CARRIL BICI
Somos una ciudad que aspira a ser ciudad de la cultura europea, pero aún tenemos un largo camino para europeizarnos. Evidentemente en datos cuantitativos y como enclave histórico- cultural, como también por la progresiva inversión que se realiza en este aspecto, no cabe la menor duda que estamos alcanzando este objetivo.
Pero hay algo que se nos escapa. Cuando escribo que somos una ciudad quiero decir que los ciudadanos también intervenimos en este concepto y, la verdad, es que estamos lejos de muchas ciudades europeas en la cuestión cultural.
No quiero escribir sobre el fracaso escolar y sus orígenes, ni me refiero a ello como si fuera el lastre que hace que nuestras aspiraciones al reconocimiento europeo queden en la nada. Hago especial énfasis en la ética y los valores cívicos que, en porcentaje elevado, nos hacen quedar en evidencia.
Envidio, cuando voy a cualquier ciudad europea, el concepto comunitario de “hacer el bien para todos”, o al menos de no querer hacer lo contrario gratuitamente, y esta es la base sobre la que se puede asumir cualquier reto, como el reconocimiento europeo del que vengo a hacer referencia.
Me voy a centrar en un dato concreto, sobre el carril-bici. Hay datos engañosos que puede hacernos sacar conclusiones poco acertadas. Cuando leo unos datos de la asociación “Ruedas Redondas” (a cuyas reivindicaciones me sumo) que asegura que menos de un 1% de malagueños usa la bici para desplazarse, me surge inmediatamente una pregunta: ¿Qué solución hay para poder fomentar este medio ecológico?
Andando por el Paseo Marítimo siempre veo a una gran cantidad de personas que hacen footing, utilizan los aparatos de gimnasia dispuestos en diferentes lugares, o simplemente pasean. Esto viene a reflejar que la actitud malagueña hacia el deporte, generalmente es muy contributiva. No hay más que ver la cantidad de deportes federados, gimnasios repletos y canchas en las que suelen competir sólo por placer. Es decir, que estos datos no deben reflejar que el malagueño no este dispuesto a hacer ejercicio.
Y no creo que alargando el tramo del carril bici se vaya a superar con creces la marca del 1%, no hay más que ver el uso que se hace del actual. La gente cruza o pasea por estos carriles, los que circulan de forma pausada no se arriman al lado derecho, haciendo que el riesgo de accidente o dificultad de utilizar este medio sea más incómodo.
Como comparación quiero hablarles de una ciudad de Bélgica, Lovaina, que he tenido ocasión de viajar varias veces. Miren, allí hay un carril que se circula para una dirección y otro para el sentido contrario situado en la acera contraria, hay una serie de semáforos que controla el tránsito, los peatones no pueden andar por estos carriles, que son de color rojo. Allí es común el alquiler de bicicletas y la gente suele moverse siempre en este medio, incluso cuando van a salir de copas con los amigos. Pero lo que me llamó más la atención es que las bicicletas suelen dejarlas aparcadas, aunque tienen lugares específicos para ello, en la puerta de casa con un frágil candado o, a veces, sin ninguno.
¿Qué es lo que pasa en Málaga?, ¿Quién es el guapo/a que deja una bicicleta aparcada por la noche? Nadie. Y ¿por qué?, pues por que te la roban y si no pueden, te la pinchan o la queman, con tal de hacer una gamberrada. Si a esto le sumamos la escasez del carril-bici, la poca consideración hacia el ciclista en la carretera y la nula educación vial de los ciudadanos, parece que la empresa de lograr la integración de este medio en nuestras vidas sea muy difícil.
Y esto, sin duda, habla mucho de una ciudad que aspira a ser capital cultural europea en el 2016 y no basta con que vengan las obras de Picasso, Rodin y Sorolla para solucionarlo. La gran diferencia de es que muchas ciudades son consideradas europeas y las puedes descubrir en un cómodo paseo en bicicleta y nosotros necesitamos un título que nos lo acredite para que nadie nos lo ponga en duda.
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