EMILIO OLABARRIA. PNV
Los 300.000 votos de las últimas elecciones generales les permitieron lograr 6 escaños en el parlamento español. Hablamos aquí con el cabeza de lista por Araba, y portavoz en la IX Legislatura en las Comisiones de Interior, Justicia, Trabajo e Inmigración, Administraciones Públicas y Presidente de la Comisión no permanente de Seguridad Vial y para la prevención en accidentes de tráfico del PNV.
Haga autocríticaez, ¿qué ha hecho mal su partido?
Comunicarnos con los ciudadanos. Sin duda, no hemos encontrado el canal de comunicación perfecto para escucharnos. Nosotros a ellos y ellos a nosotros. He lamentado mucho ver en los medios de comunicación reivindicaciones de jóvenes del ambiente 15-M que ya están más que cubiertas como la publicación de nuestros sueldos, el registro de nuestras actividades, patrimonio, etc.
Pocos saben que los Diputados del Congreso nos hemos bajado el sueldo más de un 15% y he escuchado supuestas dietas y sobresueldos que cobramos que no son ciertos. Me duele que los ciudadanos piensen que somos unos vagos que no nos ganamos el pan. Eso es lo que peor hemos hecho: no hemos conseguido conectar con los ciudadanos para recoger sus aportaciones y ajustar nuestra política y para poder explicarles también lo que hacemos.
¿Podría decirme brevemente qué defiende su partido?
Nuestra función esencial consiste en la defensa de los intereses de Euskadi en Madrid. Esto es, buscamos tener un grupo parlamentario lo más fuerte posible para poder influir en la política que realice el Gobierno español, sea del color que sea, en beneficio de la sociedad vasca. Por supuesto siempre desde una perspectiva solidaria con los intereses de las demás naciones que configuran el Estado español.
Por ejemplo, prácticamente todos los proyectos de ley que salen del Gobierno central llevan invasiones de nuestras competencias y somos nosotros los que nos dedicamos a enmendar las leyes para corregir la visión centralista de Madrid.
Uno de los aspectos que más llama la atención es la elevada abstención. En 2004 cerca del 25% de la población no fue a votar por ejemplo. ¿A qué cree usted que se debe?
En términos porcentuales esa abstención no se puede considerar elevada puesto que el nivel de participación es superior a la media de los comicios que se celebran en cualquier país europeo.
No obstante, sí es cierto que a nosotros nos gustaría que la abstención fuera menor e imagino que las razones de la misma son múltiples: desinterés por la política, desapego que se manifiesta a través de movimientos como el 15M porque las estructuras políticas poseen déficit democráticos, y de forma marginal existe una abstención militante que considera que nadie representa sus sensibilidades.
Especialmente llamativa es la abstención entre los jóvenes. ¿No llega su discurso político a los jóvenes?
Los jóvenes en este momento solo desean escuchar un discurso político concreto, el que dé una respuesta a los siguientes retos: conseguir que una generación, de las más cualificadas de la historia, no se pierda en su totalidad; conseguir su acceso al mercado de trabajo en condiciones de mínima dignidad; conseguir su emancipación familiar, su acceso a la vivienda… Y como la generalidad de los partidos políticos no observamos planteamientos claros sobre esas cuestiones, su actitud de desapego es comprensible.
15M y Democracia Real Ya ha supuesto un movimiento social de protesta importante en nuestro país; ¿qué significa dicho movimiento para ustedes?
Nos parece un movimiento respetable, con un diagnóstico razonable de lo que funciona mal, pero todavía con una falta de concreción suficiente sobre las fórmulas que deben ser utilizadas para corregir los problemas que, legítimamente, denuncian.
Es más, he leído algunas de sus propuestas y observo que critican férreamente parte del sistema pero luego las fórmulas de solución que proponen son justo las mismas que están ahora en vigor. Es un ejemplo de que no existen recetas mágicas, yo me devano los sesos todos los días para intentar mejorar y mire usted, no lo consigo...…
La Constitución española dice que nuestro país es un Estado Laico, sin embargo, es obvio el poder que tiene la Iglesia Católica en nuestro país. ¿Cuál es su postura al respecto?
No. La expresión que utiliza la Constitución española es que España es un Estado aconfesional que no es exactamente lo mismo. Laico es el Estado francés por ejemplo. Nosotros compartimos esa definición, la de aconfesional, porque creemos que ninguna confesión religiosa puede influir en las decisiones políticas adoptadas por quienes ostentan la soberanía popular.
Uno de los aspectos que más se ha criticado en los últimos tiempos es la actual ley electoral. Los críticos con esta ley señalan que votar en determinadas zonas de España o a determinados partidos vale más que hacerlo en otras zonas de España.
La legislación en materia de ley electoral es casi nueva. Se acaba de reformar en el Congreso de los Diputados acorde con las mayorías que nos han dado a cada uno los ciudadanos en las urnas ahora hace cuatro años.
Sí es cierto que esta Ley beneficia a los dos partidos mayoritarios y perjudica a los otros partidos españoles minoritarios porque establece un cupo mínimo de diputados en algunas provincias que apenas poseen población, y esto castiga a partidos como IU. Nuestro caso es diferente porque solo nos presentamos en Euskadi pero entendemos perfectamente el enfado de los partidos españoles pequeños.
En línea con los recortes económicos que se están llevando a cabo, muchos piden la disolución del Senado.
Aquí caben dos propuestas que pueden resultar razonables. La primera, llevar a cabo una reforma profunda del Senado, convirtiéndolo realmente en una cámara de representación territorial como ocurre en los Estados federales. Y la segunda, considerar si la institución parlamentaria española necesita una cámara de segunda lectura. Se trata de una cuestión vidriosa que habrá que valorar. Yo personalmente estoy dispuesto a afrontar el debate con valentía.
Muchas han sido las críticas hacia el sistema monárquico. ¿Serían favorables a otro modelo de Estado? ¿Cuál?
El partido que represento no ha sido nunca monárquico, ni siquiera ha pertenecido a esta subespecie de la monarquía denominada “juancarlismo”. No observamos ninguna ventaja en el mantenimiento de la monarquía para la gobernabilidad del Estado.
¿Por qué los políticos presentan una valoración tan negativa entre la población?
La valoración de los políticos es fluctuante. En situaciones de bonanza económica la valoración es más alta y en situaciones de crisis económica la valoración baja. Si a esto añadimos la proliferación de actos de corrupción en relación a los cuales muy pocos partidos han acreditado contundencia o tolerancia cero con los corruptos, el descrédito está servido. Le diría que estamos pagando justos por pecadores la verdad…
¿Una utopía?
Mayo del 68 preconizaba una muy interesante. Seamos utópicos, pidamos lo posible.
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