CONVERSACIONES CON JAVI
Reproduzco un intercambio de e-mails que hemos tenido Javi, un particiapante del blog, y yo.
Hola Joanes, mi nombre es Javier. En primer lugar quiero felicitarte por tu blog, lo sigo desde hace ya algún tiempo y sólo puedo quitarme el sombrero ante la calidad de tus entradas. No es fácil encontrar un blog con posiciones tan lúcidas, claras y razonadas sobre temas tan diversos, te lo digo de verdad. Pero bueno, voy al grano. Quería pasarte el enlace de una iniciativa que al parecer se va a proponer en la asamblea de Sol en poco tiempo y que tiene que ver con el 20-N. http://votonulo20n.wordpress.com/ .
Conozco tu posición respecto al voto y precisamente por eso me gustaría saber qué piensas sobre esta iniciativa. Yo personalmente no sé todavía qué voy a hacer este 20-N. Por una lado no tengo motivos para participar en esta farsa democrática, no los encuentro, y créeme que los busco. ¿Y por qué los busco? Pues por la educación que he recibido, así de sencillo. Me inculcaron que el votar era de vital importancia. Ya ves que la cosa tiene mucho que ver con tus últimas entradas y el peso de la autoridad (que no fue nada autoritaria) en mi infancia, ¿uh? Pero por otro lado... Por otro lado quiero hacer algo, la participación pasiva (pasiva en cuanto al proceso electoral, no respecto a mi implicación política en otros ámbitos) no termina de convencerme.
Lo dicho, que me interesa tu visión al respecto. Por cierto, veo en tu perfil que andas por Liverpool. Yo hasta hace poco vivía en Manchester. Ya sabes, ¡al mal tiempo buena cara!
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Hola Javier,
Muchas gracias por tus palabras. Desde que comencé el blog, mi única intención ha sido fomentar el debate. Los comentarios y las comunicaciones directas son para mí lo más importante. Por eso te agradezco infinitamente tu correo, que además, apunta un asunto de mucha importancia.
He leído la iniciativa del voto nulo y entiendo por dónde va. Como sabes, el subtítulo del blog es "un espacio de pensamiento sin paracaídas". No se trata de una frase vacía. Se trata de que el pensamiento, en este caso el pensamiento político puede dar vértigo y hay gente que necesita el paracaídas para sentirse segura mientras planea.
La democracia representativa está en absoluta decadencia. Lo llevamos viendo décadas en España, y es una situación que se ha repetido en todas las democracias. Existen poderes más allá de los representantes elegidos mediante el voto que anulan el sentido mismo de la democracia. Además, ya de partida, el mero hecho de elegir una representación es un acto de miedo a la libertad de elección del destino individual y una claudicación que delega nuestra vida en la de personas que desconocen absolutamente nuestras necesidades y nuestras inquietudes. Eso sin hablar de la corrupción, por supuesto.
Los defensores del voto nulo se aferran a su paracaídas por lo siguiente:
Siguen creyendo que la democracia representativa resolverá sus problemas. Esto es, creen en la llegada de ciertos individuos mesiánicos que solucionaran sus problemas. Esta forma de pensar es bastante recurrente. En España ese mesianismo tuvo lugar con la elección de Felipe González y entre los conservadores cuando llegó al poder Aznar. En EEUU el ejemplo de Obama es paradigmático. Ninguno de ellos ha podido estar a la altura de las expectativas. ¿Por qué? Porque el problema no es a quién elegimos, sino que nadie puede representarnos y que el poder transforma hasta las personalidades más puras y morales, además de que el sistema económico subyuga a cualquier representante a los designios de los ricos.
Por otro lado, los del voto nulo afirman que el la abstención puede ser interpretada como un desentendimiento de la política. De hecho, lo que ocurre es que siguen pensando erróneamente que la política es ese monstruo amorfo que monopoliza la estructura estatal y que se llama democracia representativa. Tú bien lo apuntas cuando comentas que te cuesta incluso participar en el mero proceso de elección. Una vez comenzado el juego, intuyes que poco puede cambiar, incluso, si como pretenden, hubiera otra constitución. Zoon politikon dijo Aristóteles que es el ser humano. En realidad o somos políticos o no somos nada. Esto quiere decir que no es mediante la participación a través del voto que nos hacemos políticos, sino mediante la vida organizativa activa, y esto es algo que nos es connatural.
