LA PRIMAVERA ÁRABE. JAVIER BELDA

SEGUNDO ESTRENO DEL SIGLO EN EL TEATRO MUNDIAL

HumanismeEmergent.org

La primavera árabe lleva camino de convertirse en el segundo mito del siglo XXI, fabricado por la maquinaria mediática. Los efectos políticos y sociales de ciertos acontecimientos por medio de la difusión mediática manipulada y nivelada masivamente para todo el planeta pueden multiplicar infinitamente sus consecuencias, casi como una bomba nuclear.

1er Acto: La trama mediática

A partir del 11-S los grandes medios de comunicación generaron masivamente la psicosis terrorista a escala planetaria. Es a partir de la "globalización de la imagen" que se entró en la era de la utilización del terrorismo mediatizado como estrategia y sistema avanzado de manipulación psicosocial.

Si en 2001 el telón de fondo para la guerra de IV generación fueron las imágenes de la demolición de las torres gemelas, en 2011 han sido las imágenes en vivo de las concentraciones en la plaza Tahrir las que han quedado grabadas en la comparecencia del gran público. Con ellas se ha pretendido justificar la injerencia en asuntos internos de otros países y las campañas militares de la neocolonización occidental.

El año 2011 se inició con las manifestaciones populares en Túnez que forjaron la caída del presidente Ben Ali. Más tarde el fenómeno se extendió a Egipto. Hoy en día resultan confusas y contradictorias las informaciones actualizadas de cómo siguen las cosas en estos países, pero a comienzos de año, las imágenes de la plaza Tahrir fueron retransmitidas día y noche; no importaba la hora que fuera. Como en los grandes acontecimientos llegábamos a casa y conectábamos el televisor para presenciar las emocionantes imágenes de la revolución en directo. CNN, Al Jazeera, BBC y todos los medios de masas, con dedicación exhaustiva 24h al día, mostraron a miles de personas en la plaza del Cairo pidiendo democracia, o libertad, o seguramente algo que iba mucho más allá: un cambio indefinido global. Ahí estaban los mejores anhelos de aquellos que no renuncian a soñar en un nuevo mundo. Se respiraba en el ambiente la expresión de una nueva generación que despertaba y se encontraba a sí misma, lejos de los viejos dogmas, lejos de diferencias ancestrales de todo tipo. Incluso en lugares muy remotos se contagiaba esa desobediencia civil dispuesta a saltarse los márgenes establecidos.

Sin embargo, pocos meses después el resultado de todo ello ha sido absolutamente infructuoso. Dejando la ingenuidad a un lado, no es por fatalidad que las cosas han ido así. La realidad es que todos fuimos manipulados en aquel momento. Y cuanto antes salgamos de ese sueño antes terminará la pesadilla actual. La primavera árabe no ha sido más que una gran campaña, meticulosamente preparada por parte de EE.UU. y sus socios. Esto se ha desarrollado con mucha dedicación de recursos a través de las redes sociales de Internet. No hay tomas falsas en esa obra, desde los primeros manifestantes pidiendo políticos sin corbata a los misiles Tomahawk sobre las ciudades de Libia, todo forma parte de la misma cruzada con distintos decorados en el diseño de la realidad. Una vez destapada la caja de pandora –momento en que se ha infringido toda legalidad internacional– la humanidad está en grave peligro.

2º Acto: detener toda economía que no tenga al dólar como epicentro

Las manifestaciones en Túnez se produjeron curiosamente coincidiendo con los esfuerzos de Ben Ali para hacer de Túnez el centro financiero del norte de África. Hasta el momento de la breve“Revolución de los jazmines” la región experimentaba un importante crecimiento y la banca islámica, ajena a la crisis occidental, resurgía con fuerza como motor de todo ello, entrando en clara competencia con la banca americana y europea.

La desestabilización de Túnez supuso un triple botín. 1: se inició la campaña de trabas a la emergente banca islámica, 2: se impusieron sanciones y se incautaron cuentas con la excusa de que eran bienes de la familia perpetuada en el poder –dinero que no se sabe en qué manos quedó– y sobre todo, 3: se inició la maniobra de manipulación de las conciencias a través de gran despliegue y teatro mediático que habría de servir de telón de fondo para los siguientes episodios en el mundo árabe.

En Egipto, el mundo entero asistía a lo que Mubarak no podía creer. En un diálogo retrasmitido en directo por los grandes medios Obama en persona exigía la abdicación de Mubarak… Cayó sin remisión, la gran “Odisea al amanecer” estaba ya lanzada. Cual 11-S, millones de personas quedaron conmovidas por los sucesos de la plaza del Cairo. Semanas antes había ya zarpado la sexta flota, mientras que los socios de Qatar y los Emiratos Árabes hacían su parte reclutando a todo un ejército de desarraigados mercenarios en la órbita Al Qaeda. Algo gordo se estaba preparando. Tal como sucediera en Túnez, también fue incautada una inmensa fortuna de más 50.000 millones de euros, alegando que pertenecían a Mubarak.

Simultáneamente se produjeron otros escenarios de desestabilización y revueltas en otros puntos: Yemen, Argelia, Bahréin… Ya se verá si como fenómenos concomitantes o como partes de la misma representación. De lo que no hay duda es del gran objetivo: destruir la nación Libia y asestar un golpe contundente al emergente mundo árabe, frenando todo conato de independencia de las garras de occidente.

