ESPECIAL CRISIS. JOAQUÍN AZAGRA ROS
Joaquín Azagra Ros (Valencia, 1949). Profesor Titular de Historia e Instituciones Económicas que ha ejercido en las Universidades del País Vasco, Murcia y Valencia. Autor de cinco libros, medio centenar de artículos o monografías en revistas especializadas y colaborador de El País. Ha desempeñado cargos académicos (Vicerrector de Economía, Director de la UIMP) e institucionales (Gobernador Civil,
Consejero de Administración y POrtavoz del Consell de la Generalitat Valenciana) y dirige la política de cooperación internacional de la Universitat de Valencia.
1. ¿Cuáles son a su juicio las causas de la crisis mundial?.
En cuanto al origen, se ha insistido en el carácter financiero de la crisis con el crack de las subprime y no hay duda de que son el ejemplo más claro de la exposición al riesgo por parte de bancos e inversores.
Reflejan esa suicida búsqueda de ganancias relajando las condiciones en que se concedían esos créditos hipotecarios y su titulización posterior, o sea la venta de estos créditos a inversores que buscaban más rentabilidad que la ofrecida por otros títulos de renta fija. Han ganado dinero prestando a cualquiera que lo pidiese y reconvirtiendo esas hipotecas en valores como si fuesen productos sofisticados.
Pero no se insiste tanto en que más allá de operaciones arriesgadas e incluso fraudulentas, la necesidad de aumentar demanda y beneficios es algo inherente al capitalismo,. No hace tanto que vímos una burbuja parecida, con las “puntocom”. Hay que insistir en que el capitalismo en su crecimiento acumula desajustes y desequilibrios, que la tasa de beneficio no puede ir en aumento siempre. Y que los desequilibrios se acumulan hasta que estallan y entonces se exige un ajuste. Brenner ha subrayado esta perspectiva que retoma la vieja tesis de la caida de la tasa de beneficio y del origen de la crisis en la economía real. Dicho de otro modo, no hace falta hacer profesión de fe en Marx para afirmar que las crisis son propias del capitalismo, que se repiten aunque con perfiles diferentes. O sea, que más vale confiar en la regulación y sobre todo, en los mecanismos de protección del Estado para que al menos no las paguen más los que menos tienen. Los cantos de sirena de la desregulación en las fases de crecimiento no debieran ocultar que al final, el rostro más cruel de la crisis es el del paro, el subconsumo y la miseria de muchos..
2. ¿Y en España a qué se debe la crisis?
Un caso más de expansión descontrolada y especulación inmobiliaria. Por un lado se ha construído por encima de las necesidades, por otro el consumo se ha disparado por encima de las posibilidades. Y ello gracias al crédito fácil. El crecimiento ha ido a parar al consumo y a la inversión residencial, todo ello posible por el crédito barato y los precios de la vivienda al alza. El problema es que todo esto se financiaba acudiendo a los mercados exteriores y generando déficit cuando nuestra competitividad seguía rezagada. O sea, hemos gastado más de lo que eramos capaces de producir y en consecuencia nos hemos endeudado. Ahora hay que pagar las deudas, ajustar los desequilibrios, osea apretarnos el cinturón.
3. ¿Qué responsabilidad tiene el actual gobierno en la crisis?
En la crisis no más que cualquier otro gobierno. Quizás la falta de coherencia entre aquellas alusiones al cambio de modelo productivo y la facilidad con que se ufanaban de un crecimiento basado en el ladrillo. Una cosa es saber cuando se va a producir una crisis; eso no lo sabe nadie. Pero otra saber que la burbuja tenía límites sólo con observar el volumen de construcción proyectado y la realidad poblacional. O que nuestra competitividad se rezagaba, o que el endeudamiento de familias, empresas y bancos crecía más de lo conveniente.En ese sentido se desaprovechó una fase de auge y superávt fiscal para introducir reformas que facilitasen el camino a una economía de servicios avanzados, por ejemplo afrontando la reforma educativa, básica para crear capital humano.
