¿DOS HORAS?
¿Dos horas? Un partido de fútbol, una película en el cine, una cena romántica. Un insignificante período de tiempo perdido entre una maraña de días, meses, años… frecuentemente malgastado con alevosa e ingenua indiferencia. ¿Trabajar dos horas más? ¿En una semana? ¿Usted ha visto cómo están las cosas? Paro, recortes, crisis en general. Elecciones adelantadas, bolsas en picado, países “rescatados”. Hay que hacer un esfuerzo. Ustedes no sufren el azote del desempleo, ustedes cobran puntualmente todos los meses, ustedes sólo trabajan 18 horas a la semana.
Qué desenfadadamente instaurada y comúnmente aceptada se encuentra la ignorancia entre conversaciones de cigarrillo y café, entre los a sí mismos llamados tertulianos de programas mañaneros de televisión, entre, más tristemente aún, políticos de alto cargo y poco interés común; entre todos al fin y al cabo. Nosotros, sí, todos, que sin mucha cavilación previa o elemento válido de juicio nos atrevemos a ver con diáfana claridad las largamente ignoradas y fácilmente corregibles lacras que afectan y padecen el resto de gremios de este maltrecho país; ahora que está maltrecho, eso sí.
Intentemos arrojar un poco de luz sobre este asunto. Los profesores de la enseñanza secundaria pública no trabajan 18 horas. Tan sólo tienen 18 horas lectivas, es decir, horas en las que se encuentran dando clase en el sentido más tradicional de la palabra, aunque algunos tienen más dependiendo de las necesidades del centro en el que desarrollen su actividad laboral. ¿Pueden aumentarse el número de horas lectivas a 20? Sí…legalmente hablando sí.
¿SÍ? Los profesores de varias comunidades se echan a las calles, paralizan la educación pública, movilizan a asociaciones de padres y alumnos, vaticinan de apocalíptica forma el trágico final al que se verá apocada la educación pública (baluarte de toda sociedad próspera y desarrollada) si se aumenta su número de horas lectivas y, después de todo, ¿les corresponden por ley? ¿Con la que está cayendo?
¿Ustedes tienen hijos? ¿Estudian? ¿Asisten a clase en un centro público? Los de muchos políticos de altos vuelos no. Y los míos sí. Y esto que más bien parece una conocida canción de infancia se materializa en una cruda realidad que cristaliza en una ya hoy manida palabra dentro del ámbito de la educación actual: calidad. Se les llena la boca. Desde las altas instancias se desencadena una cascada de altisonantes y huecos discursos que de repetidos pierden el sentido antes de tocar el frío suelo de la realidad educativa de los centros. Quieren una educación de calidad. ¿Pública de calidad? ¿Y qué medidas toman? ¿Aumentar en dos el número de horas lectivas del profesorado? Les voy a decir lo que eso significa. Eso significa un mayor número de alumnos en las ya masificadas aulas españolas, eso significa una menor y más precaria atención a los padres, eso significa una disminución del tiempo empleado en preparación de clases y corrección de exámenes, eso significa una más deficitaria atención tutorial al alumnado, eso significa que el profesor de inglés acabará impartiendo clase de matemáticas y un largo etcétera que se puede resumir con toda claridad con esta frase: una reducción en la calidad de la enseñanza.
Y el profesorado se amotina, dice basta, hasta aquí hemos llegado. Llevamos años viendo como la calidad de la enseñanza en centros públicos se va deteriorando inexorablemente sin que las autoridades competentes les proporcionen herramientas para paliar dicho deterioro. No sólo eso, sino que ante los aterradores datos que nos comparan con el resto de Europa y el mundo en términos de niveles académicos, en los que siempre aparecemos en el furgón de cola, las soluciones que se proponen no son sino maquillaje barato para mejorar frías estadísticas que eviten que parezcamos los tontos del bote ante la opinión pública.
Y como muestra un botón. Remitámonos al cuasi-mágico término que los gurús de la educación actual han encontrado para que todo el mundo piense que saben de lo que están hablando cuando realmente no tienen ni idea: calidad. Mejor dicho, Programa de calidad. Sin entrar en detalles baste un resumen: si usted, profesor, aumenta el número de aprobados, cobrará más dinero. Ya me dirán ustedes cómo se va a mejorar así la calidad de la enseñanza. A no ser, claro, que identifiquemos calidad con aprobados, con números y estadísticas. Quedemos bien ante Europa, el mundo, sin preocuparnos mucho de cómo se ha enderezado el problema. Corríjame usted si me equivoco, pero ¿no es esto una perfectamente definida transacción comercial, o a mí se me está yendo la pinza?
