EL PANORAMA Y LAS ELECCIONES. ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA LA REPÚBLICA
Evidentemente Izquierda Unida va a subir en votos. Se están haciendo las cosas bien y el Gobierno socialista no lo puede hacer peor. El PP es un desastre sin paliativos: sin líderes medianamente presentables; comido por la corrupción; Matas en libertad bajo una fianza escalofriante; sus más importantes colaboradores en sus mismas circunstancias y por los mismos motivos; Camps y sus colaboradores a punto de sentarse en el banquillo ante un Tribunal popular al que llegará con su risa boba, sus cursis trajes no pagados por él y sus ademanes fofos de curita ridículo; Fabra con sus gafas ahumadas de capo que no ha podido impedir sentarse también en el banquillo; la presidenta Aguirre, chula desvergonzaba, mal hablada, rodeada de espías, no sabiendo ya a quien destituir para quitar de sí responsabilidades jurídicas o políticas, berreando día sí, día también, idioteces como la de afirmar que Franco era socialista, o que, con absoluta unanimidad de los economistas, la culpa de la crisis la tiene las excesivas inversiones de los socialistas. La guapetona presumida Cospedal, haciendo equilibrios entre sueldos y más sueldos, para hacer de mala trilera con el agua del Tajo o con los cargos de su marido y sus posibles tejes-manejes con la Caja de Ahorros intervenida y sancionado por la CNMV; el trincón tesorero del PP enjuiciado y apartado del partido; y Ana Mato con jaguar de lujo en su garaje.
¡Qué tropa!; (de Rajoy y de Aznar no hace falta hablar. Hablen o callen: quedan retratados).
Los españoles hartos de la política y los políticos; hartos de terribles jueces fascistas que acorralan a Garzón mientras los muertos siguen en las cunetas; hartos del PP que tiró la piedra y cobardemente esconde la mano con sus recursos al Constitucional y sus llorones gritos de “se rompe España” mientras incuba independentistas catalanes que, después de treinta años de normal progreso desarrollo, enturbian la vida nacional, haciendo que lo que pudo ser un problema catalán, pase a ser un problema para España, que se convierte en un problema Constituyente.
Todo ello jaleado por una prensa amarilla o amarilleando, con escandalosos titulares contradictorios que nadie entiende.
Repetimos: si el Gobierno lo hace mal, la oposición lo hace peor: esperpéntica, antipatriótica, que una vez más contradice su amor a España, trata de hundirla, desacreditarla, y perjudicarla económicamente, diciendo al mundo y a esos llamados “mercados” que todo en España es un desastre y no debe creerse en ella, poniendo de manifiesto que su único interés es llegar a la Moncloa aunque sea para gobernar una España en ruinas, como ya hicieron esas derechas en 1936.
Los españoles están hartos del despilfarro, de la crisis, del paro, del miedo a perder el trabajo, la inseguridad en el futuro, de las medidas que toma incompresiblemente un gobierno socialista que ahogan a los pobres y frenan la recuperación económica y de curas pederastas. Sí, éste es el panorama en el que los españoles van a votar.
Ante este panorama, es evidente que Izquierda Unida va a aumentar de manera importante su número de votantes. Ahora bien, no debemos caer en un optimismo complaciente, Sabemos que nos enfrentamos a numerosos muros que tenemos que franquear. Labor ardua y difícil.
El primer muro es el sistema electoral. Cueste lo que cueste y a costa de lo que sea es imprescindible conseguir que se modifique la Ley electoral. Esta batalla es imprescindible ganarla. Para conseguirla, lo primero es darla, pues para ganar una batalla, lo primero es darla. Si no la das, de antemano la tienes perdida.
El segundo muro que hay que romper es el de la desinformación permanente, consciente y maliciosa de los medios de información. La izquierda española carece de medios propios de comunicación. Los medios privados la ningunean y atacan. Está el problema de los medios públicos, Televisión y Radio Nacional, que hay que reconvertir, para que cumplan mandato Constitucional de tener informados a los españoles en la verdad y con objetividad y no ser únicamente instrumento de los dos partidos antidemocráticamente mayoritarios. (Si se gana la primera y definitiva batalla del sistema electoral, este muro de la información pública sería fácil de atacar).