Mi desacuerdo con la idea que se propone con el voto nulo radica en que aún no se han quitado el paracaídas. Creen que no hay razón para ello, que no hay razón para desbocarse, para enfrentarse pacífica y directamente a los poderes económicos y políticos que nos deshumanizan. No hay dictadores, podemos elegir a nuestros representantes políticos y sindicales, no hay opresión, no hemos recibido educaciones totalitarias e impositivas. Es un fallo del sistema, pero puede ser “reseteado”. Así suena el pensamiento reformista.
Para mí el problema es el mismo sistema, no pequeñas faltas o errores humanos. No participar y crear nuevas estructuras ajenas a la política tradicional es la única solución que nos queda para crear auténticos remansos de libertad.
Con respecto a la educación autoritaria. Yo creo que muchos de los que piensan que no la han recibido, sí lo han hecho. Comentas que tú no recibiste una educación autoritaria. ¿Lo has pensado en profundidad? Puede que estés en lo cierto, no lo niego, pero te contaré mi caso, que, a lo mejor, es parecido al tuyo:
Yo fui educado en un colegio bastante progresista. Formaba parte del conglomerado de escuelas de cuño socialista pertenecientes a la Fundación Hogar del Empleado, que maneja también, curiosamente, copiosos negocios en el ladrillo. Entre mis compañeros no había pocos hijos de políticos de cierta importancia dentro del PSOE. A primera vista, nada parece ni parecía indicar el lavado de cerebro al que nos sometieron con sus cursos sobre: "Educación para la paz" (haciéndonos creer que la paz es un bien en sí mismo); celebraciones anuales para conmemorar la Constitución bajo lemas tan poco autoritarios pero igual de totalitarios como "te quiero consti". Además, los tests de aptitud anuales para medir la "inteligencia" esto es, la capacidad de éxito social. Todo esto iba encaminado a crear un ciudadano crítico con la derecha tradicional, complaciente con la ley (fuera cual fuera) y adherido inconscientemente a la acrítica tranquilidad que una paz superficial supone.
Es mucho más difícil oponerse a esta educación y rebelarse frente a ella que hacerlo frente a los curas, de eso no tengo duda. Porque, primero, hay que darse cuenta de la manipulación a la que uno fue sometido y estar dispuesto a caer sin paracaídas, esto es, a darse cuenta de que la democracia es una farsa absurda sobre la que hemos construido un penoso complejo de superioridad frente a otros pueblos. Yo, una vez cortadas las cintas que me unían al paracaídas, proclamaría la guerra pacífica, directa y no violenta contra todas estas formas de control educativo.
No me extrañaría nada que los del voto nulo hayan pasado por una educación más o menos parecida. Miedo a la caída, vértigo, miedo a transformarse en ángeles caídos (como el loco de la entrada El Ángel Caído, del blog), miedo a que “el padre” no les acoja en su seno, miedo a que lo que dirán de ellos al defender la abstención. Miedo, a fin de cuentas.
Muchas gracias por tus opiniones y tus consultas, Javier. Si me lo permites, me encantaría trasladar nuestra conversación al blog. Por cierto, la gente que he conocido en Liverpool es abierta, generosa, amable...., muy buenas impresiones en esta ciudad. Aún no he podido desplazarme a Manchester.
Un cordial saludo y mucho ánimo,
Ioanes
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Muchas gracias por tu rápida respuesta, Juan.
Sin duda la democracia tal y como la conocemos hoy está en decadencia, estoy totalmente de acuerdo contigo. En ese sentido, me parece que el gran triunfo del movimiento 15-M hasta la fecha ha sido el concienciar a la gente de su verdadero papel en nuestro sistema democrático, el de mera cifra en los resultados y el de explotado-sometido al poder de una oligarquía financiera. Pero, además de abrir los ojos, también nos ha unido a todos, ha interconectado a miles de personas que como bien decías en uno de tus posts ahora buscan (buscamos) una nueva realidad. Y es que se ha roto de alguna forma el aislamiento social en el que muchos nos encontrábamos, solos, aburridos, frustrados. Yo mismo he aprendido muchísimo en los últimos 5 meses gracias al contacto con cientos de personas, tanto en vivo como a través de la red.