Pero tranquilos, no, dicha ley de calidad no se ha instaurado de forma obligatoria en los centros públicos. Se les concede la potestad de decidir si se acogen a ella o no. No todo está perdido. Se votará en claustros de principios, de trabajadores vocacionales, de impartidores de múltiples variantes de saber fielmente dedicados a una verdadera educación de nuestros hijos (más allá de las insidiosas presiones de agentes externos), en el último reducto de la cruda realidad. No, no, no nos moverán, como cantaban los risueños amigos de Chanquete. A las barricadas. Resistiré. Imagine. Utopía.
Y una mierda.
No, no fue sólo uno, ni dos, sino muchos centros los que se acogieron al programa de calidad. Se justificaron. Se adujeron argumentos por algunos realmente creídos, para otros ungüentos que cortaran hemorragias de conciencias heridas. Otros no consideraron que los principios éticos fueran tan importantes como para ser óbice para votar que sí al programa. Se habló de la inexorable futura obligatoriedad de dicha ley. No se puede hacer nada. No importa que se presente al profesorado como el culpable de los endémicos males de la educación actual. No importa que ante la opinión pública se reconozca que no se hacía todo lo que se podía y que ahora se hará por un puñado más de euros. No importa que se pisotee aún más la ya maltrecha dignidad y profesionalidad de los otrora reconocidos y apreciados maestros. No se puede hacer nada.
¿No se puede hacer nada? Los profesores de varias comunidades se echan a las calles, paralizan la educación pública, movilizan a asociaciones de padres y alumnos, vaticinan de apocalíptica forma el trágico final al que se verá apocada la educación pública, el baluarte de toda sociedad próspera y desarrollada… ¿Les suena? ¿Y todo eso por dos horas?
Años, años de medidas destinadas a facilitar que un mayor número de alumnos apruebe sin tener en cuenta el cómo o el porqué. Años de sufrimiento en silencio en los que el único consuelo era la irremediabilidad de la situación, como una enorme hemorroide sin cura alguna. Sin atisbo de esperanza. Y llega Esperanza y nos levanta. Nos une, nos posiciona y nos insta a luchar por algo. Calidad. Que los niños y jóvenes de este país puedan desarrollarse dentro de un sistema educativo de calidad, de verdad. Eso es lo que importa, ya que entre el fuego cruzado de guerras dialécticas y demostraciones mediáticas fácilmente se pierde el norte. Y si se ha empezado tarde, no importa. Y si esta batalla no es la más importante, no importa. Siempre y cuando no traguemos con todo lo demás como si la película no fuera con nosotros, como si entre los niños con los que trabajamos todos los días nunca fueran a estar los nuestros. Y los tuyos sí, y los míos también.
Sencillamente excelente. Un abrazo Nacho.
ResponderEliminarJCR. A ver, por un lado me parece bien en el tema de la falsa ley de calidad que parece más una ley de soborno del profesorado para que pase de todo y apruebe al personal sin importarle nada más que el dinero. Era como aquello del padrino: "todo hombre tiene su precio, y tú solo tienes que encontrarlo".
ResponderEliminarJCR. Pero por otro..... pues no me convence. Por supuesto que se que un profesor tiene más horas que las lectivas...... pero también se que dos horas más no van a suponer nada individualmente y si puede ayudar a un ahorro de costes, con la misma (mala) calidad, pues..... o es que por dar dos horas más (pregunto) va a bajar la calidad? ¿Y por qué baja, en caso de respuesta afirmativa?
ResponderEliminarA ver la calidad baja porque no van a contratar a más profesores y entonces habrá que concentrar a más alumnos por clase, además de que habrá profes que tendrán que dar asignaturas de las que no son especialistas y eso evidentemente no es bueno para la calidad de la enseñanza. La reducción del número de alumnos por clase es clave para incrementar la calidad de la enseñanza, pero eso cuesta mucho dinero y no interesa.JESÚS MARTÍN OSTIOS
ResponderEliminarJCR. De verdad, que la pregunta no va con segundas, es afán de saber. ¿Por qué hay que aumentar el número de alumnos por clase?¿Cuántos alumnos hay por clase ahora? ¿Cuántos alumnos habrá por clase después de aplicar la medida?