El Tercer muro es la falta de medios económicos como consecuencia, en parte, de la Ley electoral y la Ley de financiación de los partidos, que priva de los legítimos ingresos que le corresponderían a Izquierda Unida en unas elecciones democráticas y verdaderamente Constitucionales. La dificultad es la obtención de créditos bancarios incluso de las Cajas de Ahorro. Lógicamente, la mayor parte de los militantes y simpatizantes de Izquierda Unida, dispone de pocos medios, no ya para pagar las cuotas correspondientes, sino para posibles aportaciones voluntarias. Es obvio que las grandes empresas que directa o indirectamente, de forma legal o ilegal financian a los grandes partidos y a los nacionalistas, nunca lo harán a Izquierda Unida; menos aún si saben que su representación parlamentaria va a ser insignificante.
Nos enfrentamos también con el muro de la abstención, -que equivale a dar el voto a la derecha- porque el pueblo considere que votar a Izquierda Unida tiene una eficacia nula. Este muro de la abstención, se engrosa con el desprestigio de la política y los políticos: la corrupción generalizada en el PP desde sus más altos dirigentes, hasta el comportamiento vergonzoso y reiterativo de encarcelamientos e imputaciones de concejales y alcaldes en toda la geografía española, en la que a veces, incluso lo son representantes socialistas. (Al pueblo no hay quien le haga ver que los únicos partidos a los que no afectan la corrupción son Izquierda Unida y el Partido Comunista). Ha llegado a tal extremo el desprestigio de lo político, que incluso ya afecta a la estimación del pueblo sobre la democracia. Constantemente se oye decir en la calle; “todos son iguales”; “todos son igual de ladrones” “da igual votar a unos que a otros, pues todos son igual de malos y sinvergüenzas”. Es duro reconocerlo, pero ésta es la realidad que se oye, porque es el sentir de la calle. La izquierda española tiene que luchar denodadamente contra este muro de la abstención, del desafecto popular hacia cualquier tipo de ideología y y contra ese desprestigio de lo político que es un caldo de cultivo, no solo para el triunfo momentáneo de cualquier audaz demagogo populista, (caso de Rosa Diez y UPYD ) sino que incluso, si la crisis económica ahondase más la tragedia del paro, acompañado de la disminución de medidas sociales, podría incluso llegarse al extremo de que apareciese un “iluminado” que arrastrase a masas desesperadas hacia una nueva forma de fascismo.
A todo lo anterior hay que añadir el llamado voto útil, esto es, votar al PSOE para tratar de impedir que gobierne la derecha. Si una parte importante de votantes al PSOE, por este voto útil, escandalizados por el giro radical de Zapatero y el gobierno hacia la derecha, y su conversión al neoliberalismo, dejasen de aplicar ese “voto útil”, la izquierda verdadera, Izquierda Unida, tendrá que hacer una gran labor para que ese voto no vaya a la abstención y se decida a votarla a ella. (Ya hemos dicho que para ello lo primero e imprescindible es que el voto a Izquierda Unida sea útil por haberse cambiado el sistema electoral).
¿Qué hacer? Repito: dar la batalla en todos los campos y con todos los medios posibles. Y, casi me atrevería decir hasta lo imposible. Tener fe en el triunfo; trabajar con entusiasmo, con fe viva (no con fe inerte que no mueve montañas), tomar cuantas medidas sean posibles para tratar de derribar esos muros y poder obtener el mayor fruto posible de las muy favorables circunstancias objetivas que se dan para un triunfo de Izquierda Unida.
Ahora bien, como estamos en un mundo globalizado e inmersos en esta Europa de los bancos y banqueros, de los mercaderes y especuladores, y gobernada por políticos aferrados al neoliberalismo, es muy difícil luchar en España, no ya por un triunfo de la izquierda, sino por un giro a la izquierda o un levantar la cabeza de la izquierda. Para conseguirlo es imprescindible coordinar nuestra lucha con los movimientos políticos y sociales de la izquierda de los pueblos europeos, así como con sus sindicatos, con los que los nuestros deben coordinar la lucha por sus reivindicaciones. No hay que dejar que se consolide el absoluto triunfo de las políticas y medidas neoliberales que parecían haber encontrado su “muro de Berlín”, con el desastre económico iniciado en 2008 y que, recordemos, hizo decir incluso a Sarkosy que había que transformar el capitalismo, para, inmediatamente, medio salvados los bancos con dinero público, éstos se crezcan y sean capaces de imponer medidas a los propios Estados que les han salvado, medidas que no solo son totalmente injustas, pues representa el que paguen las consecuencias de la crisis los que no ha han provocado y los más débiles, sino que, para mayor escarnio, está sirviendo para desmontar pieza a pieza el Estado de Bienestar, terminando así por desacreditar y derrotar incluso a la socialdemocracia, que, o bien se ve incapaz de enfrentarse a esos “mercados” crecidos en su poder y soberbia, o sencillamente se han convertido a esos principios neoliberales.