También comparto contigo la convicción de que el problema está en la raíz, es intrínseco al sistema. Que el modelo no se corrompe ni está corrupto, sino que es corrupto, y que por cada Gandhi o Mandela (con sus respectivos fallos, como cualquier otro ser humano) tenemos mil Aznares o Zapateros. La única vía es descentralizar el poder.
Dicho esto, y a mi modo de ver, propones la analogía del paracaídas como un todo o nada: o votas y te aferras a una realidad caduca, o no votas y te reafirmas en tu participación pasiva. ¿Y por qué no usar el voto como un mecanismo más, como una línea más de acción, como una tentativa de cambio? Y digo tentativa porque sin duda el cambio a través de las urnas es cuando menos improbable (tenemos un par de siglos de historia que lo demuestran), pero quizás ahora que por fin comienza a crearse una estructura social concienciada la actuación mediante el voto sirva para algo. Porque esto es lo esencial para el cambio a nivel global (o al nivel que sea): una nueva estructura social que lo respalde.
Permíteme una analogía. A mí me gusta ver a las sociedades como galeras. Pese a toda esa absurda fantasía financiera que mueve un capital varias veces superior al PIB mundial, los que movemos de verdad el barco estamos abajo. Cualquier cambio de importancia depende únicamente de nosotros y de nuestra capacidad de asociación. Solos podemos pensar nuevas realidades, juntos podemos llevarlas a cabo. En efecto, podemos esperar a que los que están al timón cometan una estupidez y estrellen el navío (¿no es lo que está a punto de pasar con el sistema financiero global debido a su gran acumulación de poder y su infinita codicia?) o bien podemos ponernos de acuerdo y utilizar el voto (repito, como un mecanismo más, hasta diría que como un mecanismo menor) para remar en la dirección que deseamos, para modificar el rumbo aunque sólo sea un poco. A mí votar a tal o cual partido no va a desconcienciarme, no va a hacer que deje de relacionarme políticamente con otras personas desde otros ámbitos, y pese a mi poca fe en esta democracia quizá sí que sirva para algo. Lo único seguro es que no lo sabré hasta que lo intente (soy joven y llevo pocas elecciones).
En resumen, que sé que el modelo actual no es el futuro, pero pienso que quizá para acabar con él podemos valernos de sus herramientas. Pese a ser profundamente escéptico en cuanto a los partidos políticos, ahora aparecen nuevos modelos de partidos dentro de nuestro sistema. Es el caso de Equo. Ya conocía al partido y por pura casualidad pasé por la asamblea nacional que se celebró el pasado fin de semana y vi cómo decidían el programa electoral sus estatutos en asambleas. No creo que PPSOE o cualquier otro partido haya logrado nada similar hasta la fecha. No quiero entrar en la cuestión de si el cambio es posible con un nuevo partido minoritario. Yo no lo creo y sé que tú tampoco. Pero eso no quita que prefiera que un partido como Equo, influenciado en mayor o menor medida por el movimiento asambleario, obtenga representación en detrimento de partidos ultra despóticos y burocratizados como PP y PSOE. ¿Que a medida que pase el tiempo acabará come ellos si consigue una cuota de poder? Posiblemente, pero mientras tanto no veo por qué no podemos usarlos. Estamos en un período de cambio y en los momentos de cambio nunca se sabe.
No hay problema en que traslades la conversación al blog. También yo creo que fomentar el debate es la mejor manera de desarrollar el espíritu crítico.
Otro cordial saludo para ti Juan,
Javi
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No sabes lo que me alegra escuchar tu opinión, Javi. A grandes rasgos, estoy de acuerdo contigo. Me explicaré, aunque ya lo he comentado alguna vez, perdona que me repita: votar es un ritual. Los rituales, en todas las culturas, son actos que nos hacen comprender realidades irracionales y que construyen nuestro sistema conceptual. Esto quiere decir que, además de pensar con la cabeza, pensamos con nuestros cuerpos, que nuestros actos conforman también una mentalidad. Esto lo entiende casi todo el mundo cuando dice que "vota tapándose la nariz". Piensan que el ritual tiene sentido, pero que los participantes lo han traicionado. Los más simples piensan en términos de voto útil, que se traduce por votar "a los míos" como si se tratase de una apuesta deportiva.