ResponderEliminarpor supuestísimo que está directamente relacionada la ratio por aula con la calidad de enseñanza...tengo dos cuartos con 36 alumnos/as cada uno y los primeros "frutos" llegan en esta primera evaluación...horroroso!!!! malísimos resultados!!...! imposible dar bien clase en estas circunstancias...si cada individuo tiene una problemática diferente y debemos tratarlos lo más individualizadamente que podamos, cómo se hace eso compatible a una ratio semejante???? si tu amigo tiene la solución que nos la de...estoy ansioso por conocerla...MANUEL SÁNCHEZ
ResponderEliminarNormalmente hay desdobles en las clases, y si hay clases de 36 alumnos, se divide en dos para dar la misma asignatura pero con profes diferentes. Si subes el número de horas y no contratas más profesores un sólo profesor tiene que dar la cl...ase a a36 alumnos y evidentemente la calidad no es la misma. Yo llevo 6 años currando y excepto este año que tengo una ratio muy buena y que, no sé si será por eso, aunque creo que influye, por ello los resultados son mejores ya que la atención individualizada al alumnado es mayor. Por ley en la ESO puede haber 30 alumnos por clase más un 10 % en casos excepcionales, aunque esos casos excepciones son continuos, por lo que las clases son de 33 alumnos. En Bachillerato el número es 35 y un máximo excepcional de 38. Cuando yo estudiaba éramos muchos en clase pero había otro ámbiente de trabajo y el profesor no tenía que estar tan atento al alumnado. Hoy hemos de tener en cuenta el hecho de encontrarnos con alumnos que no quieren estar en clase, pero que la ley les obliga a estar ahí, alumnos que desconocen el idioma, alumnos con familias desestructuradas... y eso es muy difícil. Y te digo que yo pocas veces he tenido problemas con los alumnos, pero es difícil. Si buscas calidad en la enseñanza es prioritario reducir la ratio, pero eso, como te dije, cuesta mucho dinero. JESÚS MARTÍN OSTIOS
ResponderEliminarJCR. Gracias Jesús. Siempre es un placer conocer el por qué de las cosas, más allá de la propaganda. Sin embargo, sigo sin ver (lo dejo para nuestra charla navideña) que el hecho de subir dos horas al profesor haga subir la ratio por alumno. Así que, como buen maestro que eres, te toca enseñarme delante de unas cervezas.... no me digas que te lo pongo difícil. Pago yo las cervezas, y el ratio es de 1a 1..... de lujo.
ResponderEliminarJCR. Otra cosa. En Bachillerato el número me dices es 35, pero creo que la enseñanza ya no es obligatoria con lo cual, en teoría (y desde el desconocimiento), la relación debería ser mejor. Por curiosidad.
ResponderEliminarA mi no me importa trabajar más horas, pero con grupos reducidos y con cosas relaconadas con mi asignatura. El problema es que esas dos horas te la meten para no tener que contratar a más gente y por lo tanto te encuentras clases de 30. Y e...n bachillerato claro que es diferente porque el alumnado supuestamente está ahí porque quiere, pero en los últimos años se está deteriorando porque muchos están ahí porque no tienen otra salida o porque los padres les obligan.JESÚS MARTÍN OSTIOS
ResponderEliminarJCR. Si, en eso de acuedo. Pero sigo sin ver la relación entre más horas y grupos más masificados (verás que soy un alumno difícil.......)
ResponderEliminarA ver, si tienes dos horas más (por ejemplo) y cada diez profesores, quitan a uno (dos horas por 10 profesores= 20 horas). Se supone (y perdón por la ignorancia) que las 20 horas que antes daba un solo profesor, ahora se reparten entre el a...umento de los 10 restantes, con lo que a la clase que antes asistía, siguen cubiertas y no haría falta desdoblarla..... (seguramente he dicho una barbaridad, así que sácame de mi ignorancia..)
360 alumnos para 10 profesores: 36 alumnos por profesor. HÉCTOR LÓPEZ
ResponderEliminar360 alumnos para 8 profesores: 45 alumnos por profesor. HÉCTOR LÓPEZ
ResponderEliminarJCR. Hola Héctor. De verdad, que hasta ahí llego. Lo que me gustaría saber (y lo vuelvo a repetir, que no busquéis otras intenciones) es que si la administración me dice que no pasa nada y los profesores me decís que si pasa, pues como padre, qu...iero conocer la verdad. ¿Y quién mejor que las personas que enseñan o enseñarán a mis hijos para preguntarles? Pero claro, lo que me dices es válido para cuando hay un profesor por aula, que no sale de ella (primaria), pero no es válida para cuando los profesores van peregrinando por aulas dando su materia (secundaria y bachillerato). Así que me imagino que debe haber algo que se me escapa y por eso os pregunto.
