PERMISIVIDAD
Este verano he tenido la oportunidad de viajar y de poder apreciar las diferencias que existen entre nuestra ciudad y por ejemplo Londres o Santiago de Compostela. Una de las cosas que más me ha llamado la atención ha sido el tema de la limpieza ¿Por qué en Málaga no utilizamos las papeleras? ¿Por qué usamos el suelo como basurero?
La excusa habitual cuando se le pregunta a algunos de los que suelen arrojar los papeles al suelo es que hay que dar trabajo a los barrenderos. Vivo en una zona donde hay una famosa heladería de Málaga visitada cada noche de verano por cientos de personas. Todas las mañanas la plazoleta donde se sitúa la heladería aparece repleta de tarrinas de helados en el suelo cuando a no menos de 20 metros existen varios contenedores de basura de dimensiones bastante grandes. No es el único ejemplo. Y sino me creen pónganse un día al volante en Málaga. La carretera se usa para todo: colillas, papeles, botellas, chicles, cenizas, etc., son arrojados constantemente al asfalto.
Desde mi punto resulta bastante claro que el problema radica en la educación, o mejor dicho, en la ausencia de educación, y, en segundo lugar, en la permisividad de las autoridades. Lo único que permite que determinadas normas se lleven a cabo es el dinero. Me explico, lo que hace que la gente cumpla determinadas leyes es la posible represalia económica si determinada norma no se cumple.
Pongo un ejemplo, el tráfico. Desde que se puso en vigor el nuevo carné por puntos el número de muertos en la carretera se ha reducido de manera ostensible. Las campañas de tráfico, muy buenas la mayoría, no servían para sensibilizar a los conductores, al contrario el número de muertos en la carretera seguía creciendo. Sin embargo, desde la aplicación del nuevo carné por puntos las cifras de muertos han bajado. Los conductores nos asustamos más de la merma de dinero o de la retirada temporal del carné de conducir que de la pérdida de nuestra vida.
El problema es precisamente ese, que además de concienciación, que no la hay, pues muchas leyes no se cumplen por los gobiernos de turno, ya sean a nivel nacional, autonómico o local. Y los ejemplos son muchos. El más claro, la ley del tabaco. La ley española del tabaco de 28/2005 de 26 de diciembre prohibía fumar en lugares de trabajo, centros culturales, espacios deportivos o salas de fiestas. La ley distinguía entre zonas en las que está totalmente prohibido fumar y espacios en los que se puede fumar si se habilita una sala especial de fumadores, con multas al respecto entre los 30 y los 6000 euros. Si ya en 2006 las noticias repetían constantemente el escaso cumplimiento, imagínense en 2008. Es cierto que en los lugares públicos como estaciones de tren, centros educativos o administraciones públicas la ley se ha llevado a cabo.
Pero, cualquiera que vaya a tomar un café o salga un fin de semana a cenar o de marcha se dará cuenta del incumplimiento de la ley. La mayor parte de cafeterías y bares no cumplen las normas y respecto a las discotecas los datos son evidentes. Al principio solía haber un cartel donde se señalaba “zona de fumadores” o “prohibido fumar”. El cartelito no duraría más de 6 meses. Y sino prueben a ir a cualquier bar de Málaga un viernes o un sábado por la noche, y busquen el cartelito de “zona de fumadores”, a ver si lo encuentran.
¿Por qué no se ha cumplido esta ley del tabaco? La respuesta es muy simple: para que la gente cumpla las leyes hay que amenazarlos de alguna manera. Como la mayoría de bares o cafeterías no han sido sancionados al respecto, pues a incumplir la norma. Y es que eso de incumplir normas es algo que nos va mucho. La permisividad es la nota predominante.
La permisividad está presente en todos los terrenos. En el ámbito medioambiental España se sitúa entre los países más contaminadores del planeta. El agua es un buen ejemplo, hasta que no se ha atacado el bolsillo, la gente ha seguido abriendo el grifo de par en par. Y la mayoría de los que ahora gastan menos agua no lo hacen porque piense que no llueve y es necesario ahorrar, lo hacen para pagar menos.
No es el único ejemplo. ¿Que está prohibido hacer barbacoas en la playa sin permiso? No hay ningún problema. ¿Y si aparece la policía? No se preocupen ustedes: pasarán, mirarán y se irán tal como vinieron sin decir ni “mú”. ¿La basura hay que tirarla por la noche? Pues me da exactamente igual, yo la tiro a la hora que me da la gana. Si en la calle estamos a 38 grados y hay un olor insoportable pues la culpa es del Ayuntamiento.
Porque eso es otra, aquí lo más común es echarle la culpa al gobierno de turno cuando hay problemas. Y sino me creen vean la actual crisis económica. Cuando todo dios se estaba forrando en España, nadie decía nada. Cualquiera que trabajara en la obra se compraba un “audi 5” o se metía en un piso. Ahora muchos se han quedado en paro, otros devuelven los pisos y los bancos ya no dan préstamos para pisos.
¿Qué se puede hacer? Educación y fin de la permisividad. Respecto a la educación, una concienciación de la población es la clave para formar “ciudadanos” que respeten las normas y el medio ambiente. El problema es que el dinero para educación se emplea en actuaciones más demagógicas que reales. Y con referencia a la permisividad, me queda claro que hay que atacar el bolsillo de los que tiran papeles al suelo, corren más de la cuenta con el coche o tiran la basura a las tres de la tarde.
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