Ahora bien, sí hay responsabilidad en la tardanza en reconocer la crisis y en el empecinamiento en negarla cuando era obvia ya. Casi un año tardó en hacerlo y por medio hubo decisiones como la de los famosos 400 euros, de electoralismo inadecuado. Negar la crisis no sólo hizo perder meses en la toma de decisiones sino que dificultó la convocatoria de agentes sociales y políticos para negociar medidas anticrisis. El pacto social devino imposible en un clima de crispación política. Que el PP no está por la labor es tan obvio como lamentable, pero que el PSOE no se cargara de razones para convocarlo y siguiera vendiendo un optimismo vacío, no lo es menos.
4. Algunos sectores están criticando el papel jugado por los sindicatos y se preguntan cómo es posible que en un país con más de 4 millones de parados, aún no hayan convocado una huelga general.
Caramba, me parece una crítica bastante reaccionaria. Al contrario, creo que están comportándose reponsablemente y defendiendo derechos de los trabajadores y redes de protección social a cargo del Estado. No sé en qué beneficiaría a nadie una huelga general en esta fase de crisis. Tanto más cuanto que el gobierno, al que antes he criticado y ahora defiendo, ha mantenido el gasto social y compartido posiciones con los sindicatos respecto al abaratamiento del despido. Otra cosa sería reflexionar sobre el papel del sindicalismo de clase en estos tiempos en que el proletariado tiene unos perfiles distintos y desde luego, no está nucleado por los obreros industriales. Se les acusa de defender a ls obreros protegidos en una realidad desgual y segmentada. Es un tema que sí debieran afrontar críticamente.
5.- ¿Que opinión le merecen soluciones como el retraso en la edad de jubilación o la propuesta de empresarial de abaratar el despido?
Se plantean ahora estos temas cuando es el momento menos oportuno porque la cuestión del paro desvía el sentido del debate. De la primera soy partidario. Con la esperanza de vida actual y el aumento de empleados en el sector de servicios, ampliar la edad laboral me parece de lo más normal. Claro que no en trabajos cuyas características no la permitan, pero en una sociedad donde el sector de servicios ocupa a más de los dos tercios del empleo, no veo el obstáculo. Desde luego, con carácter voluntario ninguno.
En cuanto al tema del despido, creo que hay que abordarlo desde la perspectiva del mercado laboral en su conjunto, cuya reforma demandan todos los especialistas. La desrucción de empleo en nuestro país es tan tremenda que no basta con adjudicarla a la caída de la construccion y los autónomos; ya afecta a lo trabajadores más protegidos. El objetivo debiera ser conseguir mayor estabilidad en el empleo pero no a base de generar mayores rigideces en el mercado laboral. Economistas y laboralistas han puesto sobre la mesa medidas para reducir la temporalidad, vincular salario y productividad, rediseñar la negociación colectiva, aprovechar en formación los tiempos de desempleo, etc. En ese contexto reformista se puede plantear las condiciones del despido sin la agresividad de una propuesta que además, no contribuye a salir de una situación de paro tan elevado. Lo cierto es que nuestra economía genera mucho trabajo de baja productividad y cualificación por lo que a corto plazo, es inviable pensar en fórmulas que den solución a lo que es efecto de un modelo productivo.
6. ¿Puede ocurrir en España lo mismo que estápasando en Grecia?.
No parece probable. Piense que la deuda griega se sitúa en torno al 115% del PIB y su déficit en el 13.6%. En España aunque el déficit es también elevado, del 11.2%, su deuda es alta pero asumible para una economía como la española, pues está en el 53% del PIB, por debajo de Gran Bretaña. Ahora bien, la deuda, es decir lo que suman las deudas de familias, empresas y administraciones, plantea alertas porque la dependencia española de la financiación externa es fuerte. En este terreno, la credibilidad es importante y obliga al gobierno a tomar medidas de austeridad que garanticen a los inversores extranjeros la devolución de sus préstamos. Y sinceramente no veo al gobierno hablar claro de cómo va a reducir ese déficit en dos años sin que le cueste caro a nadie. Costará, vaya si costará o no se hará. Y entonces no sólo sería problema español, lo sería de la CEE.