Antes de insistir sobre mis modestos puntos de vista de las múltiples actuaciones que se pueden hacer para exigir se cumpla la Constitución y se reconduzca la situación política actual a ser una verdadera democracia parlamentaria en la que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y las mismas obligaciones, siendo este primer derecho el de estar representado en el Parlamento mediante el ejercicio del voto, cosa que no ocurre con este sistema electoral que infringe total y absolutamente el espíritu y la letra de la Constitución, y de referirme también a cómo enfrentarnos a esos otros muros, quiero hacer una advertencia que considero fundamental:
Por nada del mundo se puede volver a caer en el error garrafal que supuso la famosa y trágica “pinza” que llevó a Aznar al poder, y desmanteló a millones de izquierdistas que no alcanzaban a comprender el “abrazo de Vergara” entre el Partido Comunista y el PP para derrotar a los socialistas y llevar a Aznar al gobierno.
La actual Izquierda Unida que se está refundando y abriendo a toda la España de izquierdas, va a ser evidentemente un polo de atracción que consiga la unidad, la total unidad de todas las personas progresistas que quieren sinceramente que cambien las cosas, para limitar o abortar las terribles desigualdades sociales, los privilegios de todo orden para políticos profesionales u obispos medievales; unidad de todos los que rechazan las medidas que impone el capitalismo para perpetuarse sin el más mínimo control en sus desafueros financieros, los que no quieren esta Europa de los mercaderes y que quisieran una Europa de los pueblos que gobierne pensando en los intereses de los ciudadanos y no en el de los bancos, banqueros y multinacionales, que gobierne para todos los ciudadanos que con dignidad y vergüenza rechazan la corrupción.
Ese polo de atracción que indiscutiblemente va a tener esta Izquierda Unida, -llámesela como se la llame- tiene que atraer a los socialistas y socialdemócratas sinceros, que están desilusionados e incluso avergonzados del comportamiento del PSOE y su Gobierno. Para que esta atracción sea posible tenemos que decirles clara y terminantemente, que nuestros enemigos verdaderos son la extrema derecha y el neofranquismo que anida en el PP Nuestros enemigos son Aznar, Rajoy, Mayor Oreja, Álvarez Cascos, la presidenta Aguirre, Camps, Fabra, Cospedal, González Pons, García Escudero, Arenas, y toda esa cuadrilla.
Tenemos que decirles que no nos gustan las medidas últimas de la política de Zapatero y su Gobierno; que lamentamos estar convencidos de que se han pasado al neoliberalismo; que, por unas causas o por otras, su política es neoliberal y está contribuyendo al desmantelamiento del Estado de Bienestar, pero, repito una vez más, nuestros enemigos son el PP, sus políticos y su política, que no es que sea coyunturalmente neoliberal, sino que es consustancialmente neoliberal, retrógrada, contraria al progreso y al bienestar de los pueblos, y siempre al servicio de los ricos y poderosos, y que, concretamente en España, es en gran parte la continuidad -después de haber cambiado para que todo continúe igual- del franquismo, de quien se sienten herederos.
Este es el mensaje que creo debe lanzar Izquierda Unida a todos los desengañados del PSOE, sin que, por ninguna circunstancia se presente Izquierda Unida como un partido o agrupación que está dispuesta a hacer una pinza con el PP para quitar de la Moncloa a Zapatero y llevar allí a Rajoy, o a quien le sustituya, entre esa cuadrilla del PP.
Claramente Llamazares lo ha dicho estos días en las actividades Parlamentarias sobre el Estado de la Nación: Zapatero y este gobierno socialista ha roto con la izquierda. Pero, ojo, eso no quiere decir que el PSOE sea nuestro enemigo. Nuestro enemigo natural es el PP. No defenderemos a este gobierno pero tampoco podemos ser una pinza para que gobierne el PP. Nuestra obligación es exigir por todos los medios que cambie el sistema electoral y que Izquierda Unida, entre la que también deben estar los socialistas desengañados, pase a obtener en las próximas elecciones una representación Parlamentaria superior a la del PSOE. Sí, esta vez sí, se dan todas las circunstancias posibles para este cambio trascendental en la vida política, económica y social española, que supone que Izquierda Unida pase a ser el segundo partido por encima del PSOE. Luego, después de las elecciones, que gobierne la unidad de todas las izquierdas, por mucho que ahora sea o nos parezca imposible. Debe ser la unidad de la nueva Izquierda Unida y de lo que quede del PSOE después de esas elecciones la que gobierne España. Solo así podrá haber un gobierno de izquierdas en España porque no debemos de olvidar que sociológicamente España ha sido y sigue siendo de centro-izquierda.