Cuando uno vota, inconscientemente se siente partícipe del sentimiento común de que la democracia tiene sentido y asume irracionalmente que se le tiene en cuenta. Ese es el problema de votar, que uno considera que ya ha hecho lo que tenía que hacer políticamente, que forma parte de una realidad superior y llena de sentido universal (no en vano queremos imponer nuestras democracias) y que su acto le ha conferido el derecho a quejarse. Por el contrario, para la mayoría, el que no vota es un "pasota", un "radical", alguien al que no le interesa la política y que, de hecho, no se debe ni tener en consideración porque, a fin de cuentas, ni siquiera se ha molestado en votar. El que se queda en casa sin votar y no participa en el ritual que le confiere el derecho simbólico de pertenencia al grupo, ya está creando una nueva realidad. Esto puede quedarse en nada si no actúa, se asocia y es políticamente activo, cierto, pero lo que más temen los políticos es en la asociación más allá de su control. Por eso están todos de acuerdo como clase en que la participación democrática del ciudadano se restrinja voto.
Ahora bien, si esto está perfectamente entendido y uno camina hacia la urna repitiéndose el motivo estratégico del voto, si uno vuelve a casa y se recuerda que el ritual en sí es inútil, se asocia y es políticamente activo al margen de la política institucional, el resultado puede ser semejante. Sin embargo, no solemos ser capaces de controlar nuestras emociones al participar en rituales. Nos resulta muy complicado tomar parte en cualquier ritual de forma cínica.
Un ejemplo, uno puede comulgar o no en la iglesia, pero es complicado recibir "el cuerpo de Cristo", pasar por una misa previa y toda la liturgia que le acompaña para terminar mascando la “hostia sagrada” y pensar al mismo tiempo "menuda sarta de mentiras". Es mucho más sencillo alejarse, abstraerse del ritual y desde la distancia realizar la crítica. En ese sentido es muy importante convertirse, ser herético y no tener miedo a ser "marginal" ˗˗habitar los márgenes˗˗ "radical" ˗˗pensar en la raíz de las cosas y no dar por hechos ciertos rituales˗˗, ser "pasota" ˗˗entender que la primera acción revolucionaria es el silencio y que la no-acción encaminada a parar el frenético discurrir del tiempo de la economía capitalista es de por sí la más violenta de las acciones. Después de decir esto suena mucho mejor decir cosas como: soy marginal, radical, pasota y antisistema. Así me defino yo.
Gracias de nuevo por tus opiniones. Las pondré en breve en el blog. Un fuerte abrazo,
Juan
Ajá, ahora entiendo mejor tu posición, Juan, y entiendo por qué no te convence la iniciativa del voto nulo. Muchísimas gracias por tomarte la molestia de contestar. Como siempre un placer leerte.
Yo seguiré pensándomelo:o)
¡Saludos y gracias de nuevo!
Javi
PUBLICADO EN http://ioanesibarra.blogspot.com/
Estudio del voto por provincias, para hacer algo útil contra el bipartidismo: http://yoquieroyactuo.blogspot.com/
ResponderEliminarHay dos razones por las me abstendría de votar:
ResponderEliminar-Si no me importase la relación con la sociedad: No espero nada de ella, y ella no ha de esperar nada de mí.
-Que el recuento de votos fuese fraudulento, y al no reflejarse mi participación en los resultado y por tanto mi voz fuese anulada, pues obviamente no me iba a tomar la molestia de ir a votar.
Podría haber una tercera razón, mi Silencio, pero este en realidad sería un voto, un voto de silencio, una encendida campaña interior para cambiar el mundo. En realidad no podría decir que no voto, pues mi relación y compromiso con la sociedad para cambiarla sería pleno e intenso : Cambiando yo, cambiaría el mundo.
Pero en este mundo estamos a caballo de nuestro mundo interior y de este que nos rodea, y ciertamente aunque el medio o el voto más radical (de ir la raíz del problema), el más intenso, el más efectivo, sea el interior, hemos venido a este mundo que nos rodea, para aprender a caminar por el camino de en medio, para aprender a caminar entre el cielo y la tierra.