A principios de este año la Libia de Gadafi estaba en su mejor momento de prosperidad, con una calidad de vida extraordinaria y con un modelo de organización social ejemplar de equilibrio y representatividad de la multiculturalidad de su pueblo. Antes de la intrusión de la OTAN Libia era considerada la Suiza africana, con el IDH más alto de todo el continente. Pero el líder libio iba más allá, cual partida de ajedrez daba pasos hacia la emancipación de África, Gadafi presidía la Unión Africana, su impronta daba fuerza al proyecto de emancipación que iba rompiendo poco a poco con la dolarización y los vínculos de occidente que tanto daño han hecho y hacen en África.

3er Acto: los derechos humanos como excusa

Si con Irak el argumento fueron las armas de destrucción masiva, con Libia se apeló a las masacres que supuestamente Gadafi cometió contra su pueblo. Poco importaba el nivel de vida de los ciudadanos libios, con las imágenes de la plaza Tahrir grabadas en la retina –burdamente reproducidas en otras plazas así como en escenarios prefabricados en Qatar– nadie quería oír ni hablar del buen modelo social de la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista. Posiblemente todavía no se quiere saber nada de esto, pero no obstante dejamos aquí este enlace por si hubiera alguien que tuviera cierto interés.

De las supuestas masacres de Gadafi contra su pueblo ni rastro, según informaron los servicios de inteligencia rusos que escanearon la zona con satélites. Lo cual no es ninguna novedad en las campañas prebélicas de EEUU.

“Cuando los EEUU atacaron Vietnam dijeron que era porque dos navíos vietnamitas atacaron su flota. Luego reconocieron que era falso. Cuando atacamos Irak dijeron que era porque tenía armas de destrucción masiva, que era cómplice de Al Qaeda o toda esa clase de cosas que se han probado que eran falsas... Cuando atacamos Yugoslavia dijimos que había un genocidio en Kosovo. Después en un debate el portavoz de la OTAN dijo: "Ah, no, no. No hemos dicho eso...". Era falso. De Afganistán nos han dicho que era responsable del 11-S... En cada guerra hay una media-mentira y después nos enteramos que es falso pero el daño ya está hecho”.

En marzo de 2011 el gran público repetía la consigna que se difundía en los massmedia: ¡No podemos permitir que Gadafi mate a su pueblo! Por su parte las organizaciones y ONGs vinculadas al pacifismo no expresaron excesivos reparos a la resolución de la ONU y la desproporcionada agresión posterior. Tras la hecatombe y el genocidio ocurrido, no resulta inoportuna la pregunta que se hace Silvia Cattori: Where have all the valient "human rights defenders" gone?

A todos los que todavía se mantienen en la ambigüedad equidistante deberíamos preguntarles ahora: ¿podemos permitir que la OTAN cree el terror, la muerte y la destrucción en nombre del humanitarismo? Pero la mente hipnotizada por las cadenas televisivas no puede responder a eso, porque al igual que el loro, no comprende el significado de las palabras que repite.

La odisea continúa en nuevos escenarios…

Durante la pasada semana, la prensa mundial –ya inhibidos de Túnez y Egipto, ya indiferentes a los derechos humanos en la Libia postGadafi o en Somalia– reproducían masivamente la noticia de The Guardian: EEUU y el Reino Unido estudian atacar a Irán para frenar la amenaza nuclear.

Irán, en toda su historia, no ha iniciado nunca una guerra. (En 1980 se vio obligado a defender su territorio cuando el 16 de septiembre las fuerzas iraquíes atacaron la provincia de Juzestán, rica en petróleo, donde vivían 3 millones de árabes). Sin embargo, EEUU y Reino Unido cuentan con una lista interminable guerras en su haber, así como todo tipo de sucias campañas para desestabilizar gobiernos e instalar regímenes militares. La producción, venta y utilización de armamento nuclear y biológico ha sido y es algo constante por parte de estas naciones. La pregunta es inevitable: ¿Qué países suponen realmente una amenaza para el mundo?

Siria es otro de esos lugares por los que hay fijación de conquista, para su posterior colonización por parte de occidente; ya sea por su riqueza material, estratégica, o por el reto de seguir destruyendo modelos de equilibrio cultural y religioso. El objetivo es crear divisiones, confrontaciones y sacar partido de todo ello instalando un sistema violento y caótico, tal como se ha hecho en Libia.

La cifra de 3.000 muertos que tanto se repite, lleva camino de ser otra coartada que ya no importará a nadie cuando sea desmentida. En su lugar las versiones ajenas al entramado bélico mediático son tachadas de polémicas y se las considera irritantes para el confort psicosocial de los “bienpensantes”.

Las agencias de información mundial, hoy se han uniformizado de tal modo que repiten al unísono los mismos sucesos, imágenes (o pseudoimágenes donde resulta imposible tener noción de lo que se está mostrando) y palabras exactas ajenas a cualquier interés por mostrar la realidad, principalmente las que hacen referencia a muertes, escaramuzas o conflictos. Consecuencia de ello, la opinión pública es modelada según los intereses financieros de una élite dominante, con el objetivo de fijar un “pensamiento único” impuesto desde los clanes bancarios y políticas concebidas en agencias secretas.

Para escapar a esta hegemonía, si queremos tener un punto de contraste y algo de información veraz, debemos por fuerza recurrir a la información proveniente de países no alineados con el imperialismo occidental y a partir de ahí apelar a nuestro sentido común y a nuestra conciencia.

"No puedo justificar que los medios sirvan para que potencias extranjeras bombardeen un país. (…) Los medios grandes son los engranajes de esa maquinaria de la muerte, de esos aviones franceses, norteamericanos, canadienses que están matando niños", comentaba el periodista Jordan Rodríguez enviado especial de TeleSur en Libia

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