7.- ¿Qué medidas habrían de llevarse a cabo para salir de la crisis?.
Si hablamos de superar la crisis, estos dias se aprueban las que se acordaron en el llamado “pacto de Zurbano”. Mire si hay medidas parciales y eso que no llega ni a minipacto. Pero si hablamos de afrontar un futuro incierto en un mercado global, le diría que hay reformas de gran calado en casi todos los sectores: productivos, financieros, educativos… Así que me contentaré con señalar la de las administraciones públicas que deben ganar en eficiencia o sea hacer más y mejor gestión con menor coste, o la de la educación para que nuestro capital humano esté a la altura de las exigencias de ese futuro inmediato o la de la integración de inmigantes, que son ya trabajadores nuestros y no “extranjeros” a quienes hasta el reagrupamiento familiar se les condiciona.
A partir de ahí y según esa fugaz Ley de Economía Sostenible, el listado de medidas posibles es grande. El problema es de prioridades. Para muchos las fusiones de Caja son más urgentes. La reforma del mercado laboral ni le cuento. El recorte del déficit obligado. Tal vez, pero pienso que contribuir a sostener el Estado del Bienestar mejorando, que no recortando, su gasto y funciones, también lo es. Por encima de todo ello o precisamente porque hay que hacer todo ello a la vez, es importante que el Estado del Bienestar siga manteniendo a través de sus prestaciones, la cohesión social. En consecuencia y por mucho que los defensores de fomentar el crecimiento aboguen por una rebaja de la presión fiscal, creo que la izquierda debiera volver a hacer pedagogía sobre la solidaridad fiscal y recabar la aquiescencia social para asumir la subida. Aunque para ello haya de retocar figuras impositivas como el IRPF u otras cuya capacidad recaudatoria no siempre es tan justa como debiera.
7. ¿Cuando acabará la crisis?
Pues no lo sé, pero va para largo sobre todo en lo que al empleo respecta. La del petróleo duró una década y con reconversión bancaria e industrial por medio. Ahora cuando apenas se ha tocado la estructura.y organización economica, la cosa puede ser parecida. En cualquier caso sí hay una cosa clara: el paro se mantendrá altísimo bastantes años. Y con él, la pobreza. Durante el próximo lustro no menos de la quinta parte de la población permanecerá por debajo del umbral de la pobreza
8. ¿Qué pensarán los países más pobres de la tierra de esta crisis?.
Son palabras mayores. Cuando de estos países se trata, las cosas adquieren tintes dramáticos. Un descenso de varios puntos en el PIB se traduce en desempleo juvenil, en aumento de la mortalidad infantil, en desnutrición, en fracaso escolar… Por ejemplo, si la familia pierde ingresos porque no hay trabajo o simplemente porque llegan menos remesas de familiares emigrados, ¿cómo van a ir los niños a la escuela?. Irán a trabajar. Y la crisis supone muchas cosas para ellos: hay menos remesas y menor demanda de materias primas, se rsiente la ayuda de la cooperación al desarrollo, se invierte menos en infraestructuras y servicios básicos, etc. etc. Para casi centenar y medio de paises, la crisis puede generar situaciones de vida o muerte. Y como señalo el PNUD hace poco, estos paises no tienen la atención de los focos. Hay que ponerlos ahí y recordar que estamos comprometidos con los Objetivos del Milenio. Tan lejos como está el mundo del 0´7 y pocos han denunciado que este año la ayuda internacional se ha congelado. La lucha contra la pobreza no figura en la agenda de prioridades de los paises desarrollados en esta fase de crisis.
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