EXTREMISMOS DIBUJADOS. CARLOS HERNÁNDEZ BRAVO


EXTREMISMOS DIBUJADOS

Siempre que paseo por las calles me encuentro con un lugar nuevo en el que han pintado una esvástica, con su correspondiente eslogan xenófobo, y si vuelvo a pasar por el mismo sitio al día siguiente me encuentro con la consiguiente respuesta de otra facción contraria a estos skinheads, los llamados SHARP (Skinheads Against Racial Prejudices) o con alguna facción simpatizante con la extrema-izquierda.

Por lo que, al cabo de una semana, te puedes encontrar plasmada en la misma pared un debate bajuno sobre las formas extremistas de pensamiento, de un pequeño (pero in crescendo) sector maleducado de la población con un serio déficit cultural. ¿A qué se debe esto?

Sobre todo a la incultura y al desconocimiento en general. Porque si hay algún sitio donde históricamente han pasado numerosas civilizaciones que han ayudado a formar uno de los folclores más heterogéneos, ese lugar es Málaga. En el currículum vitae de nuestra ciudad aparecen desde los fenicios y griegos hasta los musulmanes, pasando por los romanos y bizantinos, llegando incluso a ejemplificar la convivencia entre las tres religiones del Libro. Si una persona es capaz de seguir expresando mediante vandálicos procedimientos ese tipo de pensamientos es por este gran vacío cultural.

¿Y dónde puede llenarse esa falta? En los colegios e institutos, desde luego. Allí se imparte el conocimiento básico e indispensable, al menos, para poder llegar a tener un juicio lógico, con materiales que antes no teníamos la mayoría de los que cumplimos la treintena. Es fácil llegar al conocimiento, lo difícil es querer conocer, querer saber. Pero lamentablemente a los adolescentes le apetecen otras cosas: el pavonearse o llamar la atención de cualquier manera e imitar los modelos que nos exponen los seriales y las películas juveniles, vivir en un mundo cerrado y en el que tan solo lo material tiene importancia.

Y si como aliciente añadimos la situación actual en la que la mayoría de jóvenes viven desatendidos, tenemos un gran problema. Irremediablemente las aulas se convierten en el centro de muchas necesidades que precisan los adolescentes (comunicación, comprensión, afecto…) y el trabajo del profesor ya no es tan solo impartir la materia, ya que tienen que atender a esta problemática ofreciendo una solución a veces, y en otras siendo el objetivo con que pagar la frustración.

Lo que es seguro es que el estado anímico influye considerablemente en la concentración y finalmente repercute a su formación. Convirtiéndose, en definitiva, en personas que son fácilmente manipuladas por los políticos, por los medios de comunicación, por las campañas de publicidad… Como un rebaño de mansos, nos dicen cómo debemos vestir, qué debemos comer y qué es lo que debes pensar (como mucho te dan a elegir entre el negocio A y el B). Se pierde la capacidad de crítica o de intentar buscar el origen de las circunstancias en las que viven o vivirán en el futuro.

Por eso me pongo a exponer el problema que supone que un colectivo (que generalmente forme parte del futuro de la ciudadanía) dibuje una esvástica. Porque puede ser que lo hicieran sólo por acto de rebeldía, porque es un símbolo fácil pintar sin atender a las consecuencias y creyendo saber lo que significa. Pero si lo saben no muestran ningún respeto por la humanidad, y evidencian una insensibilidad hacia los millones de víctimas que los campos de concentración ayudaron a sumar, en una época en que la democracia fue pisoteada por los totalitarismos.

Y es que al nacer estas generaciones en la democracia, no valoran el camino que nuestro país tuvo tristemente que recorrer. No entienden el sacrificio de libertades que supone vivir bajo una dictadura política. Ese manto que la democracia les proporciona, ya no les dan el valor que se merece, no entienden que lo que en una época les dio el ansiado calor para combatir el largo invierno de la tiranía, sigue estando ahí y si se desprendiesen de él no van a encontrar comparable cobijo. Pero qué vamos a esperar si la realidad más palpable la tienen frente a una consola de videojuegos jugando a sesgar vidas de forma gratuita y las relaciones más sinceras las tienen a través del Messenger o cualquier foro internauta.

Ante este panorama, escribir sobre un futuro esperanzador de ciertos colectivos de la juventud, me parece poco más que una Utopía.

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