A pesar de lo largo de este artículo, no quiero terminar sin hacer una consideración sobre los dos últimos disparates de Zapatero en sus últimas intervenciones Parlamentarias.
En primer lugar, su escandalosa referencia a una banca pública. Dijo dos cosas. Las dos, sencillamente dos mentiras: Que de haber tenido una Banca Pública, ello hubiese supuesto con la crisis un mayor endeudamiento del Estado. ¿Es que acaso la banca pública se hubiese lanzado a la especulación financiera dejando de cumplir su misión de financiar empresas, autónomos y familias? ¿Es que esa banca pública se hubiese implicado en el desafuero de la burbuja inmobiliaria, tal como hizo la banca privada? ¿De donde saca entonces Zapatero que esa banca pública hubiese supuesto un mayor endeudamiento del Estado? Todo lo contrario. El Estado no hubiese necesitado aportar las cifras millonarias de toda clase de ayudas a la banca privada nacional.
Su segundo disparate es afirmar que España sí tiene una banca pública y que esta es el ICO. Totalmente falso. El ICO no es una banca pública, es una institución pública que, ante el bochornoso y gravísimo comportamiento de la banca privada, se ha visto en la tesitura de tener que financiar con dinero público lo que no financian los bancos. Precisamente, esos 20.000 millones de Euros prestados en 2009 y los 12.400 millones en el primer semestre de 2010, prestados a 184.000 empresas y ciudadanos durante estos meses, lo han sido en la cuantía de 10.587 millones a través de la colaboración con bancos, que además se queda con un suculento porcentaje.
Izquierda Unida tiene que buscar la manera de explicar a los españoles la necesidad de que exista un sistema bancario público. Tiene la ocasión con las Cajas de Ahorro, que con las medidas que está tomando el gobierno, no solo no va a pasar a ser una banca pública, sino que van a pasar a ser bancos privados en perjuicio de su labor social y en beneficio de los banqueros que se hagan con esos nuevos bancos a precios de saldo y disponiendo además con otra millonada de recursos públicos, -15.000 millones lo ha cuantificado Llamazares- que les va a entregar, una vez saneadas con el dinero de todos.
Como el núcleo central de este análisis del panorama actual español y de las próximas elecciones, autonómicas, municipales y generales, tengo que terminar refiriéndome a dos hechos escandalosos: la indignación de Gaspar Llamazares ante la actitud vergonzosa de Benegas cuando se estaba planteando el tema de la modificación electoral, y por último, cuando el mismo Llamazares en su intervención Parlamentaria le recriminó a Zapatero el comportamiento traidor del PSOE al cerrar toda posibilidad de cambio del sistema electoral, lo que nos hizo escuchar con verdadero asombro que Zapatero viniese a decir que él no sabía nada de ese tema y tener el cinismo de prometer que se tomarán las medidas necesarias. Poco menos que reconociendo las justas razones del representante de Izquierda Unida.
Esta vez no nos vamos a dejar engañar. Izquierda Unida y el Partido Comunista, o mejor dicho, todos los españoles que se sientan de izquierdas o simplemente progresistas y demócratas, tenemos que dar esa batalla de la reforma electoral y, esta vez, para ganarla. Apoyemos primero la huelga general, es justa. Convocarla ha sido una obligación de los Sindicatos ante las disparatadas medidas impuestas por el Gobierno, todas ellas contrarias al interés de los trabajadores.
Inmediatamente después de la huelga general, sigamos con todas las medidas que sean necesarias para forzar al Gobierno -a todo el Parlamento- a abolir la ilegal y antidemocrática y anticonstitucional Ley electoral, devolviendo así a todos los ciudadanos su derecho a estar representado en ese Parlamento. Incluso, si ello es imprescindible recurriendo a la huelga de hambre que desde noviembre vengo preconizando como legítimo derecho de esa exigencia democrática.
Teodulfo Lagunero
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