ResponderEliminarJCR. Así que, si me podéis iluminar, pues os lo agradecería. Creo que si lo conseguís explicar pues tendréis más comprensión y entendimiento que con la sola protesta, ya que me parece que por ahora, la administración os tiene ganada la batalla de la credibilidad.
ResponderEliminarNo te equivoques, la batalla se la tendrá ganada al ciudadano-contribuyente, el perjudicado por el mal funcionamiento de la administración no es el trabajador público sino quien la padece. Tus hijos en la escuela, tus asuntos en un juzgado,... tu salud en un hospital etc, etc. No hay que confundir la mala administración con la falta de preparación y ganas de trabajar de los funcionarios públicos. La burocracia no la crea el funcionario sino el POLITICO, que no es funcionario precisamente. Es muy fácil matar al mensajero. El día que el ciudadano-contribuyente exija al POLITICO de turno RESPONSABILIDAD, este país podrá empezar a cambiar. Cómo es posible que para ser el último del escalafón en un Ministerio se exijan unos conocimientos para pasar una oposición y para ser Ministro no se te exija nada??? Empecemos por ahí. MERITOCRACIA REAL YA!!!HÉCTOR LÓPEZ
ResponderEliminarTe equivocas completamente. Los profesores de secundaria aunque no tengan un aula fija (como los de primaria) tienen que ir de aula en aula pero en ellas, están esos 30, 35 ó 40 niños. Es decir, lo que varía es el nº de profesores y no de alumnos por aula.
ResponderEliminarAdemás de esto, debes tener en cuenta que en una clase de 36 alumnos se encuentran: el sindrome de down, el diagnosticado como hiperactivo, el diagnosticado como de cociente intelectual bajo, el sobredotado, etc. un solo profesor tiene que ...atender a todos ellos por igual, lo que es totalmente IMPOSIBLE. Si hay un nº adecuado de profesores, este grupo se podría desdoblar en dos grupos de 18 alumnos cada uno con su profesor correspondiente y así, sí estarían bien atendidos. Estoy de acuerdo con Héctor: el que sufre las consecuencias es el niño, que puede ser tu hijo, y cuando los padres se den cuenta de todas estas cosas, abrirán los ojos y no se dejarán engañar con el hecho de "dar 2 horas más de clase". Crees que algún padre querría que su hijo no estuviera atendido en un aula como se merece???????
ANA GÓMEZ
JCR. Hola Héctor. Completamente de acuerdo en que el perjudicado soy yo (o peor aún, mis hijos) y también en lo de la meritocracia. Pero creo que me das la razón, porque se habla de las dos horas y no de la calidad ni de lo que expone Ana sobre ...el desdoblamiento. Por eso me parece que había algo que no cuadraba. Con vuestras explicaciones, a la conclusión que llego es que el tema de las dos horas más por profesor es, en realidad, una gota en el agua, que por si misma daría igual. El problema estriba en el ratio alumno-profesor, que parece ser mucho mayor de lo que las estadísticas oficiales dicen.
ResponderEliminarJCR. Ana, muchas gracias por la explicación. Desde luego el tema de 36 alumnos por aula es algo preocupante. Tal y como le he comentado a Héctor, creo que os-nos han ganado la batalla de comunicación y que hubiera sido y es más inteligente no da...r guerra con las dos horas, sino con una nueva concepción de la educación que se centre en varios aspectos como podrían ser: - menor ratio alumno profesor, - mayor reconocimiento de la labor del profesor en la formación de NUESTRA SOCIEDAD, - cambio de planes de estudios (a mayor difiicultad y profesionalidad) en las carreras para poder ser docente en este país (creo que ahora mismo no son los mejores preparados los que se dedican a la enseñanza, y esto es mortal para nuestra sociedad) - mayor exigencia al profesorado para que unos pocos no fastidien y den la imagen que dan del mismo, pudiendo despedirlos si no cumplen con los requisitos de dedicación y mérito (que más de uno y dos hay) y mayor implicación de las familias en la educación de sus hijos, en la participación en los consejos escolares (pero no como contrapunto al docente, sino como su apoyo y como voz de la sociedad hacia la administración).
ResponderEliminarJCR. En fin, perdón por lo largo de las explicaciones y que tengáis unas felices fiestas
ResponderEliminarOs dejo por aquí un enlace. A ver si os gusta. http://www.youtube.com/watch?v=vYg_krmmrwEComparsa "Medio Siglo" (2010) - Final - Pasodoble "Profesor"
ResponderEliminarwww.youtube.com
JESÚS MARTÍN OSTIOS