt, las gimnastas chinas, la pértiga de Isinbayeva, o el paso a primera potencia deportiva (por ahora sólo deportiva) de China que desbanca a Estados Unidos.
En cuanto a los nuestros, nos quedamos con Nadal, Samuel Sánchez o la plata, con sabor a oro, en baloncesto de los Gasol, Rudy, Navarro y compañía.
Podríamos hablar largo y tendido sobre los resultados deportivos de los Juegos de Pekín, pero si hay que resaltar a un vencedor en estos juegos es la indiferencia que han mostrado los deportistas hacia los problemas de nuestro mundo. No podemos obviar la trascendencia a nivel mundial de un acontecimiento como son los juegos Olímpicos.
No es excusable este cinismo en las amenazas de los diferentes comités olímpicos nacionales que amenazaron con expulsar a sus deportistas si se atrevían a expresar su oposición a la represión china en el Tíbet por ejemplo.
Los Juegos Olímpicos eran la ocasión al mundo para transmitir una protesta. A pesar de los anuncios de algunos deportistas durante la previa a los juegos de boicot (por ejemplo la yudoca alemana Ivonne Bönisch) estos no se han producido. No estoy hablando de que se jueguen su futuro, y si de que hablen por el resto del mundo y de que denuncien las realidades actuales.
Y no me estoy refiriendo exclusivamente al caso del Tíbet. En este caso concreto de China y el Tíbet en marzo de 2008 se desencadenó una revuelta. Como resultado de estos disturbios y de la consecuente represión china, se produjeron protestas de carácter internacional. Algunos países como Francia se plantearon la posibilidad de no acudir a la ceremonia inaugural (tuvo que dar marcha atrás por intereses comerciales).
E incluso durante el recorrido de la llama olímpica se produjeron protestas e intentos de boicot a su recorrido. Los incidentes de la llama se han repetido durante todo su recorrido: Olimpia, Londres, Paris, San Francisco, Buenos Aires, Dar es Salaam, Mascate, Islamabad, Nueva Delhi, Bangkok, Kuala Lumpur, Yakarta o Canberra.
Pero, no solamente existe violación de los derechos humanos en el Tíbet. Tampoco se respetan los derechos humanos en Cuba, Corea del Norte, Guantánamo o Estados Unidos. En el caso de esta última todavía está permitida en algunos Estados la pena de muerte.
Como bien señala el periodista Juan Bonilla “no es tanto una victoria del propio régimen chino como del propio capitalismo de mercado que se niega a mezclar política y negocios”. Bonilla señala que “si las olimpiadas se hubieran celebrado en Cuba, la actitud de los diferentes comités olímpicos hubiera sido muy distinta y a nadie hubiera sorprendido que los americanos y su séquito boicotearan esos juegos. Pero China tiene mil millones de consumidores”. Decirle no a China, era renunciar a un negocio muy suculento.
Pero vuelvo a insistir que no quiero centrar esta crítica al caso concreto del Tíbet y China y si a los problemas generales del mundo. Debido a su magnitud los JJOO deben ser aprovechados como lugar de expresión de los problemas de nuestro mundo: medio ambiente, respeto a los derechos humanos, libertad de expresión, etc., sin embargo nada de eso ha ocurrido en Pekín. Los deportistas, salvo honrosas excepciones como la nadadadora estadounidense Amanda Beard (realizó una campaña publicitaria para apoyar la lucha contra el maltrato y la matanza de animales) se han dedicado a competir en sus respectivas pruebas.
Los Juegos Olímpicos deben expresar el sentir del mundo. Los derechos humanos no se respetan en muchos lugares. Y entre ellos no podemos olvidar Estados Unidos. En los Juegos Olímpicos de Atlanta no escuchamos ninguna protesta contra la pena de muerte. ¿Por qué? Estamos en lo mismo, intereses. Estados Unidos está en el bando de los buenos y los otros no.
En el caso de China, ocurre algo muy parecido. China está claro que en poco tiempo se convertirá en la primera potencia económica y no conviene, como en su día no convenía expresar una opinión crítica en Atlanta, criticar al país que un futuro regirá los destinos económicos del mundo. Dejo claro que no estoy hablando de “romper” los juegos y si de utilizarlos como voz pública.
Señalaba al principio de este artículo a Michael Phelps, Usain Bolt o Rafa Nadal como los vencedores de los Juegos Olímpicos de Pekín, pero olvidaba mencionar también a otros vencedores de estos Juegos como Nike, Adidas, Coca Cola, Speedo, etc.
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