No fue la culpa del destino
Para qué llamáis
¡malas!...
¡pecadoras!...
a las que luchan
por vivir muriendo.
Vosotros mismos sois,
que sin saberlo,
echáis la rosa el suelo
del rosal.
A las palomas
les quitáis las alas
pierden su vuelo
no pueden volar.
El precipicio
se siente celoso
pero no mata
ni invita a matar
si te resbala
y caes en su seno,
él no te empuja
tú has pecado ya.
¡Si sois vosotros
los que vais buscando
siempre el pecado
y donde pecar!
¿Para qué llamáis
¡malas!.....
¡pecadoras!...
a aquellas que vosotros
hacéis pecar.
Salvador Palma Daniel
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